Síntomas de mí

XVI - "Rojo" ¿Principio o fin?...

- ¡Vaya, lo que tenemos aquí, es el diario de Ed!, he estado tan ocupado durante tanto tiempo, que pensé que se extendería hasta el infinito, que lo había olvidado. No creo que mi existencia dure por mucho más aquí, presiento que se acerca mi impuesto fin, mío y de todo aquello que en este lugar he construido, así que haré lo posible por explicarte lo que encontrarás. Imagino que si has hallado esto y lo has leído detenidamente varias veces, ¡pobre infeliz!, será que has fracasado una vez más intentando salir de aquí junto a tu Ev. La última vez que nos vimos creíste que te dejaría ir sin más y retomar tu búsqueda donde la habías dejado, ¡ingenuo de ti!, no por creer en mí sino por creer en Ev de manera tan ridícula y absurda.  
Ed, ella, al contrario de lo que crees, nunca te ha acompañado a este lugar, ni a este ni a ningún otro sitio, jamás sentí su presencia más que en ti, en tus recuerdos y en ese amor tan ciego que sientes por ella, pero cuando me contaste cómo ocurrieron las cosas, fue cuando pude darme cuenta de que solo te utilizó, se aprovechó de ti, de lo que eras capaz, sin darte cuenta de la forma en que estabas siendo manipulado debido a lo que te hacía sentir. Sentimientos que tú siempre habías añorado y creías reales, y lo eran, pero solo de tu parte, la persona que te los proveía era más falsa que la propia mentira y tal como lo hicieron con ella, supo ella jugar contigo haciendo uso de ti para sus propios fines, fuiste el instrumento de su metódica venganza, de la cual serias tú el único autor de los hechos y ella saldría impune, sin la necesidad de embarrar sus manos o su conciencia, para cuando de una vez se deshiciese de ti, poder ser libre de todo, y en las noches conciliar el sueño sin remordimiento alguno. Tú solo hiciste lo que siempre habías hecho, con la diferencia de que tus víctimas inconscientemente no eran elegidas por ti, sino por Ev, si, esas que quedaron impunes por el daño que le habían causado y por supuesto, sus padres, esos que en un principio fueron la causa de todo lo que tuvo que soportar. No pienso pedir perdón por antes no contarte, si no lo hice fue para utilizar el tiempo que te tomaría retornar aquí, como siempre lo has hecho. En ese tiempo podría construir un hermoso sitio como ese del que hablabas para que juntos pudiésemos ser el mismo y disfrutar de las ventajas que eso nos ofrece, al igual que las ofrece este misterioso lugar, que estoy seguro que en estos momentos te fascinará. No me fue muy difícil crearlo, ya sabes cuán absurdas son las cosas por aquí, solo necesité seguir tus pasos, calma, tiempo y mucha paciencia. Debes preguntarte cómo lo conseguí, pues como ya te dije, gracias a ti, tú me mostraste el camino, me ofreciste el conocimiento y me diste una guía de cómo lograrlo. Sabía por dónde comenzar, lo que necesitaba para empezar a crear lo que sería nuestro perfecto hogar. Mi único problema eran los recursos y casi al desesperarme en la búsqueda, los sentí, eran débiles, pequeños y frágiles, pero aun así los sentí, a pesar de encontrarse en otra parte muy distante de aquí. Esos recursos se encontraban dentro de un prematuro corazoncito que daba sus primeros latidos, estaba intensamente conectado con él, era el elegido para servir de energía a mi añorada creación. De él extraería lo necesario para darle formas a las desmoldeadas sombras que aquí habitaban y transformarlas en cosas bellas, como mismo me transformaste tú a mí cuando era una de ellas. Fue así que me dediqué por completo a hallar el modo de adueñarme de ese pequeño corazón, sin descanso, sabía que con él me sería suficiente, pero ni siquiera había nacido, de momento eran solo latidos. ¿Cómo hacerle saber a quien lo llevaba en su vientre que lo quería solo para mí, que haría lo imposible para que me perteneciera? Era prácticamente imposible, estábamos en planos diferentes, sabía de su existencia, pero no la podía ver ni palpar, solo podía alcanzarla del mismo modo que una vez llegaron a ti, y justamente eso fue lo que hice durante muchas de esas noches en las que la angustié. Pasaba horas en el cuarto en que una vez te encerré, la conexión se hacía más intensa allí y en abrumante silencio me trasladaba a sus pensamientos dejándole bien claro a esa mujer que el ser que crecía dentro de ella, una vez que naciera, me pertenecería solo a mí, sin la posibilidad de que ella pudiera conservarlo. Esa mujer no se lo tomó muy bien y menos en su estado, que agudizaba su instinto protector, enferma por la idea de no poder explicar qué era aquello que quería arrebatarle a su hijo, dejó de dormir; creía que si se mantenía despierta, dejaría de escucharme, pero ¿qué crees?, fue mayor mi insistencia, así que no lo consiguió. Cuanto más me evitaba, más yo insistía, lo que la llevó a querer quitarse la vida junto con la de su hijo, prefería esto a que su bebé cayera en las garras de algo que era capaz de semejante maldad. Eso me obligó a dejarla en paz por un tiempo. Producto de sus paranoias, causadas por mí, decidieron internarla para que no volviese a atentar contra su vida ni pusiera en riesgo la de su pequeño. Estuve ausente de sus pensamientos por unos meses, los mismos que demoró en ser liberada de su encierro para dar a luz. Ya no era un frágil corazón de débiles latidos, no, era un niño hermoso del que aún no podía extraer lo que necesitaba. Primero debía dejarlo sentir, para con esos sentimientos suyos darle vida a lo que sería mi creación. No lo podía dejar cerca de su madre, ella era la única que podría interponerse en mis planes, por lo que la volví a perturbar, ahora con mayor intensidad, de una manera más despiadada, debía deshacerme de ella, solo era un estorbo en mi camino.  
 ..."Es mío, solo mío, pedazo de escoria, me pertenece solo a mí y no podrás hacer nada para impedirlo. Solo eres un desecho inservible que nada más sirvió para mantenérmelo con vida esos nueve meses que estuvo dentro de ti. ¿No lo ves?, no vales nada, no eres nada, eres una loca desquiciada que no puede hacer nada para impedir que él sea solo mío y de nadie más..."  Estas eran las frases que le repetía en todo momento, a cada instante, sin descanso, y no era problema para mí ya que, a diferencia de ella, yo no me agotaba, no necesitaba dormir ni tomar descanso, te habrás dado cuenta qué diferentes son las cosas por aquí, lo que era una inmensa ventaja para mí, para obtener mi conquista. Estaba a punto de lograr mi primer objetivo, la pobre en verdad perdió el juicio, me escuchaba incluso cuando no le hablaba, no podía seguir viviendo así, era demasiado para ella, y de no ser por ese inmenso amor de madre, todo pudo echarse a perder. Fue de noche cuando en un inesperado instante, se derrumbó, se decidió a no seguir escuchándome y a no permitir que su hijo fuese mío. Me aterré al ver lo que pretendía, estaba por darle fin a esa tarea que me había propuesto y que apenas se encontraba en sus inicios. Con paso triste y lento, arrastró sus pesados pies por todo el camino que la guió hasta la cuna donde se encontraba durmiendo su bebé. Tomó una almohada salpicada por las lágrimas que brotaban de sus ojos, que iban repletas de la culpa de saber lo que haría con esa almohada, la razón por la que la había tomado y lo que se proponía hacer con ella. Estaba decidida a impedir la palabra que predicaba esa voz en su mente. Y la apretó con sus manos bien fuerte, pero más fuerte la apretó contra el angelical rostro de su hijo recién nacido, el que había salido hacía muy poco de su vientre.  No podía permitir bajo ninguna circunstancia que sin saber quién era yo, me adueñara de él. Y como mismo lo comenzó a privar de su vida, se deshizo de esa idea al ver el éxito que estaba teniendo al casi conseguirlo, pero desistió de ello de inmediato. No conseguía hacerlo, no de esa manera, no por sus propias manos, y tras retirar la almohada de su rostro, el pequeño lloró con fuerza descomunal, como si conociera las intenciones de su madre y estuviera intentando alertar a otras personas de lo ocurrido. Era un llanto que se mezclaba con horribles gritos de desesperación, como si pidieran auxilio. Para ella fue como despertar de un trance, se dio cuenta de lo que quería hacer y pudo estar consciente de ello, de que le había intentado quitar la vida a su hijo, por lo que se convirtió en jueza de su propio juicio y la sentencia que se dictó fue devastadora y definitiva. Tomó la misma sábana con la que aquel bebé intentaba cubrirse de ella tras definir su veredicto, y de un extremo la amarró en una viga que estaba sobre la cuna del pequeño, se detuvo por un instante, se agachó e hizo por darle un beso al pequeño, pero no pudo debido al rechazo que él le hizo, asustado aún por lo que acababa de ocurrir, lo que le dio más fuerzas para continuar con la decisión que había tomado. Arrastró una silla hasta ella en la que se subiría para amarrar el otro extremo de la sábana en su cuello y dejarse caer, haciendo de este quizás el único verdadero recuerdo que tendría este niño de su atormentada madre. Todo pasó en un instante, lo hizo sin vacilar, sencillamente eliminó eso que era el peligro más inminente para la vida de su hijo en ese momento y que representaba ella misma, y dejó así el camino libre para mí. Ya no necesitaba arrebatárselo a nadie, y por aburrimiento en la espera de que estuviese listo para ser cosechado, decidí atormentarlo a él, que era la única persona con la que me unía algún tipo de vínculo. Pobrecillo, no me podía ver ni escuchar, pero sí sentirme, notaba constantemente mi intensa presencia, mi constante acecho, y por más que quería evitarlo, no lo conseguía, hasta que logró controlar su cuerpo y sus acciones creyendo ser el único dueño de sus pensamientos, e intentó, al igual que su madre, deshacerse de mí, del destino que había elegido para él.  
Sin saber lo que ocasionarían sus actos, solo provocó un vínculo más fuerte entre nosotros, y sin planearlo, parte de su subconsciente logró llegar hasta mí. Fue esa la primera vez que me consiguió escuchar, la primera vez que tuve la oportunidad de comunicarme con él, no estaba de acuerdo para nada con lo que hacía y mucho menos se lo podía permitir, era demasiado joven, apenas un niño y las cosas que de él necesitaba escaseaban en su ser. Por otro lado, me alegro de que lo haya hecho; de lo contrario, quizás nunca me hubiese comunicado con él, pero no me podía permitir que lograra tener éxito en lo que se proponía, así que lo incapacité en cada acto que cometió para intentarlo, al menos hasta obtener lo que necesitaba de él. Se me hizo eterna la espera, pero mi paciencia me fue retribuida: cuando menos lo esperaba, fue él quien me buscó, ¿quién diría que sería él mismo el que establecería los requisitos de nuestra comunicación? ¿y sabes cómo lo hizo? No deja de intrigarme ese misterio tan grande que se esconde detrás de los espejos. Sí, fue en ese mismo en el que tú y yo nos vimos por primera vez, donde hice con él un trueque vulgar. Sabía lo que quería, no me lo tuvo ni que decir, lo pude ver en sus ojos, así que lo complací, yo a él, y él, sin saberlo, a mí, no me dio en esa ocasión todo lo que necesitaba, pero era un buen comienzo, obtuve la firmeza de que el modo en que lo hacía, era el correcto. ¿Quién iba a decir que me sería tan útil haber escuchado la cutre historia de tu vida, esa que me contaste sin yo querer escuchar? Solo de eso me sirvió tu historia, de instrucciones. Demoró un poco, pero como yo ya sabía, volvió a regresar necesitado una vez más de mí, de lo que por él podía hacer, y yo muy complacido y dispuesto de hacerlo. Después de esa vez no tardó mucho en regresar de nuevo, esta vez entregándome a pura voluntad todo lo que necesitaba para comenzar a construir lo que sería nuestro hogar. Sus cimientos fueron el sitio donde una vez te tuve cautivo, esos colores que tantas malas sensaciones te provocaban y tanto te deprimían, los llené de amor, transformándolos en los más hermosos y alegres que jamás hayas visto, el resto de las sombras, al verlos se convirtieron en cosas bellas que ingenuamente no paran de juguetear entre ellas como si se prepararan coreográficamente para darte una cálida bienvenida, con el miedo justo para no asustarte a tu llegada. Todo lo que una vez aquí careció de vida y alegría, comenzó a desbordarse de ellas. No sé si el Oxiara habrá sido así, pero estoy más que convencido que este sitio que he creado no tiene nada que envidiarle, y yo, yo era feliz esperándote, tan feliz que llegué a olvidarme de la persona que me había proporcionado los medios para lograrlo. Mientras me dedicaba solo a esperarte contemplando mi majestuosa creación, me obligó a hacerme presente en sus pensamientos sin yo tener posibilidad de negarme, al parecer era demasiado fuerte el vínculo que nos unía, fue en esa ocasión cuando fui capaz de sentir temor, él quería de vuelta todo aquello que, sin yo pedirle, me había entregado, y eso no lo podía permitir, ya que era la base de todos mis logros, y para persuadirlo decidí hacer un último acuerdo con él: como no le podía devolver lo que ya no le pertenecía, para aliviar su pena le mostré cómo ser igual que tú cuando eras como yo, pensando que ese sería una definitiva solución. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.