Capitulo 14
Mike:
Nunca creí en esa frase “apenas toco el agua mis músculos se relajan” hasta hoy. Luego de una larga semana, acalorada, de trabajo por fin hoy podré salir con mis amigos y olvidarme un rato de todo el mundo.
Me coloco el champú esparciéndolo por todo mi cabello, se me sale el producto y me enjabono con el jabón de cuerpo.
Cuando termino estiro el brazo para alcanzar la toalla que llevé hasta el baño para poder secarme. Me seco el cuerpo y me coloco mi ropa interior.
Y aunque tenga mi ropa interior de igual forma envuelvo la toalla en mi cadera y el torso descubierto. Camino hacia mi habitación para elegir la ropa que me colocaré por esta noche.
Me decanto por unos jeans azules y una polera vino tinto. Me visto y calzo. Me peino el cabello con las manos y me aplico loción y desodorante.
Tomo mi celular y mi billetera, aunque vayamos a casa de Alice de igual manera podríamos necesitar dinero.
Salgo de la habitación y cuando estoy por el pasillo suena un claxon desde la acera. Me acerco a la ventana para cerciorar si son mis amigos. Zaira se encuentra asomada en la ventana con medio cuerpo por fuera.
— ¡Eh, guapote! ¡Súbete, que debemos ir a ayudar a Alice! —grita mi amiga.
Me despido de manera rápida de mi familia, aunque no de todos, pues algunos se encuentran dispersos por la casa.
Salgo de la casa, cerrando la puerta tras de mí y camino a paso apresurado hacia el vehículo de Liam.
Me subo en la parte trasera, junto a Flynn, apenas cierro la puerta Liam arranca el coche con dirección a la casa de Alice.
—Hola —los saludo, luego de abrocharme el cinturón.
El camino por las calles de nuestro vecindario es ameno y corto, nos la pasamos escuchando nuestras canciones favoritas mientras Flynn y Zaira las gritan a todo pulmón.
Cuando llegamos soy el primero en bajar del vehículo, seguido de Flynn y Zaira mientras que Liam estaciona el auto. Los tres subimos el porche de la casa de Alice.
Tocamos la puerta de nuestra amiga y esta es abierta inmediatamente por ella.
— ¡Al fin llegan! —exclama al vernos.
Nos deja pasar y ella se queda esperando a que Liam vuelva luego de estacionar el auto.
Flynn abre las bolsas con fritura para depositarlas en los distintos bouls que se encuentran en las mesas que hay a lo largo de la casa e incluso en el patio.
Zaira y yo nos encargamos del hielo y del alcohol. Solo pasan unos minutos cuando Liam y Alice se nos suman en la tarea de organizar todo.
Guardamos algunas cosas que se pueden quebrar y si eso llegara a ocurrir, los padres de Alice la matarían. Cuando está todo listo nos sentamos en la sala y abrimos un par de cervezas.
Zaira es la encargada de la música, por lo que enciende el parlante grande que arrastramos hacia un rincón de la casa y la música comienza a sonar.
De a poco la gente va llegando haciendo que el espacio personal sea reducido. La casa está a rebosar, pero al ver la expresión de mi amiga no es como algo que le importe o afecte, por lo menos no en estos momentos.
Me dirijo a la cocina, en busca de Flynn que ha dicho que vendría a buscar el vodka. Lo saca de la encimera y me da una sonrisa divertida.
— ¡No sabes cuánto extrañé beber contigo! —grita eufórico.
—Haré como si no escuche ese comentario —dice Liam ofendido.
Se acerca a nosotros, Flynn me tiende un pequeño vaso y él se toma un shot junto conmigo.
Pasamos horas jugando juegos regidos por Flynn, quien se encarga de que nunca me falte algo para beber. Como le dije hace días atrás hoy quería olvidarme del mundo por unas horas.
En algún punto, Alice se acerca a mí y me invita a bailar, cosa que acepto y me dejo guiar hacia la improvisada pista de baile. Suena una canción movida, bailamos al ritmo de la música.
La canción finaliza y Alice voltea a verme, ya que segundos antes se encontraba de espaldas a mí. Se tambalea un poco, la ayudo a mantener el equilibrio enderezándola, una vez está firme su mirada y la mía se cruza por un par de segundos.
Toma mi rostro con sus manos y me acerca hacia ella. Se lo que pretende hacer, la mayoría de las veces que se emborracha hace algo parecido. Pero a mí no me gusta ilusionarla y menos aprovecharme que esta borracha.
—Alice, sabes que no puedo corresponderte—le digo arrastrando mis palabras, por lo mucho que he bebido.
Ella hace un puchero ante mi negativa pero a pesar de mi estado me mantengo firme sobre mi decisión. La alejo con sutilidad para que no se estreche contra el suelo.
—Solo un besito—dice con dificultad—, nada más que eso.
Niego con la cabeza. La alejo de la multitud, sacándola de la pista de baile improvisada. Me debato si subirla a su habitación o no.
Si la subo, quizás intente bajar a la fiesta nuevamente y podría caer por las escaleras. Además, no creo que pueda subirla con facilidad sin caernos los dos escaleras abajo.