Estrella Nova 6

El edificio más alto de la ciudad Diz, la Bóveda Celeste, la residencia y zona para protección de las Súper Estrellas. Lo normal es que se encuentre lleno de seguridad y de personas como asistentes y community managers yendo de un lado para otro, pues ahora algo nuevo encabezaba la lista con mayor presencia.

Un pequeño animal mamífero de apariencia felina abrió sus alas y saltó desde el sofá para empezar a volar, el objetivo del pequeño y peludo ser era llegar hasta los hombros de una asistente que revisaba unas cosas en su tablet. Antes de que el animal llegara a caerse las alas de mariposa que salían de su espalda se movieron y le dieron el impulso necesario para desplazarse por el aire.

La mujer se encontraba muy metida en sus asuntos, casi ignorante del mundo exterior, por lo que no tuvo presente el inminente impacto. No obstante, la Súper Estrella a la que representaba se percató de todo usando su habilidad para adivinar el futuro. Fue corriendo y extendió ambos brazos para abrazar a la criatura en su pecho desnudo, todo antes de que lograra golpear a la mujer y hacerla caer al suelo generándole un feo golpe en la cabeza.

En lugar de que eso pasara la asistente se sorprendió por la aparición del adivino y pegó un pequeño grito del susto, pero mantuvo su integridad física. –Mi Lucero ¿Qué es lo que está haciendo? –quiso saber recuperando la compostura.

El revivido le hacía mimos debajo del cuello al kedien. –Solo evitaba que este pequeño causara problemas.

A los pocos segundos dos personas más aparecieron, se diferenciaban a todos en el lugar por sus uniformes enterizos de color verde agua, según los científicos ese es el color favorito de los kedien. En el pecho de sus trajes ambas mujeres tenían escrito “Pequeño Destello”.

Una de las mujeres se acercó al dulce animal, ahora protegido detrás de los musculosos brazos de una Súper Estrella, para pedírselo y regresarlo a su lugar. Mientras tanto la otra se disculpaba con la asistente. –Lo siento mucho, ellos son muy traviesos y juguetones. Puede apreciar que llegar a tener muchos juntos en un solo lugar puede ser… trabajoso.

Recién entonces la mujer cayó en que algo malo iba a pasar, o tuvo que haber pasado. Y ya no se encontraba tanto en la edad y con el humor para aceptar ese tipo de inoperancias. –Se supone que son de un refugio de animales, deben saber controlarlos –contestó cortante con sus ojos por encima del hombro. Acto seguido se dio media vuelta para alejarse y continuar con sus actividades en la tablet.

Ahora solo quedó la Súper Estrella a la que ella representaba. –Lo siento, no suelen tener el mejor temperamento pero es alguien buena. –Se dio vuelta y fue detrás de ella. Pero asegurándose de no chocarse con ninguno de los felinos halados que ahora ocupaban todo el lugar como suyo.

De todas formas, la gran mayoría de ellos no se movían de un lado a otro, hacían algo peor, se subían a lugares altos como mesas o sillones para lanzarse volando desde ahí. Es la forma en la que los kedien se familiarizan con nuevos lugares y examinan la zona en búsqueda de posibles peligros, aunque detrás de cada grupo de kediens traviesos se encontraba un cuidador diferente intentando evitar que chocaran con alguien o rompieran algo valioso.

Entre las Súper Estrellas presentes se encontraba un joven peliblanco, no era tan energético comparado con otros de sus compañeros. En específico Murat estaba sentado con las piernas inclinadas en el suelo, a sus costados había varios kediens que se acercaban para frotarse sobre su cuerpo. Pero él estaba centrado en uno de pelaje gris y brillantes alas de rojo y negro que tenía en ambas manos.

Debido a eso no fue difícil para la joven mujer recién graduada encontrarlo, y una vez hecho se le acercó esquivando a los peludos animales y sus cuidadores. Cada vez más cerca la joven de cabello castaño oscuro suelto pudo notar al adivino emanando de su cuerpo una sensación rara, diferente, por suerte no era negativa. Tampoco se atrevería a decir que era felicidad, pero al menos ya no era el desánimo y pesadumbre habitual.

Cuando por fin ella llegó a su lado la Súper Estrella alejó de su cara las antenas que salían de la frente del kedien y la saludó, esta le devolvió el saludo, más energética. –No sé qué habrás hecho ayer por la tarde noche, pero me alegra verte de buen humor.

Murat se puso algo nervioso al pensar que tenía que justificarse, aunque su community manager no estaba pidiéndole eso. Y aún más, fue que él mismo se dio cuenta que no se sentía desanimado, rodeado por una extraña melancolía y sin energías para hacer nada. Tal vez fuera por los animales, debían estar teniendo un efecto en él pero lograba percatarse de una pequeña luz en su interior, una que lo llevaba a hacer cosas y sentirse bien.

El adivino regresó en sí luego de escuchar un “chis” y cuando vio a su asistente esta tenía un celular en mano y por la posición de ella era obvio que le acababa de sacar una fotografía. –Quedo perfecta –concluyó ella luego de analizarla con todas las teorías de fotografía que recordaba de la universidad–. Perdona si te tomó por sorpresa pero eso la hace más auténtica, sin duda se ira a tus redes sociales.

–Gracias. –El joven movió sus ojos azules dorados fingiendo ver su alrededor y le preguntó algo a la mujer para cambiarle de tema–. Veo a varios de mis compañeros aquí ¿pero sabes qué pasó con los otros cuatro que faltan? Pensé que todos participaríamos de esto.

Ella sacó su tablet de un bolso para revisar unas cosas y a la par contestó. –No, claro que no. Según los estudios realizados creemos que sería muy malo que todas las Súper Estrellas lo hicieran, seria sobrecargar las redes de la misma propaganda ¿entiendes? El espectador se saturaría y obtendríamos el efecto contrario al que buscamos.

La atención del peliblanco fue hacia una cuidadora que se le acercaba, ella primero le habló a la community manager. –Otra vez, muchas gracias por dejarnos hacer esta publicidad. Esperamos que así más personas se animen a venir a Pequeño Destello a adoptar un kedien abandonado.