El sendero frio y dorado se manifestaba delante a la par que se desvanecía por detrás, eran cuatro para ser específico y cuatro eran las Elfas Invernales que lo patinaban con destreza y delicadeza. Aunque dos de ellas debían andar con menos velocidad y más cuidado, la líder del grupo de guardianas cargaba entre sus brazos a su Alba Alteza Yulen Senhet-gaus, su largo cabello trasero y color caoba aceptaba la invitación del viento para bailar libre con la brisa nocturna.
No estaba sola, aquella guardia cuyo pelo plateado estaba atado en una trenza también cargaba a alguien entre sus brazos. El asistente del cocinero especial que contrataron y que quedó metido en medio del todo el problema, a diferencia de a los Hiberianos, Varnis, tenía más problemas para resistirse al frio viento que traía la estación de Sonbaharan y provocaba que las hojas se caigan.
Al final de su recorrido las guardias llegaron al mismo lugar por el que se marcharon, el balcón de la habitación de hotel donde se hospedaban. Se trataba de un lugar de primera clase, en la suit más lujosa del edificio y eso podía notarse en lo extenso del propio balcón. Hubo espacio suficiente para que las cuatro aterrizaran allí sin ningún problema, las hojas formadas de hielo en la suela de sus botas se deshicieron al igual que el sendero que recorrían.
Toda la nieve brillante y mágica entró en la maleta que le correspondía a cada una y Varnis sintió como si un frio sobrenatural desapareciera, el viento fresco que la propia estación le resultó muy caluroso y acogedor en comparación. Las guardias se arrodillaron y los dos muchachos se bajaron de sus brazos con cuidado.
–¿Lo sentiste? Te dije que sería muy divertido –comentó el Príncipe, las patas de gallo aparecieron al lado de sus ojos cuando formaba una sonrisa. Una que el propio Varnis pensó reconocer, últimamente se volvía muy bueno haciéndolo.
Solo que en comparación el joven peculiar de cabello verde se sentía más aliviado y no tan emocionado ahora que estaba en tierra firme. –¿Esto lo hacen siempre en tu planeta? –La experiencia le resultó más aterradora, sintió que se le revolvía el estómago aunque pudo contener las ganas de vomitar.
–Solo si eres un Snogni, y puedes acceder a suficiente nieve mágica –explicó Yulen yendo a su lado, guiándose por la voz y calor de la otra persona.
Ambos se disponían a entrar a la suit aunque de forma tácita las cuatro guardias se miraron y hablando a través del viento rodearon a Varnis, apartando al Príncipe de su lado y los dos muchachos quedaron muy confundidos. Más él que ahora estaba rodeado y sin posibilidad de moverse, o escapar.
Sus muy oscuros ojos pasaron por cada una de las Elfas Invernales, intentando absorber, comprender que fue lo que ocurría o si hizo algo mal. Pero lo único con lo que se encontró fue con miradas serias, brazos cruzados y un silencio frio.
Se sorprendió cuando sintió la mano de la líder apoyarse en su hombro, podía sentirle las uñas debajo de la ropa debido a la fuerza con la que lo agarraba. –Espero que puedas comprenderlo –Apretó su mano con todavía más fuerza, clavándole las uñas–, nosotras preferiríamos que todo lo que ocurrió esta brisa nocturna quede sepultado bajo el hielo. Por el bien de todos.
El labio inferior de Varnis temblaba ante la incertidumbre de lo que podrían hacerle, y esa misma incertidumbre lo paralizaba sin dejarle hablar o siquiera hacer un gesto de afirmación. La líder del grupo de guardias continuó. –Fue solo un percance que no tiene por qué escalar a mayores, si nadie dice nada por supuesto.
De repente su Alba Alteza se metió en medio de la aglomeración de calor, podía reconocer perfectamente al de su amigo porque aunque no fuera muy caluroso si era el que más brillaba. Seguido sus nublados y escarchados ojos blancos apuntaron al calor de la líder.
–No te preocupes, ya arreglamos de antemano que nadie va a comentar nada de lo que pasó –sonaba demasiado confiado. Se volteó a volver a ver al calor más brillante.
–Gracias.
Aun así las guardias no parecían estar muy conformes con unas simples palabras que se las llevaba el viento, pero su Alba Alteza cambio la temperatura del ambiente pasando su mano por detrás de los hombros de Varnis y llevándolo dentro de la lujosa habitación de hotel. Su nuevo amigo de cabello verde lo siguió a la par, estaba sorprendido de lo bien que Yulen parecía orientarse dentro de la sala, le daba la falsa sensación de que pudiera ver o era como si ya hubiera pasado tanto tiempo allí que se conocía el lugar de memoria.
Las Elfas Invernales volvieron a intercambiar miradas, no podían desobedecer al segundo hijo de sus líderes y si él confiaba en el joven peculiar ellas confiarían también entonces. Las cuatro dejaran que el viento se llevara ese tema y entraron siguiéndolos por detras, a Varnis no le sorprendió la ostentosa decoración: alfombras coloridas y caras, cuadros en marcos tallados y un lugar reluciente de limpio.
Cada guardia volvió a su posición, y en específico, aquella de la trenza y encargada de custodiar la entrada notó que un botón titilaba en el dispositivo de llamadas. La pequeña pantalla rectangular y digital mostraba que se trataba de un mensaje de voz del propio hotel, como es su deber se lo informó a Yulen de inmediato.
–Su Alba Alteza, hay un mensaje de la recepción.
El Príncipe junto a Varnis se acercaron al dispositivo y la mujer presionó el botón para reproducirlo, una voz femenina fue la que se escuchó seguido “Buenas noches, le informamos que aquí en la recepción tenemos a alguien esperando. Busca al Príncipe y a alguien más que lo acompaña”. ¡Desorden! Escuchar eso hizo que los ojos de Varnis se abrieran como un portal al vacío, se giró y observó a Yulen recordando algo.
–¡Bulent! Me fui y no volví, debe estar preocupado.
–Nosotras nos lo cruzamos buscándote. –Se acercó a informar la líder.
–Creo que en realidad te estará buscando a ti solo, no a mí –comentó el representante.
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Editado: 26.11.2025