Síntomas de mí

VII - Mi primer amor.

- ¿Cuál fue el próximo? ¿Cuál fue tu siguiente deseo? Alguno más debiste tener. Cuéntame, quiero saber cómo hacer para tener el mío propio. 

-Sí, claro, como si fuese así de sencillo. Pasó mucho tiempo para eso, el suficiente para creer que nada de aquello había sido real, solo certeras coincidencias que así lo hacían parecer, el caso es que no solo me había liberado de ser encerrado en un manicomio como un loco, sino también de mis miedos, esos que nunca cesaban. Al no padecerlos, fui capaz por fin de lograr algo que siempre había querido, integrarme en la sociedad, integrarme y ser igual al resto de los jóvenes que conocía, sociedad que, aunque no me aceptaba por completo, tampoco me rechazaba del todo. Fue en ese entonces cuando la conocí. 

- ¿A Ev o a otra chica trastornada e inútil como tú?  

- No, no era Ev, pero sí la chica más hermosa que jamás había visto, y al instante de conocerla, sentí una inevitable atracción por ella que era más fuerte que yo, atracción que nunca había sentido por nadie. Éramos dos polos completamente opuestos, y solo yo era atraído hacia ella, en tanto ella permanecía estática en su sitio, sin intenciones de obedecer la ley de Faraday. Obvio, ¿cómo podría sentirse atraída hacia mí, si ni siquiera notaba mi presencia?, no tenía la más mínima idea de mí, sin embargo, yo lo sabía todo sobre ella, hasta el último de los detalles. Me repetía una y otra vez la misma pregunta ¿cómo hacer que me note, que se interese en mí? ¿cómo hacer que me vea del mismo modo en que la veo yo? Solo pensaba en cómo hacerla mía, poseerla por completo, y embarazado de este pensamiento, pude concebir una idea que decidí llevar a cabo para darle fin, bueno, no creo que la palabra correcta sea fin, más bien un comienzo a mi deseo de tenerla. 

- ¿Tu deseo de tenerla? ¿Fue ese el próximo que pediste? ¿Entonces es cierto que podías tener lo que quisieras? 

- Exacto, lo comprobé momentos después. ¿y dónde crees que lo fui a pedir? 

-No sé a dónde, pero sí a quien, se lo fuiste a pedir a la misteriosa voz. 

- Al mismo lugar que fue concedido el primero, ese lugar donde me quité una vez la vida, único lugar donde podía encontrar paz, donde también encontraba esa voz. Sí, ese lugar era el baño, el cual poco a poco fui convirtiendo en una especie de santuario para mí, en el que encontraba la calma y concentración para levantar los complejos velos que cubrían el camino a transitar entre yo y esa voz que con ansias quería volver a escuchar, la misma que hizo realidad mi primer deseo. Como si se tratara de un ritual, repetí exactamente los mismos pasos de la primera vez, ahí me encontraba parado frente a ese espejo nuevamente; el que aquella vez apenas podía sostenerse por sí mismo, ahora estaba revitalizado y parecía expresar emoción al ver cómo fijamente observaba mi reflejo en él sin siquiera poder pestañar, localizando cualquier tipo de rastro de voz ajena a la mía dentro de mi cabeza. Sin darme cuenta, mi cuerpo estaba inmóvil, completamente en pausa, y mi reflejo era una imagen congelada.  En cambio, mis pensamientos no padecieron los mismos síntomas de mi cuerpo, se seguían reproduciendo, no como de costumbre sino de ese mismo modo en que esperaba impacientemente que lo hiciesen, con una voz ajena: 
“Ha pasado tiempo, se te ve algo cambiado, has crecido mucho, ya no eres un niño asustado, ya estás casi listo para ser cosechado. ¿Qué quieres esta vez? ¿amor? Conozco tu deseo, ¿por qué tardaste tanto cuando sabes que aquí puedes hacer realidad todo lo que desees?, sí, no son coincidencias al azar, en verdad podría cumplirlo todo, como esto que ahora deseas, pero, ¿me darás algo esta vez? ¿lo harás? Conoces las reglas, sabes el precio, no pido mucho, puede ser algo simple, lo que quieras. ¿qué te parece si me das tu fragilidad?, a nadie le gustan las personas frágiles, estoy convencido de que ella no será diferente, eso te hace débil ante los ojos de cualquier persona ¿quieres seguir siendo frágil? ¿qué te parece si es eso lo que me das?” 
Hecho, es toda tuya mi fragilidad. Eran tan grandes mis ganas de estar con esa chica, que le entregué lo que me pidió sin dudarlo siquiera un instante. 

- ¿Resultó? ¿la hiciste tuya? ¿la lograste poseer? ¡Claro que sí! Tu podrás ser un flojo, pero quien cumplía tus deseos parece que no. 

- Sí, fue mía por completo, fue completamente mía. 

- ¿Entonces por qué lo dices en ese tono? ¿tenías lo que querías o no? ¿acaso no era tu deseo estar con ella? 

- Sí lo era, pero las cosas no terminaron bien, o como yo esperaba. Nunca nos llegamos a entender. Ella era mía y solo mía, la amaba con locura y dependía de ella como la ola depende del mar para poder ser. Pero ella, ella a mí no me amaba y no comprendía cómo podía continuar atada a mí, sin lograr sentir por mí lo mismo que yo por ella. En cambio, yo sí lo sabía, conocía la respuesta a su pregunta. Solo estaba conmigo porque fue lo que deseé, y lo comprendí, comprendí el fracaso de mi deseo. Solo deseé hacerla mía y poseerla, que me perteneciera como le pertenece a una flor su aroma o a una rosa sus espinas. Jamás deseé que me amara, solo que fuese mía, y así fue como se convirtió en una propiedad sobre la cual solo yo tenía el derecho. Con el paso de los días era cada vez más infeliz, notaba cómo por culpa de mi amor se iba consumiendo poco a poco sin opciones de liberarse de ello por sí misma. No podía verla así, en ese estado tan decadente donde su ser se apagaba como la luz de una vela cuando reconoce que se acerca su fin y sabe que jamás volverá a ser prendida para quedarse a oscuras por toda la eternidad. Era absurdo, ¿cómo puede ser que amar a alguien le provocara tanto daño?, daño que, si continuaba,no tendría reparación. Inconscientemente y ajeno de lo que pasaría conmigo, la dejé ir, otorgándole la libertad que jamás tendría estando conmigo. 

- Debió ser un alivio para ti deshacerte de esa carga pesada, seguro al dejarla libre te sentiste mucho mejor. 

- ¿Mejor? ¡No! Lo único que podía sentir era arrepentimiento, mucho arrepentimiento, no podía soportar la idea de no tenerla, y dolor, un hiriente dolor, un dolor tan grande que me sería imposible describir. Fue tan grande el sufrimiento que me consumió por completo, me dejó en total agonía, únicamente comparada con aquella que padecía cuando apenas era un niño, solo que en este caso el único culpable de su causa era yo. 

- ¿Y cómo te recuperaste? ¿De qué modo pudiste hacerlo? 

- ¿Cómo crees, mi querido Rojo? Del único modo que conocía hasta el momento. Era tan desgarrador mi sufrimiento que opté por la opción más fácil. Tras liberarla de la jaula en la que me había convertido para ella, comencé a caer en un abismo sin fin. en el que a medida que iba cayendo, se incrementaba mi sufrimiento en vez de cesar, rápidamente se hacía más y más intenso, como el calor abrasador que va produciendo el sol mientras alcanza su punto más alto en el día más caluroso de todos los veranos. Regresé a mi santuario con el alma en pena y el corazón destrozado, acompañado solo por mi autocompasión, aun así, esto no impidió que comenzara mi meticuloso y particular rito, que esta vez no tuvo nada de meticuloso ni particular. Solo me paré frente al espejo y logrando una instantánea y perfecta sintonización, pensé con esavoz ajena: 
¿Tan pronto por aquí?, me alegra mucho volver a verte. Estoy seguro de, como siempre, saber qué deseas, no sufrir jamás, ¿no es así? deseas que arranque esa sensación de ti, sufrimiento que solo es el resultado de tu amor, ese amor que puedes llegar a ser capaz de sentir por otras personas. Solo eliminando la causa, podremos eliminar su resultado. Seguro estoy que deseas no amar jamás.  Si ese es tu deseo, con gusto lo concederé, y mi pago, no te preocupes por él, soy tan generoso que mi pago será tu propio deseo a la vez. 
Hecho, nadie como tú para comprenderme, le respondí a mi reflejo una vez que se hizo ausente en mis pensamientos esa voz, amor es algo que jamás quiero volver a sentir, ¿cómo querría volver a amar?, ¿cómo querría volver a sufrir así? De ninguna manera, dije ya con pensamiento propio, y mientras apartaba la mirada del reflejo de mi rostro, pude ver cómo este sostenía una macabra sonrisa en su boca, como si se saboreara de las pequeñas migajas que en ella quedaron del dulce que apenas instantes había robado a un niño sin que se diera cuenta, aprovechándose de su ingenuidad. No recuerdo haber reído, quizás fue inconscientemente por el instantáneo alivio que sentí, estaba curado de mi dolor y nada más importaba, no quedaba mínimo rastro de él en mí. No fui capaz de percatarme de lo que realmente había ocurrido, de ese terrible error que en ese momento cometí, no hasta más adelante. 

- ¿Qué error fue ese que cometiste? No consigo descubrirlo. ¿Cómo puede ser un error librarse del sentimiento que tanto dolor provocaba en ti? 

- Tranquilo, Rojo, entiendo que no lo hagas, no sabes lo que es amar, no tienes la capacidad de poder hacerlo, nunca lo has hecho y solo aquellos que lo hicieron, saben lo que es. Como también saben que una vida sin él no es vida, es solo andar sin rumbo persiguiendo la sombra de lo que un día fue, llenando tu mente de frustración a cada paso que das por no poder alcanzarla. Sombra que se desvanece en frente de ti sin ni siquiera existir porque no tiene una luz que la provoque. Rojo, no sé si lo has notado. 

- ¿Notar qué? …como hablas y hablas y no le encuentro sentido a nada de lo que dices... 

- No, Rojo, notar que esta historia ya no es solo mi historia, comienzas a formar parte de ella, ¿o no notaste que ya no podía sentir miedo, temor, sufrimiento, ni siquiera ser capaz de amar, justo como tú? 
 




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