Capitulo 9:
Kylie.
Luego de dos semanas de arduos preparativos de parte de mis abuelos y de Isa, hoy se realiza su famosa fiestecilla medieval. Sé que me espera una noche muy pesada, por ende me llevo hasta mi habitación el bote de pastillas que me ha entregado Ava.
Tengo muchísimas cosas que hacer y ni siquiera he realizado la mitad. Entro a mi cuarto y camino hacia mi tocador para quitarme la sombra que me había hecho en el ojo izquierdo. Tomo la paleta de sombras y hago lo mismo que hice con el ojo derecho.
Al terminar las sombras, sigo con la base y el resto de la cara. Cuando finalizo, me levanto del tocador y voy a buscar a Grisel para que termine mi peinado que será un recogido con algunas ondas sueltas.
La encuentro peinando a mamá, entonces la espero mientras observo la facilidad con la cual realiza el peinado que se ve muy complejo.
Espero durante varios minutos, hasta que finaliza el peinado colocando mucho spray fijador en el cabello de mamá. Teniendo todos sus materiales acá, le aconsejo que mejor termine mi peinado en esta habitación, cosa que la hace sonreír con alivio de no tener que cambiar sus cosas de habitación.
Me siento en la silla donde anteriormente estaba sentada mi madre y Grisel comienza su trabajo. Notó que en el tocador provisorio hay muchos pasadores para el pelo que más rato estarán sujetando mi cabello.
Luego de estar mucho tiempo sentada y con mucho fijador en el cabello, me paro de la silla donde estuve mucho tiempo sentada, mientras me hacían el recogido.
Justo cuando me levanto de la silla, llega Isabella a buscarme con una señora que contrató para que nos ayudara a colocarnos los trajes.
Como si no supiera vestirme yo solita.
Camino de vuelta a mi habitación seguida de mi hermana mayor, quien segundos antes me indicó que la mujer que contrató nos espera en mi habitación.
En efecto, cuando llegamos a mi cuarto está la señora esperándonos. Mi mirada cae sobre mi cama, donde se encuentra el vestido que usaré esta noche, junto al corset y el miriñaque que se utiliza debajo del vestido para darle forma circular.
—Hola Kylie, me llamo Ana y hoy te ayudare con tu vestimenta—saluda, tendiéndome la mano.
—Hola Ana—la saludo devuelta.
—Bueno, creo que deberíamos comenzar, ya que debo seguir con las demás mujeres—comienza Ana—. Primero que todo, quítate lo que traes puesto.
Obedezco quitándome la ropa con rapidez para acabar ya con esta tortuosa situación. Una vez lista, Ana me dice que debo quitarme el sujetador para que me pueda colocar el corset. Lo hago y de manera incomoda trato de tapar mis pechos con mis brazos.
—Necesito que te apoyes en la muralla—me indica la mujer.
Hago todo eso, bajo la atenta mirada de Isabella a quien luego se le suma la abuela que entra a mi cuarto de brazos cruzados.
Me apoyo en la pared de mi cuarto y coloco mis brazos como ella me lo indica. Ana toma el corset y me envuelve en este, al principio es cómodo, mientras coloca unas cintas cruzadas en la parte de atrás. Hasta que comienza a tirar de las cintas y el corset se empieza a ajustar cada vez más.
Me ajustan varias veces el corset, tirando de las cintas que hay en mi espalda. Con cada tirada siento que pierdo la respiración y aguanto las ganas de gritar, aunque lo que no puedo evitar es soltar una que otra lagrima que disimuladamente me las limpio para no arruinar el maquillaje que me demoré en hacer.
—Ya puedes voltear—dice al terminar de apretar el corset.
Isabella me tiende el vestido y me lo pongo siendo el foco de atención de las tres mujeres que se encuentran en mi habitación, luego de esto, Ana me ayuda a ponerme el miriñaque que le dará vuelo al vestido.
Cuando todo está puesto, Ana me ajusta unas cintas doradas que cruzan por todo mi tórax, ajustando un poco más el vestido.
—Bueno, ahora Ana me ayudará a mí— dice Isa haciendo una señal de despedida con su mano, para luego salir de la habitación.
Las tres salen de mi cuarto dejándome sola en este, cierro la puerta y me apoyo en esta. Miro hacia mis pies, fijándome en el vestido, en su totalidad es de color vino tinto con detalles dorados, como las cintas que se ajustan en mi tórax. Me acerco hasta la banquilla del tocador donde reposan unos zapatos con tacón bajito, típicos de la época, a juego con el vestido.
Sé que el vestido no me acorta la respiración, porque si así lo fuera estaría muerta, pero la sensación es distinta. A pesar de ser de contextura delgada, el corset se encuentra muy ajustado para mi gusto.
Camino hacia mi cama y me siento sobre esta, aunque la acción se me dificulta gracias al miriñaque.
¿Cómo frijoles voy a montar el caballo con esta cosa puesta?
Al pensar en eso, me levanto, me aliso el vestido con las manos, me doy una rápida mirada en el gran espejo que hay en mi habitación y me dirijo a la puerta para salir del cuarto.
Cruzo el pasillo y bajo las escaleras apoyada del barandal para no caerme.