Snake: Transporte Internacional Clandestino

Un mundo sin fronteras

Libertad, es el concepto que define hasta donde podremos llegar en la vida, delimita todo lo que podremos hacer y por lo tanto cuanto creceremos... y, dado que a la vida muchos la consideran como una competencia entre dominantes y dominados, podemos dar por hecho que siempre habrá alguien tratando de limitárnosla, sea de un modo u otro.
Poner límites a la libertad de los individuos siempre ha sido, para los gobiernos, la manera principal de controlar su comportamiento.
Hoy en día, todo se encuentra regulado por las autoridades, siendo las actividades comerciales y los viajes internacionales sus principales focos de control.
Permisos de trabajo, de importación, de exportación, visas de ingreso a países, pasaportes, etc., la lista es larga, muy larga, interminable.
La mayoría de las personas están dispuestas a soportarlo, aunque a veces se quejen; yo, en cambio, solo diré que... todo ese papeleo, no es mi estilo.
Siempre me gustó la idea de volar; de niño, envidiaba a las aves por poder hacerlo; el verlas remontar vuelo por los cielos era para mí un sinónimo de libertad... absoluta libertad. Fue así que al crecer, procuré acercármeles tanto como pude, y aprendí a pilotar aviones.
Ahora, que ya soy un adulto, estoy en mis 30, tengo mi propia compañía aérea unipersonal, y me dedico a recorrer todo el mundo en mi avión: el Ama-gi, una nave anfibia, de ala alta, equipada con dos motores turbohélice.
Tiene cabina biplaza, y capacidad para llevar hasta una veintena de personas..., sin contarme a mí, o su equivalente en mercadería; su interior es fácilmente adaptable.
Con él, y gracias a sus muy versátiles capacidades originales, más algunos accesorios especiales agregados por mí, puedo despegar y descender en casi cualquier sitio que tenga un corto trayecto plano... Sin importar que sea de pavimento, tierra, arena, agua o hasta nieve.
De ese modo, viajo por húmedas y pantanosas selvas tropicales, heladas tundras y fríos bosques boreales, áridos desiertos de tierra seca con arenas ardientes, grandes témpanos a la deriva y hielos antárticos, o paradisíacas y exóticas islas ecuatoriales de ensueño.
Pudiendo pasar, además, por todo tipo de asentamientos y núcleos urbanos, sean estos locaciones remotas o grandes metrópolis.
El mundo entero está a mi alcance.
La mía es una aeronave excelente, ideal para mi línea de trabajo, la cual es el transporte, a veces de personas, a veces de carga, el cual realizo desde y hacia cualquier destino, sin importar de cual país se trate...; eso sí, con una sola particularidad: todo, pero absolutamente todo, lo hago de manera clandestina, sin autoridad ni regulación alguna de por medio que me limite para nada; las fronteras son, para mí, simples referencias de ubicaciones geográficas en un globo terráqueo.
Puedes llamarme Snake, si necesitas mis servicios...
Noroeste de los Estados Unidos, Alaska; invierno, 1 AM; durante una persistente ventisca:
—Control de tráfico aéreo de Anchorage a nave sin identificar con rumbo 095 y altitud de 900 pies. Se encuentra violando espacio aéreo nacional al ingresar de manera no autorizada en el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica —se escuchó por la radio del Ama-gi.
«Han intensificado los controles fronterizos por aquí», pensó Snake tras el timón, al tiempo que apagaba el identificador del avión, el cual había estado reportando, al radar secundario de la torre, la posición de la aeronave, su altitud y frecuencia de radio.
El controlador insistió:
—¡Atención! Encienda su transpondedor de inmediato, y prepárese para descender siguiendo mis instrucciones .
«Sí, sí... claro, ¿cómo no?, para luego terminar arrestado en una cárcel de Alaska, ¿no es así? Mi carga sería decomisada y, lo peor de todo, perdería mi avión.
Mejor haré otra cosa, y desapareceré también de tu radar primario; así que... hasta la vista, amigo», pensó nuevamente el piloto, al tiempo que procedía a ubicar su vehículo por debajo de la altura mínima de detección.
Cuando viajas por los cielos y, sobre todo, en un espacio abierto, una de las formas más efectivas de no ser captado por los radares es volar a baja altura, digamos que... serían aproximadamente unos 150 metros con respecto al nivel de esos dispositivos.
Eso es porque los radares funcionan como un cono invertido, sus ondas se expanden a medida que se alejan del punto de emisión: a más altura, su área de cobertura es mayor y hay más posibilidades de captar algo con el rebote de la señal.
Si a esto le agregamos que el alcance de detección oscila desde los 410 a los 450 kilómetros de radio, es bastante sencillo el estimar cuanto tendremos que volar de este modo para mantener nuestra privacidad.
—¡Maldito loco! Se esfumó, prefirió descender en medio de una tormenta de nieve que entregarse... Es la cuarta vez en el mes que me sucede. Sujetos como este siempre eligen el horario nocturno para sus intrusiones —se quejó frustrado el operador de la torre.
—Tal vez se estrelló, en invierno y con este clima, no sería algo de que extrañarse; ahí afuera está lleno de aviones de contrabandistas que terminan cayendo, y nadie se entera jamás.
Haz el reporte y olvídalo —le contestó su compañero.
Sin embargo, el Ama-gi, minutos después, acuatizaba plácidamente en un enorme lago, ubicado en una remota zona, perdida dentro de uno de los incontables bosques de aquella fría región boreal.
Una serie de boyas, que estaban apenas sumergidas y equipadas con luces infrarrojas, habían sido encendidas mediante una señal de radio enviada desde el propio avión, delineando así una corta y recta pista en aquella superficie lacustre, la cual su piloto había utilizado para la aproximación final.
Luego de apagar el conjunto especial de videocámaras de espectro completo, incorporadas en la cara externa del fuselaje del avión, y fundamentales para la visualización de las subrepticia iluminación, el capitán detuvo su nave, bajó de ella y la aseguró a un muelle. A solo metros de allí lo esperaba una solitaria cabaña, muy cómoda y de buen tamaño; uno de los tantos lugares del mundo en los que él vivía, y donde pasaría el resto de aquella noche, descansando...
Al día siguiente, la tormenta ya había pasado, aunque el cielo aún permanecía nublado.
Los pueblos de aquella región tienden a estar siempre colindantes con montañas, bosques o lagos; son lugares tranquilos y apacibles en los que se puede disfrutar de toda la majestuosidad de la naturaleza.
Promediando la mañana, en uno de ellos, el capitán del clandestino vuelo de la noche anterior entraba en un almacén de ramos generales.
A pesar de que vestía sus ropas típicas de aviador: una campera cazadora, con un grueso forro, para ese frío clima; pantalón cargo, de corte recto, con varios bolsillos; y un par de botas de montaña, su identidad pasaba completamente desapercibida para cualquiera que no lo conociera.
—¡Snake, justo a tiempo, como siempre! Te estaba esperando ansioso —exclamó el dueño de aquel establecimiento, un hombre mayor, de unos 65 años, un poco gordo, y de cabello blanco, quién estaba feliz de verlo—.
¿Pudiste conseguir mi encargo? —agregó en tono de complicidad.
—Desde ya, ¿cuándo te he fallado? Tu hijo lo está bajando de mi camioneta en este preciso instante...
Por cierto, esta es una muestra que te traje especialmente para que la pruebes —agregó en voz baja, al tiempo que le entregaba una botella de vodka traída directamente de Rusia—.
El propietario de la bodega me aseguró que la calidad de este es aún superior a la que ya conoces, y está dispuesto a venderte cuanto quieras comprarle.
—¿Y el precio?
—Negócialo con él por internet, como lo has hecho hasta ahora... Mi tarifa por el transporte sigue siendo la misma que la de este cargamento.
—¿Aún quieres tu paga en criptomonedas?
—¡Desde ya! El dinero fiat, por el mero decreto de un mandatario, y sin base alguna, no es mi estilo... Desde los 70, todos los países del mundo emiten su efectivo de ese modo.
El dueño del lugar se rió a carcajadas; ya conociéndolo, sabía que Snake respondería algo así, y entonces agregó:
—Mira la tapa del diario de hoy, el presidente anunció que va a bajar los aranceles a la importación de más de 1 000 productos...
Creo que el gobierno está dispuesto a darte algo de batalla, amigo mío —bromeó, y Snake le contestó:
—Saber que los políticos trabajan en la reducción de impuestos, es como escuchar a un negrero decir que está pensando en bajar un poco la cantidad de latigazos que le propina a sus esclavos.
Cuando esos ladrones les bajan sus impuestos a algunos, siempre se los suben a otros, quienes, luego, trasladan el costo concomitante a lo que sea que produzcan...
En conclusión: los que terminan pagando más son siempre los consumidores, y el que termina embolsando el dinero extra, el gobierno, y punto final —concluyó.
Luego de examinar la botella por un breve instante, el dueño del almacén la escondió bajo el mostrador; estaba perfectamente claro que conocía la ilegalidad de aquel contrabando, y si bien en el negocio no había muchos clientes en ese momento, prefería mantener la discreción al respecto.
Segundos después, una mujer, de poco menos de 30 años, cabello hasta su pecho, rubio y lacio, muy bella de rostro, con ojos verdes, y un cuerpo atractivo y esbelto, de altura promedio, se acercó al mostrador con un par de prismáticos en sus manos, los cuales pretendía adquirir:
—Perdónenme que los interrumpa. Me gustaría saber que tal son estos binoculares para la observación de animales...
—Son muy buenos, señorita —le respondió el dueño del lugar—, los cazadores de la región suelen comprarlos. ¿Acaso es usted es...?
—¿Una cazadora? Sí, lo soy, pero fotográfica, es una de mis grandes aficiones —bromeó ella.
—Tal vez esos que eligió sean un poco pesados para una mujer —le dijo Snake—. Le sugiero que pruebe los 8x30, le darán una mejor estabilidad de la imagen; tienen casi la misma amplificación, pero son más pequeños y mucho más fáciles de transportar, y manejar.
—¡Vaya! parece que sabe bastante del tema, me gusta eso en un hombre. Le agradezco por su consejo...
Digame, ¿de donde es usted?, no puedo reconocer su acento.
—A esta altura, de muchos lados.
Viajo tanto que ya prácticamente lo olvidé. Seguramente es por eso que mi acento le resulta tan cosmopolita —le contestó él de manera evasiva; estaba claro que no le gustaba brindar datos personales, y mucho menos a extraños.
La mujer no insistió, siguió el consejo de Snake y completó su compra...
—También suelo viajar por el mundo, soy diseñadora. Quizás nos crucemos en el futuro, ¿quién sabe, no?...
Mi nombre es Valentina, recuérdalo —finalizó... y, mientras salía, volteó sobre su hombro para lanzarle una seductora mirada, con una pícara sonrisa.
—Creo que le gustaste —le dijo el dueño del negocio a Snake.
—Tal vez.
—¡Ve tras ella!, dile algo... Debes aprovechar cuando una bella dama te da una oportunidad así.
—Es mejor que no lo haga.
—¿Y por qué no?, ¡si es preciosa! ¿Qué, no te gustó, acaso?
—Desde ya que me gustó, es hermosa... y es justamente por eso que no quiero ni acercármele.
—Vas a tener que explicarme como es eso, porque no te entiendo.
—Simple. No vi que llevara un anillo de casada en sus manos y, por su edad, supongo que debe ser soltera.
Debe estar buscando a un hombre que se comprometa con ella, y no pretendo tener esa clase de complicaciones personales en mi vida.
El compromiso... no es mi estilo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de que ella quiere eso?
—No lo sé realmente, solo lo supongo; y creo que, si tuviera una relación conmigo, esta no tendría futuro.
—Pues, deberías suponer menos, y probar más...
Unos pocos segundos después, ingresaron al establecimiento un par de guardabosques, venían conversando entre ellos:
—Esta mañana encontraron a otro grizzly muerto.
—¡Malditos cazadores furtivos!, esos osos están protegidos.
—Por eso mismo es que son aún mucho más valiosos para ellos.
Estos tipos, inclusive, han venido de otro país. La munición que sacaron del cuerpo del animal no se fabrica aquí, es de Europa del Este, y circula mucho por Centroamérica; seguramente entraron de manera ilegal, y saldrán del mismo modo cuando acaben, si es que no se fueron ya.
—Apuesto a que son esos Corsarios de los que tanto se está hablando, escuché que...
—¡Bah! Son solo rumores; eso de los Corsarios es solo una leyenda urbana. No hay pruebas de que existan.
La CBP está llevando adelante una investigación exhaustiva esta vez, y escuché que están reforzando el control fronterizo con más radares móviles.
Snake escuchaba de manera muy atenta, y disimulada, la charla entre ambos hombres. Aunque esos viajes ilegales a los que se referían los estaba realizando otro transportista similar a él, la reacción de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, lo afectaba de manera directa.
En ese instante, vino el hijo del dueño del almacén:
—Provisiones completas para un mes, todas ya cargadas en tu camioneta y empacadas para ser llevadas —le dijo a Snake:
—Bien, muchas gracias... Creo que entonces ya me retiro. Sigamos en contacto —contestó éste, y se fue.
Minutos más tarde, y en el lacustre puerto de aquel poblado, Snake terminaba de cargar toda la compra realizada en su avión.
Sin advertirlo, era observado de lejos, desde un automóvil, y con los mismos prismáticos que hacía apenas un rato había comprado, por Valentina, la mujer que había charlado con él tan amistosamente en la tienda...
Una oficial de Interpol integrante del IBC, International Border Control, una nueva división especializada en la supervisión fronteriza de todos los países del mundo.
Se encontraba en su primera misión de real importancia, desbaratar una creciente red criminal que estaba atacando en varios países de América y Europa, la cual, extraoficialmente, era conocida como: los Corsarios.
Esta era su gran oportunidad de demostrar que tan buena era haciendo su trabajo, y orgullosa de sí, como era, estaba absolutamente motivada, y dispuesta a todo por lograrlo.
Se encontraba en colaboración directa con la CBP, y convencida de que Snake era parte de esa peligrosa red, estaba siguiendo todos y cada uno de sus movimientos, y lo hacía cada vez más de cerca.
Precisamente, en ese momento, se estaba comunicando de manera telefónica con su central:
—Soy la teniente Borghi, código de acceso 14572. Denme todo lo que tengan hasta hora.
—La camioneta del sospechoso es alquilada, teniente. El sujeto hizo la transacción utilizando un nombre falso, y eligió la modalidad de «devolución en lugar a convenir»; alguien de la empresa arrendataria pasará a recogerla por allí más tarde —le informaron.
—Ahora está terminando de cargar lo que compró, y lo hace en el mismo hidroavión amarillo en el que llegó. ¿Qué pudieron averiguar con la foto de la nave que les envié esta mañana?
—La matrícula es apócrifa, y no encontramos nada destacable del emblema de la serpiente cascabel que tiene al costado.
Con respecto a los símbolos, es escritura cuneiforme en lenguaje sumerio, y lo que ahí dice se traduce como: Ama-gi. Parece que es la primera expresión escrita del concepto de libertad, eso es todo.
—Debe ser el nombre que le puso al avión; ¡vaya! parece que es todo un idealista.
Es irónico, justamente su libertad va a ser lo que perderá cuando acabe con él. En fin...
Se dirigirá hacia algún lado, apuesto que es su base de operaciones, y ya me aseguré de poder saber a dónde queda exactamente. Escondí un transmisor GPS de largo alcance en los flotadores de su avión.
No se escapará de mí... ya lo tengo en la mira.
Prácticamente estoy segura de que es el hombre que buscamos, solo debo confirmarlo.
Es todo, por ahora, central —dijo finalmente ella y cortó.



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En el texto hay: viajes, libertad, conspiraciones

Editado: 20.05.2021

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