Cuando llegaron al castillo, fueron directos a exponer la reunión a su abuela, quien los escuchó atenta.
-Iréis vosotros, mis niños. –ordenó la reina, tras deliberar.
-Pero abuela, no podemos, sabes que pasará…son muchos días, no podemos acceder desde el agua, será en tierra. Puede ser peligroso.
-Aedus, sé el riesgo que supone y también sé que como futuros gobernantes, la posibilidad de perderos es nefasta para los hijos del mar. Como vuestra abuela, no me gusta tomar esta decisión, pero sois los que sin duda mejor conocéis a esos nefilim, habéis tratado con ellos; no será fácil tenderles una trampa. –habló con su preocupado nieto, más como abuela que como gobernante- Sé qué pasará si... –se cortó la voz prohibiéndose pensar en la posibilidad- Pero estar en deuda con los nefilim, es muy importante y más en estos días; la corte Seelie está tramando algo y debemos estar preparados, no correré el riesgo.
-Pero si pones en riesgo la vida de tus únicos nietos…
-Iremos abuela, no nos pasará nada, estaremos bien. –Aine, intervino antes de que se pelearan, conciliando la familia.
Aquella noche supuso el inicio de una nueva etapa en la vida de los cuatro, quienes aún no lo sabían; y mientras los Shadowhunter preparaban sus provisiones, armas y runas, los gemelos se alentaban y convencían mutuamente de que nada malo les pasaría al unirse en esa aventura.
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Al alba se encontraron de nuevo en la cueva.
-Iremos nosotros a ayudaros, nefilim- anunció Aine, al verlos.
-Muchas gracias mi reina- reverenció solemne Benedict- Si sois tan amables, hemos aprendido la runa portal, para ir directamente al lago.
-No será posible –se negó Aedus- Los hijos del mar tenemos nuestra propia magia, no se nos permite usar portales; es incompatible con la magia de los hijos de Lilith, por no decir que si es producto de vuestras runas, nos dañará. ¿Acaso pretendes matarnos sin ni siquiera salir de aquí?
-No lo sabíamos, majestad. Ruego nos perdonen –se disculpó Ben.
-Ningún nefilim se ha interesado antes por los hijos del mar, hasta vuestra guerra. ¿Cómo ibais a saberlo?- atacó mordaz Aedus.
-Bueno, pues nada de portales, vayamos; cuanto antes nos pongamos en marcha, antes acabaremos y podremos perdernos de vista –Percival se dirigió hacia el acceso que habían usado para entrar.
-No se va por ahí, nefilim, que acabo de decir de los portales, acaso no escu…- Aine, intentó aplacar los ánimos deteniendo a su gemelo en mitad del ataque verbal.
-Lo que mi hermano quiere decir es que ese es un portal. –explicó ante la cara de sorpresa de ambos- Está concebida para que los nefilim puedan acceder desde Alacante pero, en realidad la cala donde nos encontramos ahora, está a tres días de Idris.
-Eso hacen cuatro días hasta el lago –protestó Percival.- ¿No considerasteis que era conveniente que lo supiéramos?
-Ignorar a mi parabatai, los viajes lo alteran.- se excusó Ben- ¿Cómo saldremos entonces?
-Por aquí, seguidme –Aine encabezó la marcha seguida por su gemelo que no esperó a comprobar si los Shadowhunter les seguían o no.
Caminaron hasta lo que parecía una pared de enredaderas, que ante el contacto de los gemelos se apartaron, mostrando un sendero, que daba a una playa.
-Si había una manera de entrar sin acabar empapados, ya podrían habérnosla dicho antes. Son egoístas…-masculló Percival.
-Si vas a seguir así, como tu parabatai, te exijo que vuelvas a casa- le interceptó Benedict- No pienso permitir que arriesgues la misión, debemos recuperar la copa y afianzar los lazos con los hijos del mar. Tu actitud no ayuda.
Comenzaron la marcha en un silencio incómodo, con Percival y Aedus manteniendo las distancias lo más posible, mientras que Aine y Benedict intentaban buscar temas de conversación que morían a las dos frases. Sólo se oían las protestas de ambos varones por la tardanza de uno sobre el otro, si iban muy rápido o muy lentos.
-¿Cómo que hay que parar? Así no llegaremos ni en una semana –alzó el grito al viento Percival.
-¿Quieres que recuperemos el artefacto para vosotros, nefilim? Aún estamos a tiempo de regresar –amenazó Aedus- Si quieres que vayamos con vosotros, tendréis que aguardar mientras mi hermana y yo, recuperamos nuestra forma natural.
-Míralo como si fuera cuando has de salir a tomar aire, cuando estás nadando –explicó Aine- Necesitamos recuperar nuestra forma natural ya que no podemos pasar tantas horas sin ella.
-No hay ningún problema, decidnos qué necesitáis, ¿volver a la costa? ¿un río? ¿o un lago?. Lo que sea, esperaremos –Ben se ofreció para ayudarles.
-Cualquier masa de agua estará bien –Aine le ofreció una sonrisa que derritió totalmente a Benedict.