Pocas personas tienen permitido estar en los últimos pisos de la Bóveda Celeste, donde se ubica la residencia de las Súper Estrellas, aquellos adivinos que regresaron de la muerte. Sus asistentes y community manager son un ejemplo, los miembros del Cancerbero Constelario es otro; pero algo que pocos tienen en cuenta es que (luego de pasar unos exámenes y pruebas rigurosas) los amores de las Súper Estrellas también son permitidas. Sin importar cuantos sean los amores que conformen la relación.
En el caso específico de Murat su relación estaba formada por otras dos mujeres: Abi, que forma parte de los Cancerberos Constelaros e Irfan, que trabaja desarrollando tecnología Aster.
El piso donde se encontraban las respectivas habitaciones de cada uno es muy grande, por lo que no es muy común encontrarse a varios adivinos juntos. Aun asi en esta noche había tres reunidos en la sala de estar, allí la enorme televisión de la pared estaba encendida en un canal de noticias cualquiera. Sentado en el sillón negro con forma de L estaba el joven cuyo cabello blanco era iluminado por una aureola de luz dorada sobre su cabeza.
Murat no le prestaba mucha atención a la tele, aunque tampoco era él quien eligió el canal. Esa había sido Cemal, aquella mujer cuya apariencia rondaba entre las 25 traslaciones era la mayor influencer respecto a moda en todo el país y más lejos. Ella fue quien puso el canal donde unos periodistas promocionaban una nueva crema que iba a salir al mercado.
Aquella humana no estaba sola, se encontraba de pie a un lado del sillón y con una silla por delante. Sentado se encontraba un morcamin, los puntos de luz que caían como agua de su cabello negro daban la impresión de salir directo de la aureola sobre su cabeza. De su cuello para abajo todo su cuerpo era cubierto por una sabana aislante para que el producto no manchara su cara ropa de marca.
–¿Cómo está quedando? –preguntó sin poder contener el entusiasmo. Hubiera girado su cabeza si no fuera porque Cemal ya le recriminó varias veces que no lo hiciera.
–Pero que molestó –contestó la otra Súper Estrella de largo cabello castaño. Sus dos manos estaban metidas en la nube de espuma blanca que cubría todo el cabello del otro adivino, ella sacó una de las manos para secársela y pasarle un espejo de mano–. Fíjate tú mismo –dijo con algo de desdén.
Fingiendo que sabía sobre el tema Eglence movía su cabeza de un lado a otro, de arriba abajo, analizando cómo iba avanzando el proceso capilar. Al terminar le devolvió el espejo. –Eres toda una genial, me encanta como está quedando.
La humana blanqueó sus ojos azules un momento. –Ash, pero obvio que sí. Soy una experta en esto, por eso miles de chicas siguen mis consejos. Y aunque se trata de un tonto personaje de tu franquicia favorita de todas formas voy a hacer que el pelo te quede igualito.
–¡Sí! Voy a tener el mejor cosplay para la convención. Los otros jueces quedaran sin palabras.
<Claro, sería demasiado injusto que participara> pensó Murat, sus ojos como estrellas azules derramando luz en su celular aunque sus oídos estaban bien atentos a la conversación de los otros dos. Además de ser injusto para los otros participantes, Englence no podía participar de competencias porque una ley del país se lo prohibía a las Súper Estrellas.
Tal vez no lo pareciera pero tenían muchas limitaciones los adivinos, asi como que tampoco podían conocer a sus familiares de antes de revivir y perdían todo lazo con ellos. Algo que al menos a Murat no le preocupaba mucho, al final de cuentas no tenía ningún recuerdo sobre ellos. Al ganar la capacidad de adivinar el futuro y el pasado perdían los recuerdos de su anterior vida.
Eran extraños los casos de Súper Estrellas que le daban vuelta a ese tema, o se preocupaban por conocer quienes fueron antes. En la Bóveda Celeste a ninguna parecía preocuparle de momento, y en el futuro cercano el joven de cabello blanco sabía que tampoco le importaría. En especial porque ahora se concentró en la llegada de sus dos amores, apenas escuchó las puertas del ascensor abrirse sabía que eran ellas, por lo que se puso de pie y fue en esa dirección.
Por un lado Abi tenía puesto un vestido colorido aunque le quedaba ajustado y marcaba bien los músculos de sus brazos. Por el otro Irfan vestía una camisa blanca y chaqueta negra, su nariz estaba roja como siempre por los mocos que se limpiaba. Ambas estaban tomadas de las manos cuando salieron del elevador y Murat fue a abrazarlas.
–Esta va a ser una noche muy ocupada, asi que no nos molesten –le dijo el adivino a sus compañeros inmortales.
Englence asintió feliz la cabeza mientras que Cemal separó su vista mientras seguía trabajando en el cabello del otro. –Ni que quisiéramos.
La atención de Murat volvió a caer en sus dos amores, en específico Irfan que le estaba hablando. –Ya tengo todas las películas descargadas para ver. –Acto seguido ella absorbió la energía de la gema de su anillo, la marca de una constelación brillo en su frente y un portal se abrió. De su interior ella sacó un pendrive.
–Yo ya pedí toda la comida, asi que debería llegar dentro de poco –agregó Abi. Sonaba como un dragón muy hambriento, propio de las constelaciones zodiacales.
–Genial, genial. Yo ya estuve ordenando mi cuarto, reorganicé todos los peluches y dejé un espacio para la Kedien. –Los tres empezaron a caminar hasta el pasillo que llevaba a las habitaciones de todos, Murat pasó cada brazo por detrás del cuello de cada chica que tenía a cada lado–. Muchas gracias por ayudarme con esto chicas, enserio. –Eso iba dirigido a algo mucho más que solo ver películas.
Irfan le dio un beso en el cachete. –Siempre lo haremos, en todo lo que podemos.
En cambio, Abi le dio un codazo en las costillas al adivino. –Y quien sabe, si todo te sale bien incluso podríamos expandirnos. Si me entiendes. –Movió sus dos cejas de forma coqueta.
–Jajajaja bueno es posible, aunque mejor que vayamos despacio.
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Editado: 05.11.2025