Síntomas de mí

XV - Escapando del pasado.


- Pactamos estar el resto de nuestras vidas juntos, incluso después de la conclusión, y sin importar cualquiera que fuese el obstáculo que se interpusiese en nuestro retorcido camino, permaneceríamos siempre juntos haciéndonos felices el uno al otro. Yo solo dependía de ella y ella no sabía ser sin mí, lo que nos convertía en una dependiente y necesitada aleación. Por desgracia las cosas no salieron como lo esperamos, fui un iluso al creer que sería tan sencillo. No solo estaba haciendo lo que tanto quería, que era amar, también se despertaban otros sentimientos en mí. La culpa, la angustia y el remordimiento por todo el dolor y el daño que a mi paso por la vida de otras personas había causado, eran apenas los primeros en salir a flote dentro de mí. En las noches, mientras Ev me intentaba consolar, no me dejaban dormir. Siempre me ponía su ejemplo, el modo en que a diferencia de lo que le hicieron a ella, yo les daba un propósito al cual servir en el que encontraban satisfacción mientras lo hacían, y en el caso de mi familia, me ayudó a convencerme de lo merecido que se lo tenían, porque ellos en vez de comprenderme y ayudarme, solo me encaminaron a ser quien era. Como si esto fuera poco, en mis sueños reapareció con furia voraz y amenazante imposición, aquella voz que en varias ocasiones cumplió todos mis deseos. Esa misma que yo creía que había abandonado todo tipo de interés en mí, reclamando su absoluto derecho sobre todo aquello que le entregué y que sin permiso ninguno le comenzaba a arrebatar. No quería mediante opción alguna, permitir que conservara esos sentimientos que en un principio me pertenecieron solo a mí. Insistía mucho en lo imposible que sería tenerlos de vuelta debido al cumplimiento de su parte en nuestros pactos, destacando sobre todo el último que habíamos hecho, la última vez que la pensé. Insistía muy enojada en que debía cumplir con lo acordado o de lo contrario haría todo lo que estuviera a su alcance para eliminar, no eso que ambos queríamos, sino a lo que me hacía posible permitírmelos.  

- ¿¡Qué esperabas!? Demasiado compasiva fue al darte la oportunidad de elegir. Fuiste más que ingrato, no solo querías recuperar algo que no era tuyo, por lo que habías sido espléndidamente retribuido, sino que estabas faltando a tu palabra. ¿Cómo podías siquiera pensarlo después de lo que hizo por ti, después de ser la única en estar de tu lado cuando nadie más lo hizo? En verdad, dime qué esperabas, fuiste un imbécil al creer que te permitirían recuperar todo lo que entregaste así sin más, algo sobre lo que ya no poseías ningún derecho. 

- Ese fue el comienzo de mis problemas con Ev. Esa incomparable mujer que parecía haber sido estrictamente creada para mí. No podía permitir que algo malo le sucediera y mucho menos después de todo lo que desde pequeña le tocó sufrir, así que decidí cumplir con lo que esa voz me pedía y que se presentaba en mis pensamientos después de tanto tiempo, con la debida cautela de que Ev no lo notara, yo quería evitar que se diera cuenta. Salía tarde en las noches, cuando ella se encontraba dormida, para ni siquiera tener que justificar mis actos, convertido en quien solía ser, en busca de quienes se convertirían en mis nuevas víctimas; solo que esta vez no sería al azar, sino que daría caza a esos que aun andaban impunes por los daños causados a Ev, esos que no estuvieron presentes en la noche de nuestro destinado encuentro,  por los cuales ella seguía sintiendo temor debido a que alguno fuese capaz de tomar represalias en contra nuestra. Aunque me había decidido a no hacerlo más, lo tuve que hacer, y contra todo pronóstico me seguía cautivando el proceso. Me encantaba ser ese al que nada ni nadie le importaba, ni a nada temía, y podía tenerlo todo a su alcance, aunque ahora seguía prefiriendo más amar y ser amado, y esa confrontación de pensamientos provocaba una guerra de personalidades en mí, al punto de no poder esconderlo más de ella:  dejé al descubierto todos mis trastornos ante Ev. Ella tenía ya ciertas sospechas, pero no lo quería ver, aunque era perjudicada por mis acciones que le provocaban lo único que yo no quería para ella: sufrimiento, daño emocional, tristeza y dolor en su alma. Fue así como en una de esas ocasiones surgió el nombre del personaje que en mí representabas, de ese en quien me convertía, ese que más que una personalidad en aquel entonces, es ahora una materia que encontró la manera de hacerse presente en este lugar; ese en quien me transformaba cuando sus palabras temerosas decían: prométeme que no te trocarás más en Rojo, si en verdad significo algo para ti, prométeme que no lo volverás a hacer´ Me era muy fácil ser tú, pero luego de quedarme tan a gusto tras consumir a alguien, era inmensamente difícil para Ev hacer que volviese a ser yo. Las personas a nuestro alrededor se comenzaban a preguntar quiénes éramos, mostraban mucho interés en nuestra conducta social a la vez que la rechazaban por completo. Llamaban mucho la atención mis frecuentes episodios de conductas disfuncionales a los que ellos llamaban bipolaridades, con alto riesgo para la comunidad en la que estábamos viviendo, donde Ev y yo nos habíamos decidido asentar. Sumémosle a eso un rastro de migas conformado por los desechos de mis perversas víctimas, que conducía a nuestro hogar. No toleraba verla así, nada de lo que intentaba parecía resultar, debía resolver nuestra situación del modo que fuera, pero con el suficiente cuidado de no seguir lastimando a Ev, y cuando salí tuve una fascinante idea. ¿Por qué no ir en busca de ese maravilloso lugar que en una ocasión pude ver a través de aquel espejo, y que era tan especial y parecía tan atractivo para habitarlo? ¿Por qué no comenzar nuestra historia allí? Era perfecto para dos personas como nosotros, solo nos necesitábamos el uno al otro y nada más. Esa era una idea perfecta, pero aún tenía dos desasosiegos. No estaba seguro de si Ev me quería acompañar, dadas las circunstancias en que se debía realizar tan definitivo viaje, y tampoco tenía la certeza de que, yendo allí, podría deshacerme de esa voz que me reclamaba eso que ambos queríamos, porque provenía del lugar a donde iríamos. Era una seductora solución, pero aún demasiado incierta. Era apenas una idea inconclusa.  

- ¿Cómo la convenciste? Estoy más que seguro que con lo débil que te hacía ella, no tuviste el valor de marcarla para lograr tu propósito, que hubiera sido el camino más fácil. Cuéntame cómo lo lograste.      

- Su reacción al proponérselo fue completamente opuesta a la que esperaba, a la que yo pensé que sería. No se opuso a la idea, todo lo contrario, fue tal su aceptación que incluso fue suya la propuesta de cómo realizaríamos el viaje a ese sitio y del modo en que lo haríamos. 

- ¡Vaya, eso sí que no me lo esperaba!, ¡Mucho debió amarte para estar de acuerdo con tan importante y determinante decisión! ¿Pero la voz? ¿Qué harías con ella? ¿No era esa tu otra preocupación? 

- Ya lo ves, Rojo, ¿cómo dudar de su amor?, es tan grande que no solo se decidió a acompañarme, sino que también me ofreció eso otro que más amaba aparte de mí para engañar a esa voz que parecía ser ya la única que nos impediría ser felices mientras durara nuestra eternidad. ¿sabes qué hizo, Rojo? Me dio una prueba de que lo que sentía por mí era auténtico, me ofreció a sus padres, esos que aún le permitían seguir formando parte de una familia, a los cuales nunca había dejado de amar y extrañar, a los que había perdonado por haberla abandonado a tan corta edad en manos de quien tanto daño le hizo, ese que tanto la hizo sufrir. Ella no les guardaba rencor por lo sucedido, no los culpaba de nada y me asombraba cómo era capaz de continuar amándolos y aun así ofrecérmelos para juntos cumplir nuestras metas. Me eligió a mí por encima de ellos. Era el engaño perfecto para simular que ella ya no me importaba en lo absoluto, y sin la única persona que me hacía sentir, volvería a ser quien la voz quería y me exigía que fuera. Consumir a los padres de Ev era el engaño perfecto para hacerle creer a la voz que la persona que me proporcionaba lo que ella reclamaba, sería excluida de mi vida de una vez y por todas. No nos fue muy difícil dar con su ubicación. Vivían en las afueras de un apartado pueblo, aislados del resto de sus habitantes, en la misma casa en que la madre de Ev la parió. Sus condiciones no eran las mejores, podría decirse que eran desagradables, sin aspiraciones a nada, consumidos por la propia vida que ellos habían elegido vivir, como si estuviesen siendo ya castigados por sus actos del pasado, lo que me hizo dudar un poco acerca de nuestros planes, que los incluían a ellos, pero mi Ev no lo hizo, ella ni por un segundo dudó, ella se mantuvo con firme decisión respecto a lo que nos proponíamos hacer. Ya estando ahí tocamos a la puerta, nadie contestaba, estuve a punto de desistir, pero Ev tocó aún más fuerte, se negaba a perder la más inmediata oportunidad que nos podíamos permitir para comenzar de cero. La puerta fue abierta de un tirón por ambos señores, embravecidos con la persona que tocaba a su puerta, y con la misma brusquedad que la abrieron, sus rostros palidecieron al ver que quien lo hacía no era más que esa mujer en la que se había convertido su pequeña hija. La mirada de sus padres se inundó en lágrimas culposas, a la vez que la abrazaban con desespero y tartamudeando los dos, entre sollozos, le rogaban una y otra vez por su perdón, por lo que le habían hecho, por haberla abandonado, aunque estaban ajenos a todo lo que Ev verdaderamente pasó tras ellos dejarla con su amado tío. Fue en realidad un reencuentro hermoso, fuimos bien recibidos, mejor de lo que esperaba, en mi mente veía a los padres de Ev como dos crueles personas que la habían abandonado sin más, pero tras ver tanto arrepentimiento, cambié de opinión. No estoy seguro de si fue o no un intento de justificarse, pero le contaron la vergüenza que sintieron los dos tras abandonarla, vergüenza que solo alimentó sus voraces vicios, que los incapacitaron por algún tiempo de cuidarse ellos mismos. Cierto que no tenían excusas, pero esa era la razón por la que decían no haber regresado, cuando seguro Ev se encontraba mucho mejor bajo el cuidado de su tío, que les había prometido que nada le ocurriría a la niña mientras permaneciera junto a él. Ev prefirió no contar nada, no en ese momento, ya que los veía tan felices por su inesperado reencuentro, y más porque estaba consciente de que sería la última vez que los volvería a ver. Nos invitaron a quedarnos a cenar y pasar la noche para descansar y poder disfrutar un poco más de la compañía de su hija, de mi amada Ev. ¡Vaya que fue tensa esa noche para mí! Era hora de hacer mi parte, que no sería sencilla, tenía que ser algo notorio, trascendental, que realmente convenciera mis intenciones de hacerle daño a Ev, la que decidió formar parte del proceso para hacer parecer más auténtica nuestra simulación. Antes de irnos a dormir, los convocó a la cocina, les agradeció expresándoles la suerte que tenía de ser su hija y por lo que ellos sin saber harían por nosotros, les pidió un abrazo entre todos para celebrar su reencuentro y mi iniciación en la nueva familia, abrazo en el que yo debía encontrar la oportunidad para poder marcarlos. No me sentí a gusto cuando lo hice, raros recuerdos saturaron mi mente, de cuando también marqué de esa manera a mi familia. Ahora, tampoco me resistí, ni siquiera lo intenté. Y una vez que lo hice, que los marqué, fríamente les pedí:  "Necesito que me complazcan, necesito que escuchen bien todo lo que su hija les tiene que contar, y mientras lo hace, sentirán lo mismo que ella sintió desde el día en que la abandonaron hasta el día en que la encontré. No se permitirán ignorar ni pasar nada por alto, ni el más mínimo y simple de los detalles de lo que ella les va a contar. Necesito que se acomoden para que puedan escuchar muy bien toda su historia, de todo por lo que pasó. Después de hacerlo, si lo pueden soportar y vivir con ello, será solo su elección."  
Ev se sentó frente a ellos, y en calma, con detallada precisión, les comenzó a contar. Fue suficiente con decirles las reales intenciones que tenía su tío con ella a pocos días de ellos dejarla, para que se comenzaran a derrumbar desde sus cimientos, como si cada palabra que Ev dijera, fuera una catástrofe producida en dos viejas ruinas. Comencé a dejar de sentirme culpable por haberlos marcado, por las consecuencias que eso traería, y humildemente lo empecé a disfrutar intensamente con ansias de más, esperando impacientemente lo que estaba por venir. Apenas estábamos rompiendo la corteza de ese exquisito pastel, esos de los que a simple vista sabes que son más deliciosos de lo que se ven. A medida que Ev avanzaba en su historia, se le hacía más difícil ver a sus padres agonizando al escuchar lo que ella les contaba, viendo cómo eran incapaces de evitar prestar más y más atención a aquellas crudas palabras que en sus mentes causaban profundas heridas. En cambio, yo sí que estaba a gusto, no sé en qué momento pasó, me encontraba enardecido viéndolos cómo se torturaban ellos mismos con las cosas que les contaba su hija, de las que eran los únicos culpables, fue lo que en ese momento sentí, pero no soy capaz de distinguir si eras tú, o era yo quien lo disfrutaba, lo que sí te puedo decir es que me cautivó demasiado verlos así, castigándose por las consecuencias de sus actos y decisiones. Parecían dos enormes cebollas a las que con cada detalle de la historia que Ev les revelaba, les fueran arrancando cada una de sus capas, dejando al descubierto las más finas y sensibles, haciendo llorar a todos con mayor intensidad a medida que esto ocurría, a todos menos a mí, ¿cómo iba yo a llorar con tan exclusiva representación? Entre sollozos, gestos y gemidos, Ev les terminó de contar la vida que le había tocado vivir, esa que ellos, sin ser supuestamente culpables, le impusieron, y una vez que lo hizo, nada los pudo retener donde se encontraban sentados, a esa voluntad de ellos que había sido impuesta por mí. Se levantaron de un salto instintivo golpeando sus cabezas con ambas manos ellos mismos y el uno al otro simultáneamente, intentando callar las voces que dentro de ellas no dejaban de gritarles lo culpables que eran por lo sucedido a su hija, culpables de los abusos, los maltratos y las torturas por las que tuvo que pasar Ev, y que duraron meses, años, para ella una eternidad, mientras los padres, en comparación con su hija, vivían plácidamente. Su madre fue la primera en mostrar que no podía soportar todo lo que ahora sabía y menos lo soportó su débil corazón, que decidió no ser cómplice de tanta culpa y explotar dentro de su pecho antes de cargar con ella, dejando como prueba rastros de él por fuera de su cuerpo, el que al instante cayó de golpe al duro suelo. Y su padre, convencido de que golpeando su cabeza aún más fuerte de lo que ya lo hacía, lograría callar el insoportable ruido que le retumbaba, se comenzó a tirar contra las paredes a su alrededor, con una fuerza brutal, sin tener éxito alguno. Golpeó y golpeó una y otra vez, en cada intento era mayor la fuerza con la que se golpeaba, y con cada golpe aumentaba también el ruido dentro de esa cabeza que ya no lo lograba retener en ella por un instante más, dejándolo escapar en el último golpe que le dio. No solo escapó de su cabeza todo ese ruido que masivamente lo atormentó, sino también aquello que dentro de ella le permitía ser quien era, dejando en evidencia su culpa, esparciendo todos sus pensamientos por cada centímetro de la pared contra la que se golpeaba.  
Ev demostró ser muy fuerte y merecedora de estar a mi lado, no solo soportó ser testigo de lo que acababa de suceder, sino que ayudó a que ocurriera. Simplemente lo reprimió, no dijo ni una palabra, ni siquiera se atrevió a mirarme a los ojos, sabía que lo había disfrutado desde el comienzo, y como era parte del plan, creo que se resignó a echármelo en cara. Ya la parte de distraer a la voz estaba hecha, así que continuamos con el siguiente paso: abrirnos camino hacia lo que sería nuestro nuevo hogar. La verdadera razón por la que estábamos ahí. Nos agarramos de la mano y fuimos directamente a darnos una ducha, nos desvestimos luego de estar completamente empapados, sin prisa, abrazados, apoyándonos uno en el otro. Ni siquiera nos preocupamos por limpiar el desorden dejado a nuestro paso para lavarnos el uno al otro, limpiándonos de cualquier mancha o rastro que nos pudiese mantener anclados a nuestros pasados. Fuimos uno en el proceso, nada se podría comparar con Ev, la forma en que hacíamos el amor y ella iba conquistando cada trozo de mi cuerpo, al que le era imposible resistírsele y me volvía totalmente suyo. Salimos del baño sin ropa, la verdad no la necesitábamos en el lugar al que nos encaminaríamos. Nos encontrábamos en completa desnudez, solo empapados con el agua que había lavado nuestros cuerpos como si fuéramos dos niños de camino al canal del parto, para en otro sitio renacer libres de todo pecado, pena o sufrimiento. Decidimos hacerlo ahí, en ese mismo lugar, en esa misma casa, en el mismo cuarto que resguardó a Ev cuando nació. ¿Para qué perder más tiempo? No había necesidad de malgastar ni un minuto más en ese plano en que nos encontrábamos. En el cuarto ubicamos un espejo en el techo, justo encima de la cama, para así cuando nos quedásemos dormidos, hundirnos en el reflejo del lugar donde al abandonar nuestros cuerpos, esperábamos renacer tal y como lo habíamos planeado. Era un viaje sin equipaje, no llevamos nada con nosotros más que lo necesario, yo a ella, ella a mí, y un viejo cuaderno que le pertenecía a Ev donde dejaríamos plasmadas todas nuestras hazañas, las que realizaríamos juntos en ese lugar.  Ev estiró su brazo hacia una pequeña mesa de enfermeras con la que jugaba cuando era niña, que se encontraba al lado de la cama, para alcanzar dos frascos llenos de una mezcla de las pastillas y drogas más fuertes que conocíamos, las que eran suficientes para que un centenar de personas nos acompañaran en nuestro viaje, incluso si las consumían en pequeñas dosis. Sin dudar las tomamos de un tirón, todas juntas, y al hacerlo me sentí muy feliz. Era la felicidad de saber que con Ev volvería a nacer. El efecto fue inmediato, dominante, se apoderó de mí al instante, mostrándole a mis adormecidos ojos antes de cerrarse del todo, mi reflejo junto al de Ev, y detrás de nosotros, cómo nuestro lecho se iba transformando en aquel lugar tan añorado. Felicidad, solo podía sentirme feliz esta vez junto a Ev por no tener miedo, incluso antes de nacer. Así fue como terminamos aquí, buscando un lugar encontramos otro, quizás la desesperación de dejarlo todo atrás y no tener que hacerte frente, quizás debí hacerlo en el mismo baño donde todo comenzó. No entiendo si tantas han sido las veces que lo he intentado, por qué sigo terminando aquí en el mismo lugar, de la misma manera, siempre separado de mi Ev, contigo. Repitiendo el mismo error una y otra vez, el cual no parece querer darle una conclusión a mi historia de vida, saboteando cada vez que se repite, mi único propósito de ser feliz.  

- Sigo teniendo la misma opinión sobre esta versión de ti en la que te has convertido, no quisiera ni pensar que pudiera convertirme en ti, en ese que ahora eres y si algo tengo claro después de todo lo que me has contado, es que ya no quiero regresar contigo a ser quiénes éramos para volver a terminar como tú. Prefiero estar por mi cuenta, no le temo a ese vacío del que hablas, más le temo a convertirme en ti, pareces ser tú quien ha sido marcado por Ev, buscando en todo momento la manera de complacerla y hacerla feliz, aunque esto te lleve a enfrentarme, con el único propósito de encontrarla sin siquiera saber si ella hace lo mismo por ti, sin tener la certeza de que ella se encuentra aquí.  

- ¿Cómo no lo iba a estar? Emprendimos el viaje juntos, yo estaba a su lado y ella prometió estar siempre junto a mí. Rojo, por favor, libérame de este encierro, si ya no soy útil para ti, no veo la necesidad de que me retengas aquí, por favor Rojo, déjame ir, necesito encontrar a mi Ev, necesito abrazarla y que ella me abrace, saber que está bien, necesito de ella para poder ser feliz. 

- Será como desees, me he dado cuenta de que eres inservible para mí. Abriré esas puertas para ti, para que continúes tu búsqueda, tan necesaria para ti, que se ha convertido en la razón de tu mísera existencia. No te puedo decir qué habrá del otro lado, puede que jamás haya estado ahí, estarás solo por tu cuenta, estarás solo tú, sin mí. Tú y solo tú. 

- Gracias Rojo, aprecio mucho tu comprensión, eres mejor persona de lo que crees. Toma, aquí tienes mi diario, tiene algunas páginas donde solo escribí cosas incoherentes, no las vayas a arrancar ni te deshagas de ellas, quizás las lleguemos a necesitar, para si un día otra versión de mí se pierde en su ego y como yo, termine aquí.  Aún tiene muchas hojas en blanco, creo que te podrán ser útiles si al estar solo durante algún tiempo, comienzas a perder la razón. Ya sabrás qué hacer con ellas. Te deseo suerte y ojalá nunca más nos tengamos que volver a ver. Adiós. 
 




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