Era la hora pico de la tarde por lo que el café Buen Placer se encontraba con mucha gente, aun así cuando la campana de la puerta sonó para dejar entrar a un cliente este tuvo la suerte de encontrar un lugar. El joven de cabello verde claro y brillante se acomodó en la mesa, sus ojos profundos y oscuros buscaron por el lugar a una persona específica pero no pudo encontrarla.
En cambio, una mesera se le acercó para tomar su pedido. –Buenas tardes y bienvenido, le dejo la carta para que vea que le gustaría hoy.
El cliente ignoró la carta y en su lugar antes de que la mujer se fuera le hizo un gesto para que se detuviera, y le habló separando la mirada y con palabras retraídas. –Hola, lo siento pero ¿No se encuentra Bulent?
Lo esperable hubiera sido que la cara de la mujer se desfigurara de la molestia, ir a atender a alguien y que te pida que lo haga otra quedaba como una falta total de respecto.
Solo que ese no fue el caso, para bien o para mal los meseros y baristas de ahí ya estaban acostumbrados a eso. Al final de cuentas la mayoría los clientes venían para probar los efectos del talento de aquel Iluminado, solo que a veces se llenaba tanto el lugar que los clientes debían conformarse con que los atienda otro. Aunque este no fue el caso.
La mujer entró a la cocina para observar al hucamin, el muchacho con brillantes puntos de luz apareciendo y desapareciendo sobre su pelo purpura estaba concentrado en su celular. –Bulent, te buscan –dijo su compañera con un no muy buen tono, no era agresivo pero sí se sentía la indignación en lo profundo de su ser.
El barista bloqueó su celular al instante, se acercó a la puerta de la cocina y cuando vio por la ventanilla de quien se trataba una luz irradió con fuerza su interior. En vez de salir directamente a atenderlo primero se acercó a su superiora quien estaba anotando unas cosas al lado de la caja registradora.
–Disculpe superiora ¿puedo tomarme mi descanso ahora?
La mujer hoy llevaba su cabello en una trenza, no se gastó en separar la mirada de sus cuentas cuando le contestó. –¿Justo ahora? ¿Todas las mesas están atendidas?
–Solo hay una que no. Pero no te preocupes, yo me encargo de ella.
La superiora dudó un segundo aunque terminó por aceptar, el muchacho sintió que solo le dijo que si para que dejara de molestarla y así pudiera terminar su tarea. De todas formas, no le importaba, había conseguido lo que quería. Con una sonrisa más natural de lo habitual Bulent fue hacia la mesa ocupada por una sola persona, un lindo joven con una remera naranja arriba, gris abajo y separada por una línea negra.
Al igual que le pasó las veces anteriores se puso algo nervioso mientras más se acercaba, se rascó la parte trasera de la oreja con un dedo y se tragó la sensación de su estómago. Él ya sabía que su nuevo cliente habitual lo vio acercarse, pero de todas formas fingió ignorarlo cuando se acercó. Puso su mano sobre la mesa pero miraba para otro lado, específicamente al televisor encendido que colgaba de la pared, pasaron unos segundo y bajó la mirada sorprendido.
–Oh estas aquí, no te había visto. Que buena remera.
El cliente se tocó la remera, como si le gustara que apreciaran el tiempo que se tardó en escogerla, y se le escapó una sincera sonrisa ante la tonta broma del otro, una que parecía tan brillante como su cabello verde claro. –Sí, desde hace rato de hecho. Ya casi me voy por el aburrimiento.
–Claro, si te vas a poner así mejor no te atiendo.
–Entonces le pondré una calificación de 0,1 al lugar –agregó llevándose una mano al bolsillo del pantalón, amenazando con sacar su celular.
Bulent levantó ambas manos como si lo estuvieran asaltando. –Eh tranquilo. No hay que llegar a tanto ¿Qué quieres pedir?
–No lo sé ¿Qué me queda por pedir?
El barista buscó en su memoria, tenía claro que fue lo que su nuevo cliente habitual pidió en cada una de las ocasiones que vino. Podía recordarlo porque no solo le servía y ya, sino que se quedaban hablando un buen rato sobre varios temas al azar. Bulent levantó sus dedos para empezar a contar. –A ver, ya te hice: un mocha, un capuchino y un latte.
El joven sentado tomó la carta que la trajo la otra chica antes, sus ojos ya conocían a la perfección la ubicación de los cafés así que fueron a ese lugar al instante. –Veamos que tal te sale un breve ¿podrás o te caes?
–¡Por mi Doncella! Ya lo veras.
-----O-----
Pasó un rato y cuando el barista regresó no llevaba solo el pedido, sobre su mano había una bandeja de metal negra y tenía otra taza con café, unas facturas y un sándwich tostado. El cliente le clavó su mirada oscura y ya tenía la broma perfecta para cuando Bulent empezó a dejar todo en la mesa. –Eh lo siento, yo no pedí todo eso.
–Y más vale que no, esto es para mí –comentó el barista terminando de servir todo para luego proceder a sentarse, su cliente fingió una cara de indignación–. Bueno si quieres puedo convidarte una o dos facturas.
–Así que te pediste el descanso.
–¿Tan obvio era? –el joven de ojos purpuras le pasó su taza con un breve, sobre el delicioso liquido marrón flotaba un dibujo hecho con la crema. Este tenía la forma de forma de un cofre del tesoro abierto con monedas dentro, se trataba de la constelación de Hazin del hemisferio austral.
No obstante, el cliente no pudo disfrutar del todo esa obra de arte porque algo más le preocupaba, tal vez no sería de su incumbencia, al final de cuentas esta recién era la cuarta vez que se reunían. Pero aun así uno no debía ser cercano a otro para preocuparse por su estado de salud. –Lo que me parece obvio y no estás viendo es que deberías pedir descansos más largos –lo dijo con un ligero tono de broma al final por si Bulent se lo tomaba a mal.
Por las sagradas constelaciones ese no fue el caso. –¿A qué te refieres?
Como el tema no le molestaba pudo hablarle un poco más en serio. –Cada vez que vengo te veo un poco más demacrado ¿no estas descansando bien? ¿O te están haciendo trabajar de más? –Iba a preguntar si tal vez se trataba de alguna enfermedad que tenía, pero le pareció que eso era demasiado personal y si se enteraba debía ser porque el propio barista se sintiera en la confianza para hacerlo.
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Editado: 11.10.2025