El sonido metálico de las cadenas brillantes se expandía entre los edificios, la Estrella Soberana se encontraba balanceándose entre las alturas al frente del grupo; con la líder de las guardias a su lado. No es que ellas no pudieran patinar más rápido de lo que él se movía, pero como el vigilante de la noche era ahora su guía tenían que limitar su velocidad para poder seguirlo. Al final de cuentas no les servía ir rápido si solo acabarían perdidas en esta ciudad de edificios exageradamente altos.
La relación entre ellos era frágil, una estrella unida a otras cuatro por una fina línea en el cielo, o como caminar por una delgada capa de hielo pensarían las guardias. Después de haber avanzado unas calles la líder volvió a observar el dispositivo de rastreo en su mano, intentaba no desesperarse aunque le era difícil por las circunstancias.
–No estamos yendo en la dirección correcta, nos estamos alejando de la señal de rastreo –le impugnó la Elfa Invernal a la cabeza.
El joven de extraña vestimenta, ropa totalmente negra, una máscara blanca y una llamativa corona; le contestó sin separar la vista del frente. –Es un error pensar que solo moviéndose en línea recta llegaran hasta el punto. –Tal vez él nunca hubiera salido de su planeta natal, pero aun así conocía muy poco de otros mundos por videos y así. Eso le dejó en claro una cosa–. Claro que quizás no lo sepas, pero aquí construimos edificios exageradamente altos, más que cualquier montaña. Sigue en línea recta y chocaras con un muro de varios, por donde vamos nos ahorra más tiempo que tener que rodearlos.
La líder frunció sus plateadas cejas. –Seguro que para ti sería un problema, no tienes de dónde agarrarte más arriba. Nuestras pistas de hielo pueden llevarnos para surcarlos.
–Si ese hielo mágico también puede darles oxígeno para las alturas entonces háganlo. –Qué suerte que la Estrella Soberana tenía una máscara, porque tenía una sonrisa desafiante por debajo y ver eso hubiera molestado a la Elfa Invernal. En cambio, ella se quedó en silencio y pensativa.
El vigilante de la noche movió su brazo a la izquierda y la larga cadena se manifestó alrededor, su cuerpo fue tirado en esa dirección y evitó chocarse con la montaña de metal y cristal que estaba en frente. Las demás lo siguieron haciendo espectaculares movimientos de patinaje y él volvió a hablar. –No te caigas de los nervios, según la ubicación que me mostraste ya me hago una idea de a donde los llevaron. Y conozco un buen lugar por donde podemos llegar sin que nos descubran.
El grupo siguió avanzando unas cuantas calles más, de repente las Elfas Invernales notaron un muro considerablemente alto que se levantaba a mitad de la ciudad y bloqueaba todo el acceso. Lo habían visto un par de veces cuando llegaron al puerto y tuvieron un pequeño recorrido, la Erdemli les había dicho que es lo que separaba la ciudad en diferentes distritos y se tenía que pagar una pequeña tarifa si se quería ir de uno a otro, y la forma más común de moverse entre ellos es mediante trenes subterráneos que se expanden como raíces por toda la ciudad.
En vez de eso ellos pudieron pasar sin problemas, el muro no era tan alto como para impedírselo y tampoco parecía estar muy vigilado esa rotación, al menos no en la parte aérea. Eso ahora era algo útil para las guardias, quienes querían realizar esta operación con la mayor cautela posible, aunque en retrospectiva no le parecía muy útil.
En su planeta invernal también se utilizaban enormes murallas, servían para alertar y evitar que los Jotuns atacaran las ciudades. Aunque eran mucho más usadas hace más de 100 ciclos, ahora tenían otras formas de alertarse por la llegada de esos gigantes de hielo.
Mientras el grupo más se adentraba en el nuevo distrito los cambios eran mucho más evidentes de lo que ellas esperaban, a la Estrella Soberana le dio igual pero a las guardias las descolocó un poco. La arquitectura de los edificios fue lo que más cambió, eran cada vez menos bajo por lo que el grupo tuvo que descender su altura también, incluso a las Elfas Invernales se les hizo ligeramente familiar esa arquitectura.
Además del notorio cambio de altura en las construcciones también resaltaba la diferente forma de decorarlas, las ventanas pasaron a tener formas mucho más de óvalos horizontales con dibujos de círculos y puntos en su interior.
–¿Qué es todo esto? ¿A dónde nos trajiste? –exigió saber la líder del grupo. A pesar de tener una gran inmunidad al frio su cuerpo tembló al sentir un tétrico viento de familiaridad rodeándola.
–Ahora entramos al Distrito Seleniano.
Al escuchar eso todo quedó totalmente cristalino como escarcha para las guardianas, ellos también vivían en su mundo solo que cuando llegaron los conocían como Solfodd. Luego mientras más se unían a la sociedad y cultura de su mundo fue que aprendieron sobre ellos, como la forma en que se referían a sí mismo.
Moviéndose por las alturas, a una distancia mucho menor comparada con el distrito anterior, el grupo pasó cerca de una plaza. Vista desde lo alto tenía una forma que se asemejaba a un ojo y en el centro una fuente con la estatua de un ángel, allí de reojo las Elfas Invernales vieron a una pareja de Selenianos caminando, terminando de confirmar la declaración anterior de su dudoso compañero enmascarado.
Como no podía ser de otra forma ambos parecían llevar un estricto cuidado sobre su piel, llevaban alrededor de sus cabezas una grandes gafas de realidad aumentaba y la mujer sostenía una correa con la que paseaba a un pequeño robot que se movía en cuatro patas y tenía una cola.
En un principio ese era un distrito comercial más, pero hace más de 260 traslaciones cuando Elestial se unió a la Cofradía Interplanetaria una gran migración de Selenianos llegaron al planeta. La gran mayoría se asentó en ese distrito, y aunque en grandes rasgos mantenían la cultura original del planeta esta si se fue adaptando un poco más a la cultura que ellos traían.
#778 en Fantasía
#132 en Magia
#67 en Ciencia ficción
heroes y accion, estrellasyconstelaciones, poliamor y romance
Editado: 26.11.2025