Soberano de Constelaciones

Estrella Nova 11

El olor a tinta fresca era potente, cualquiera que no estuviera acostumbrado lo sentiría como un golpe en la cara y lo obligaría a arrugar la nariz. Pero para las personas que trabajan en la editorial aquel olor es tan normal como el del café por la mañana, de igual manera también lo era el sonido de las enormes máquinas de la otra habitación, que producían la tirada de diarios del día.

Dentro de la oficina se encontraban cuatro empleadas: una morcamin, dos humanas y una hucamin. La primera tenía su cabello gris peinado para atrás y los ojos del mismo color que el café en su taza apuntaban a la pantalla de su celular. Se encontraba sentada en su silla con rueditas, aunque de una forma poco amigable con su cuerpo.

Las otras tres estaban de pie, más cerca de la puerta metálica supervisando que las máquinas de imprenta trabajaran. Aunque estas máquinas nunca fallaban por lo que solo se quedaban cerca si algún imprevisto ocurría, algo posible pero muy poco habitual. La mayor parte de su concentración estaba en la charla que tenían.

–Ya no puedo más –comentó la hucamin con una voz más quebradiza de lo normal. Su lenguaje corporal también expresaba el delicado estado mental en el que se encontraba, los brazos cruzados y bien pegados a su torso, apoyada contra la pared, algo encorvada como si quisiera hacerse bolita y las esferas de luz brillantes que aparecían en su cabello purpura eran menos intensas que lo habituales.

La humana de piel clara y cabello castaño se acercó un poco más a su compañera, ella no era de hablar mucho por lo que su forma de ayudar era estando presente y mostrarse como un pilar sobre el cual apoyarse. La hucamin lo sintió así, porque a pesar del dolor continuó hablando. –El área de crímenes me está destruyendo por dentro, ver tantos asesinatos… –Se llevó las manos del ombligo al rostro, como si aquellos recuerdos estuvieran delante de ella–… tantos niños muertos por sobredosis de Polvo de Plata. Es horrible, mi psicóloga me dijo que no estoy mejorando.

Lamentablemente su otra compañera humana, de piel más oscura, comprendía perfectamente a lo que se refería ella. Había experimentado tantas muertes a primera vista que a veces le seguían atormentado todavía, uno puede pensar que el trabajo de periodista es sencillo y divertido. Pero solo aquellas personas de voluntad fuerte pueden llevarlo a cabo, no es fácil estar en el área de crimines y ver tantas muertes y aun así sonreír todos los días o seguir teniendo confianza en las personas.

Cemil nunca había estado en esa área editorial pero su trabajo como periodista la llevó a visitar a los borealenses, viajó hasta el otro hemisferio del planeta solo para poder documentar el conflicto religioso que ya lleva aproximadamente 150 traslaciones desarrollándose, y que no parece tener una resolución al corto plazo. A pesar de las leyes internacionales que protegen a los reporteros y periodistas de todas formas uno de los bandos religiosos atacó las instalaciones donde se encontraba, todo con una absurda excusa. Vio compañeros y recién conocidos morir ante sus ojos, apreciar esos cuerpos sin vida, cabellos sin luces y cielos sin estrellas.

El viento que entraba por la ventana sacudió su cabello con corte bob mientras daba un paso al frente, sus otras dos compañeras se quedaron mirándola. –Si en serio es demasiado para soportar pídele al Jefe de Redacción, a la encargada de recursos humanos que te transfieran de área. Te recomiendo que lleves el análisis psicológico para que tenga más peso la solicitud.

Al escuchar eso su compañera hucamin pareció romperse un poco más, otra grieta se agregó al cristal fracturado de su alma. Y a su vez las luces brillantes de su cabello aumentaron la luminosidad, estaba bien sentirse mal y aceptar cuando uno no puede hacer algo. –Muchas gracias Cemil, eso voy a hacer.

Ese lindo momento se interrumpió de repente por algo, o mejor dicho la falta de algo. Las tres estaban tan acostumbradas al fuerte sonido incesante de las impresoras trabajando que dejar de escuchar fue… raro. Al instante las miradas de ellas se centraron en la ventana que daba a la otra habitación, en efecto todas se habían detenido. Volvieron a voltear pero esta vez para ver a su cuarta compañera, solo que ella ya no estaba en su lugar.

Se encontraba de pie en frente de la computadora de control, levantando su mano del teclado. –¡Apagaste la imprenta! –le recriminó una con demasiada sorpresa.

–SI –contestó sin vacilar. Un instante después levantó la pantalla de su celular y les mostró un reporte médico de un hospital, las tres acercaron sus cabezas y lo leyeron, era algo largo pero estaban acostumbradas a leer rápido. Y mientras más bajaban sus ojos por los reglones sus expresiones se volvían más sombrías.

La humana de piel más clara separó la mirada primero para ver a su compañera morcamin. –¿Entonces eliminamos la noticia de que la Estrella Soberana atacó un escondite de los Fronterizos y la cambiamos por esa?

–Pero vamos a tener que desechar toda la tirada que llevábamos –agregó preocupada Cemil. Sería demasiado papel desperdiciado, le daba pena.

La morcamin sonaba muy decidida, parecía tener todo muy claro en su mente ya. Por algo era la que estaba a cargo. –No vamos a hacer eso, demasiado dinero perdido. Venderemos esa tirada así, pero para lo que queda debe salir con una noticia sobre esto ¡Ya!

Las tres intercambiaron miradas y al final la humana de piel clara fue quien corrió hacia una computadora para sentarse y empezar a escribir, por eso siempre dejaban las maquinas encendidas, por si surgía algo como esto. –Ya te envié una copia con los datos por Estrellanet.

La periodista asintió al comentario de la morcamin e ingresó a la red social para descargar el archivo y ponerse a escribir. Las teclas sonaban con fuerza cuando sus dedos la presionaban, ni por un segundo ella bajó la vista para ver el teclado, ya se conocía la ubicación de cada letra de memoria.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.