Situación Inesperada

No sabía que los mandriles eran tan grandes

Cap. 12

Dylana

Me dio un susto de muerte. 
Pero enserio, luego de huir de la Universidad, fugarse al bosque, encontrar una cabaña... Lo último que pensaba era encontrarme a la última persona que quería ver en el mundo en un momento así. Al verlo a los ojos ví un matiz color amarillento.

-¿Que rayos haces aquí?- Pregunté alarmada.

-No hay tiempo para explicar- Me dijo de inmediato y tomó mi muñeca halándome hacia abajo.

-¡EH! ESPERA- Le grité, pero no me hizo caso. Logré soltar su agarre y le hice frente. -¿Me quieres explicar que está pasando? Porque no pienso dar otro paso más sin explicaciones- Fruncí el ceño hacia él con los brazos cruzados.

-Nisiquiera sé por donde empezar- Dijo nervioso.

-Que tal por el principio Kael- Rode los ojos. Era tan extraño estar en ese lugar apartado, que por cierto empezaba a parecerme familiar, y aún más extraño estar con él.

-Algo me persigue, o a ti, o a ambos, no lo sé- Soltó de golpe.

-¿Qué? Eso no es una explicación- Decidí restarle importancia y presté más atención a la casa. Guié mi vista alrededor tratando de encontrar algún indicio que me dijera la conexión que tenía aquel lugar conmigo.

-Dylana, ¿Me estás escuchando?- Su voz se escuchaba distante.

-No, de hecho no- Dije perdida viendo unos estantes a mi izquierda. Comencé a avanzar hacia uno que tenía algunas piezas de cerámica. La más grande tenía una escritura en griego.

"καταιγίδες, καταστροφές και δύναμη. για το ισχυρότερο και το πιο επικίνδυνο από το 7. για αυτό που προορίζεται να σώσει ή να καταδικάσει τους αγώνες"

-Tormentas, catastrofes y poder. Para la más fuerte y peligrosa de las 7. Para aquella destinada a salvar o condenar a las razas- Leí en voz alta. Como un impulso tomé la jarra y metí la mano dentro, esperando encontrar algo, pero no había nada. Parpadee un par de veces para volver. Me extrañó el no encontrar nada, mis sentidos me habían guiado y tengo que decir que mis sentidos nunca se equivocaban. Iba a girar hacia Kael para preguntarle sobre el jarrón pero mis ojos chocaron con una imagen enmarcada que reposaba en el estante.

Dos adultos y una niña de algunos 8 años. Mi memoria daba golpes a mi cabeza tratando de recordar, y dí con el recuerdo. Esa niña de cabellos largos era yo.

Tomé la foto con las manos luego de dejar el jarrón donde estaba, y despacio deposite mi mirada en los adultos.

-Poseidón y Anfitrite- Susurré. De pronto se escuchó un rugido en algún lugar cercano por fuera de la casa. -¡¿Qué es eso?!- Me giré hacia Kael.

-ESO es lo que te he estado tratando de explicar- Dijo con un tono de voz no tan varonil. Apesar de la sorpresa y el miedo repentino sentía que había algo más que debía saber, algo que mi mente no encontraba en ningún lugar.

-No me puedo ir, no sin antes descifrarlo- Dije un poco confundida.

-¡¿Descifrar qué?! Debemos irnos ahora- Apremió. Una parte de mi quería huir cuanto antes, pero la otra me mantenía anclada a la casa. Kael se desesperó y volvió a tomarme de la muñeca, pero esa vez no logró nada, de hecho se llevó una sorpresa desagradable.

De mi brazalete salieron chispas, y al Kael tocarlo una pequeña onda de poder lo empujó hacías atrás violentamente. Chocó con la columna que tenía detrás y hubiera jurado que había escuchado algún hueso romperse. Me alarmé y corrí a su lado.

-¡KAEL! ¿Estás bien? Lo siento no fue mi intención- Dije mientras lo ayudaba a parar escuchando sus quejidos.

-¡Agh, mi espalda!- Gruñó. -Espera espera- Me dijo con dolor alejando mis brazos. Lo dejé en el suelo de madera.

-Perdón, creo que puedo arreglarlo, solo dime donde te duele- Me adelanté, recordando que sabía alguno que otro hechizo sanador. Su cara empezaba a perder color. Sin hablar se levantó la camisa y trató de girar un poco. No tuvo que mostrarme el lugar, ya que en medio de su espalda se notaba una protuberancia atroz.

Algunas costillas se veían desencajadas de la columna y la presión de éstas hacia la piel dejaba ver un tono rojizo alrededor. Puse mala cara y al parecer se dió cuenta.

-¿Tan mal está?- Trató de decir pero sucumbió a una tos incontrolable.

-Ok ok, tranquilo, respira, puedo ayudarte- Me acerqué más a él poniendo mis manos en su espalda sobre sus costillas, sintiendo lo que estaba mal. Sentía sus órganos dañados a causa de las costillas, y todo su dolor se colaba en mí.

Justo cuando iba a pronunciar las palabras del hechizo, sentí algo diferente. Además de la magia, sus venas transportaban algo más, Kael no era solo un mago.

Mientras mi estupor me paralizaba, veía como las costillas se organizaban solas y sentía las hemorragias internas sellarse. Por un momento me quedé sin palabras, pero mi cerebro volvió a funcionar rápidamente y pronuncié "Therapévo", el hechizo para sanar, para despistar a Kael y hacerle creer que lo había sanado yo.

-Listo- Dije disimulando. Comenzó a moverse, su cara volvía a su color habitual.

-Gracias Dy- Sus ojos me miraron con un brillo extraño, y después recordó lo que estaba pasando. El rugido de aquella extraña bestia, que según Kael nos perseguía, o a él, o a mi, se escuchó esa vez más cercano. Kael se paró de repente un poco mareado, lo ayudé y se apoyó en mi. -Debemos salir de aquí ahora mismo- Dijo firme, y esa vez sí le hice caso.

Salimos de la cabaña como pudimos, aún sintiéndome extraña de no recordar todo aquello y con el sentimiento de que algo me faltaba. Corrimos internandonos de nuevo al bosque, tratando de huir de una misteriosa bestia. Kael recuperó las fuerzas y dejó de apoyarse en mi.

-Entonces- Comencé a decir entre jadeos mientras corrimos. -¿Qué es esa cosa?-

-No lo sé- Respondio de igual manera. -Solo sé que la ví en sueños y luego apareció- Trató de explicarme pero aún no entendía nada. Por curiosidad quise voltear a ver si aquella criatura nos seguía persiguiendo, y me arrepentí al instante.




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