Se supone que la llegada de la noche es el momento más esperado y apreciado por un elestialense, la mejor parte que trae consigo la rotación del planeta porque pueden apreciarse las sagradas constelaciones. Por algo se encontraban en el cielo nocturno, para que cualquiera pueda adorarlas solo levantando la vista.
Aun asi la Estrella Soberana no podía sentirse alegre por eso, claro que adora las estrellas y la noche como cualquier otra persona, al final de cuentas allí se encuentran las constelaciones que le dan formas a las Doncellas y por ende a su religión y política. Pero mantener su vida cotidiana de dia y ahora su alter ego como vigilante de la noche estaba pasándole factura.
Estaba instalado en la cima de un edificio de cinto pisos, era pequeño para los estándares de la ciudad pero eso tenía un motivo. No se encontraba en el distrito central de la ciudad, donde las construcciones son colosales y magnificas, ahora estaba en la frontera que daba inicio al 12vo distrito residencial de la ciudad.
Las estrellas de la noche tenía una mayor quietud que la normal, el distrito se desplegaba delante del vigilante como un lienzo oscuro, las casas no llegaban a ser de tres pisos y aunque sus diseños era simple contaban con tamaños espaciosos. Algo que lo diferenciaba de otros distritos eran sus calles empedradas en lugar de pavimentadas, y los arboles estaban plantados tanto por delante como por detrás de cada casa.
Sus ramas blancas se entrelazaban formando un dosel salpicado por hojas azules que proporcionaba claridad a cualquiera. Usando unos binoculares el vigilante era capaz de ver muy a la distancia, buscaba entre las casas y no le fue difícil encontrar la que sería su objetivo. La razón era simple, todas las casas y edificios tienen techos de cristal para dejar ver las constelaciones de noche y que de día la luz solar cargue los dispositivos domésticos.
Pero había una casa cuyo techo estaba tapado por maderas clavadas, para alguien que observaba desde las alturas fue muy fácil notarla sobresalir entre las demás <Asi que el distribuidor no mentía, en efecto esa es la dirección> no se arrepintió de haberlo dejado con vida <Y si dijo la verdad espero que mi amenaza y recomendación para que no volviera a acercarse a ese lugar también la haya cumplido>.
Si la Estrella Soberana se lo encontraba dentro esta vez no le tendría piedad, aunque de por si los Fronterizos tampoco se la tendrían si se enteraban que él los delató. Razón por la cual el vigilante confiaba de que ese no haya sido el caso, y por lo tanto no lo estarían esperando esta noche. Sería el invitado sorpresa.
Se quedó observando un rato más con los binoculares solo para estar seguro, seria incomodo usarlos con la máscara por lo que obvio que se la había sacado aunque la noche la hacía el favor de ocultar gran parte de su rostro. Lo que pudo ver fue como cada 30 minutos una persona diferente ingresaba a la casa, pasaban 10 minutos y salían con una mochila que antes no tenían <Es idéntica a la que usaba el distribuidor> recordó.
Cada vez se sentía más confiado de que era el lugar correcto, claro que siempre quedaba una chispa de duda en su interior. Pero aunque no fuera el lugar correcto de todas formas era raro el flujo de gente que había, pensaba que de cualquier forma terminaría golpeando a aquellos que no contribuían al bienestar de la comunidad.
La Estrella Soberana también tenía su propia mochila, se puso de pie para guardar los binoculares dentro y en su lugar sacó una pequeña bolsa de plástico con cinco pastillas marrones. Con su otra mano sacó una lata de energizante, se tragó las pastillas y usó el líquido gaseoso para hacerlas pasar por su garganta. Sus manos temblaron al sentir la energía por todo su cuerpo.
<Estoy preparado> se dijo y tomó la máscara de la mochila para ponérsela y ocultar su identidad. De todas formas antes de actuar quiso asegurarse de que no hubiera cabos sueltos, entonces las gemas celestes de la corona sobre su cabeza comenzaron a brillar para deslumbrar lo que sucedería.
Pasaron unos segundos y se sintió más que confiado por lo que tomó rumbo, invocó la larga cadena dorada para atarla a un edificio de menor altura y fue columpiándose hasta llegar a la casa. Cuando estuvo a pocas casas de distancia se percató de que la ventana del segundo piso estaba apagada <Perfecto, ideal para entrar> se columpió con la cadena y uniendo y levantando ambos pies destruyó el cristal haciendo todo un alboroto y aterrizando en una habitación oscura.
La cadena de polvo estelar brillaba con intensidad y le permitía analizar el lugar, parecía un cuarto común y corriente solo que estaba algo polvoriento, como si no hubiera sido usado en un par de días. Había una cama, un escritorio y unos estantes colgados de la pared; todo decorado por algo de ropa sucia desperdigada, unos papeles y ahora cristales rotos por todos lados.
Logró escuchar como las tablas de madera del segundo piso chirriaron. –Se acercan –susurró para sí mismo. Se llevó una mano enguantada de negro al cinturón de su pantalón debajo de la campera para sentir el arma que tenía, solo quería asegurarse de que la trajo <Fue una buena recomendación de Bora> No se le había ocurrido a él y tampoco iba a intentar conseguir un arma, pero que ella se la regalara fue otra cosa.
-----O-----
Las ramas blancas que se abrían paso por la cima de las paredes tenían menos hojas de lo normal, por lo tanto la cantidad de luz que se liberaba también lo era. Solo la justa y necesaria para que se pudiera trabajar, no hacía falta que los distribuidores vieran más de la cuenta.
Lo que por fuera parecía una casa ordinaria de un suburbio se transformaba por dentro en un desorden de la clandestinidad, aunque si se le preguntara a los trabajadores de allí ellos lo verían como el arte fruto de su trabajo. En vez de coloridas paredes estas estaban cubiertas de humedad y salitre, cada mancha era un recordatorio de cuando sus preparaciones químicas no salían como se esperaba.
#1876 en Fantasía
#358 en Magia
#230 en Ciencia ficción
heroes y accion, estrellasyconstelaciones, poliamor y romance
Editado: 11.10.2025