Christopher es lo más cercano que tengo a una familia, es lo primero que vi al activar mis sentidos, él me ha salvado, y ahora, por culpa de mi maldita curiosidad, él podría no despertar nunca más.
Mis lágrimas caen por primera vez debido a la vasta tristeza que estoy sintiendo dentro de mí, mi vida no puede quedarse sin un Chris, sin alguien tan alegre y animado como él, sin él yo podría ser en una estúpida ogro hasta la eternidad, él es mi alegría, lo bueno que puedo hallar en mí solo puedo conseguirlo a través de él.
—Ya, tranquila…, no llores —Jacky trata de consolarme abrazándome por encima de los hombros—. Esperemos a que Darío regrese mañana, tal vez él encuentre algo que nos ayude a despertarlo.
De pronto, creo haber notado que el cuerpo de Chris ha cambiado de posición sobre la cama, él no tenía sus pies en forma de cuatro. parece una hermosa bailarina de ballet parada de puntilla.
—¡CHRIS, DESPIERTA! —me lanzo sobre la cama, sobre el cuerpo de Chris, con mis manos aprieto sus hombros y empiezo a hamaquearlo—. ¡CHRIS!
—¡Verónica, ya, cálmate! —exige Jacky. Se lanza sobre la cama e intenta detenerme, pero antes de que logre tumbarme de la cama, Chris abre los ojos.
Estúpida Jaqueline, me haces llorar por gusto…
—¡Chris, despertaste! —se emociona Jaqueline.
—Se equivocan, ese nunca ha sido mi nombre… —responde él mientras se restriega el rostro.
—No comprendo, Chris… ¿Perdiste la memoria? —le pregunto sintiéndome muy asustada.
—No, todo lo contrario…
—¡Vero! Déjame hablar con él a solas, por favor —interrumpe Jacky.
La trigueña me agarra por los hombros, hace que de media vuelta y luego me empuja suavemente tras la espalda para sacarme de la habitación. Esta mujer ha cerrado la puerta frente a mis narices.
Me molesta… Me molesta mucho que me quieran seguir ocultando cosas. ¿Ahora también van a pedirle a Chris que no me cuente nada? Creo que estoy lista para soportar cualquier tipo de verdad, ya sé que antes tuve otra vida, ¡¿qué podría ser peor que eso?!
Trato de girar la perilla de la puerta, pero está cerrada, más eso no me detiene, así que empiezo a golpear fuertemente sobre la puerta.
—¡Jacky, abre la maldita puerta! —le grito eufórica mientras me mantengo golpeando la puerta.
Luego de unos cuantos segundos, Jacky abre la puerta mostrándome un ceño fruncido.
—¡Pendeja, ¿acaso quieres tumbar la puerta ajena?!
No le hago caso a su disgusto y le paso a un lado para ir con Chris, quien está sentado a la orilla de la cama con la cabeza agachada. Él al verme entrar a la habitación de Darío, me sonríe a boca cerrada.
—¿Sí recuerdas quien soy? —le pregunto.
—Claro, eres Verónica la gruñona, malhumorada y diosa de la grosería.
—Estúpido payaso de mierda… —No puedo evitar sonreírme, él igual lo hace.
Me alegra que recuerde todo de mí.
Me alegra que aquella sonrisa siga siendo la misma.
—Al parecer, Chris ya se está sintiendo mejor… ¿Cierto, Chris? —le pregunta Jacky.
—Sí, la verdad es que me siento como si nada me hubiera pasado.
Luego de soltar un profundo suspiro, digo:
—Menos mal… Me habías preocupado bastante.
—Sí, se te nota en el maquillaje —Chris usa una expresión burlesca—, casi puedo leer la palabra agonía bajo tus ojos.
¡Maldita sea! No me había percatado de eso.
Inmediatamente me doy media vuelta y, dándole la espalda, trato de limpiar el rímel que se ha regado bajo mis ojos.
—Veo que sigues siendo el mismo bromista de siempre, te veo muy animado —escucho decir a Jacky
—Pues sí, yo me siento normal; es más, estoy entusiasmado por salir de rumba esta noche con ustedes.
—¡Chico, eres increíble! —dice Jacky mientras aplaude animada.
Yo volteo buscando los ojos de Chris.
—¿Estás seguro que te sientes bien como para ir? Mira que no quiero que me hagas pasar pena sacándote desmayado de la disco.
—Que terca eres, mujer. Ya te dije que estoy bien.
Y así, la noche llegó. Todos salimos de los apartamentos vestidos con hermosas ropas de media etiqueta, telas satinadas, lentejuelas y mucha elegancia. Por supuesto, yo no tenía ropa para vestir en esta ocasión, fue Jacky quien me prestó este espectacular traje ceñido al cuerpo junto con unos tacones negros de considerable altura. No puedo negar que me veo fantástica, incluso Chris no pudo ocultar su cara de asombro luego de verme vestida así. Recuerdo su estúpida cara embobada y vuelvo a ruborizarme.
Nos subimos al lujoso sedán de Jaqueline y partimos rumbo a una de las discotecas que queda en el centro de la ciudad.
Desde afuera se ve una considerable cantidad de personas que están haciendo fila para entrar a la discoteca, nosotros la hacemos igual; no pasa mucho tiempo cuando logramos entrar a la discoteca sin ningún tipo de complicación, los guardias de seguridad que están bajo la puerta vieron por encimita nuestras las falsas identificaciones y nos dejaron pasar.
La iluminación de fondo es un azul ultravioleta que convierte los colores neones aun más llamativos, otras luces que se mueven al ritmo de la discoteca se pasean por todo el lugar con destellos que cambian de color. Esto está repleto de personas y comprendo el por qué, por lo que nos ha dicho Jacky, la entrada no ha sido muy costosa. Es evidente que no es uno lugar lujoso y que acere de prestigio, pero por lo animada que se ven las personas puedo decir que hay un buen ambiente.
Todos nos hemos detenido en una esquina de la discoteca, justo a un lado de un pasillo que da a hacia unas escaleras que tiene el acceso restringido.
—Parece que todas las mesas están tomadas, no veo ninguna libre —dice Jonnathan mientras recorre con su mirada toda la parte baja de la discoteca.
—Pues ya sabía que algo así pasaría —se queja Jacky—. Mira todo el tiempo que hemos demorado en salir del residencial, y todo por andar esperando a mi querido Tobías.