Sirius x James - Todo Estará Bien

Un día en casa

Mi corazón se salta un latido antes de retomar el ritmo a toda velocidad. Y abrazo a James con fuerza. Siento que una lágrima escapa por el rabillo de mi ojo, pero lo escondo frotando mi cara en su hombro antes de mirarlo a los ojos y sonreír con toda la fuerza que me queda.

Una parte de mí murió en ese momento. Y aunque estoy feliz de que él lo sea, no puedo evitar sentir como me siento.

—Felicidades —, le digo y me acerco a ella y la abrazo también —. Muchas felicidades.

—Entonces, ¿cuándo será la boda? —. Remus parece estar un poco destrozado, y no estoy seguro si es de la tristeza que siente porque ella se casa con James, o por la luna llena de hace unos días.

—Aún no hemos decidido la fecha —. Dice ella, con una enorme sonrisa en su rostro. Sus ojos brillan y sus mejillas están sonrojadas, mientras se abraza al brazo de James, que la mira como si ella fuera su mundo.

Puedo sentir el momento en que mi sonrisa comienza a caer de mis labios, y espero a que la conversación se atenúe un poco antes de escapar por unos momentos al baño.

Miro mi rostro en el espejo. Mis ojos brillan con lágrimas no derramadas. Nunca tuve la esperanza. Al menos desde que ella apareció en la vida de James. Desde que ella se volvió parte fundamental de su felicidad. Pero, aun así, el dolor en interior no se detiene.

Sabía que este día llegaría. Sabía que sería más pronto que tarde. Sabía que ellos ya no podían vivir el uno sin el otro. Pero no estaba preparado. Creo que nunca lo habría estado de todas formas.

Mojo mi rostro e intento ocultar mis lágrimas. Intento olvidar y forzar a mis sentimientos a desaparecer. Intento recomponerme, pero siento como las represas comienzan a romperse, y mis sentimientos se desbordan.

Un golpe suave en la puerta del baño me sobresalta, y doy un respingo, tratando de forzar las lágrimas a retroceder.

—¿Sirius? —La voz preocupada de James hace que me mire en el espejo una vez más. Mis ojos se ven demasiado grandes para mi rostro, y un poco rojos por las lágrimas que lograron escapar a pesar de todos mis esfuerzos para contenerlas —, ¿estás bien?

Carraspeo en silencio un par de veces, y me pongo una máscara una vez más para enfrentarme a la dura realidad. A la realidad, en la que él es feliz. Y casi puedo sentir como se asienta en mi interior la paz que su felicidad me traería. Después de todo, eso es todo lo que necesito. Si James es feliz, no necesito nada más. Todo estará bien.

—Estoy bien —. Contesto, y tomo una profunda respiración, convenciéndome con mis propias palabras, y susurro suavemente solo para mí, mientras veo como se apaga un brillo en mis ojos —. Todo está bien.




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