El lugar era muy espacioso, las baldosas del suelo resplandecían de lo limpio y le permitirían a uno apreciar su propio reflejo, las paredes blancas se elevaban más de lo necesario y el techo la luz adquiría las formas de estrellas, planetas, cometas y galaxias; resultado de las figuras grabadas en el cilindro metálico que rodeaba a los focos.
Todo eso le generaba una sensación artificial y de vacío a Asil, no le gustaba mucho el estilo arquitectónico del lugar, el minimalismo. Todo era tan grande y espacioso pero los objetos para rellenar el lugar y decorar eran tan pequeños, y estaban apretados en las paredes como si tocarlos fuera un pecado.
De todas formas el baño era uno de esos lugares donde no le llegaba tanto esa sensación, el motivo era simple. Se encontraba dentro de un jacuzzi cuadrado, burbujeante a más no poder y rodeado de botellas de productos para la higiene. Ese pequeño espacio dentro del gran baño le daba la sensación de estar lleno, lo disfrutaba mucho. O al menos debería, pero la situación de hoy no se lo permitía.
Debido a todas las cosas por las que tuvo que pasar y a su trabajo actual era necesario que se encontrara en buena forma, luego de pasarse un jabón por los pectorales ligeramente marcados tomó una esponja blanca y frotó con fuerza haciendo más espuma. Lo había hecho tantas veces que su cuerpo repetía el proceso en modo automático, era algo que simplemente no podría olvidarse, uno de los lujos que obtuvo al ser elegido por la Alta Mariscal y traído desde su hemisferio hasta este. Algo que le preocupaba que se le arrebatara por su fracaso, aunque confiaba que no.
Su ojo azul oscuro estaba clavado en una burbuja de jabón en el otro lado del jacuzzi, observándola con atención y viendo reflejado en ella sus pensamientos. Su otro ojo estaba entrecerrado, pero podía notarse el iris del ojo de un color gris perlado y desorbitado para abajo.
<Las dos mujeres que secuestraron al Príncipe lo revisaron ¿Dónde habrá tenido el rastreador entonces?> Sin duda debía haber tenido uno, sino no podía explicarse otra forma en la que las guardianas lo encontraran. No podía haber sido gracias a la Estrella Soberana, ese idiota que jugaba a ser bueno no podía conocer su plan, al menos que hubiera un infiltrado en la misión, otra cosa imposible porque sino no habría sobrevivido… o el vigilante de la noche lo hubiera traicionado.
El brazo de Asil dejó la esponja a un costado, lo levantó en alto formando un puño y golpeó el agua haciendo que salpique para todos lados. –¡Maldición! Tengo que descubrir la identidad de ese idiota, no, con traerlo ante la Alta Mariscal para que pague tendría que ser suficiente.
Se volteó para elegir una botella de champú, se sirvió el espeso y perfumado liquido rosa de una y se lo frotó por el cabello <Tengo que estar mejor que impecable, si ella me ve muy elegante podré apelar mejor a su bondad para perdonarme>. Una parte de él estaba confiado de que no le pasaría nada muy grave, aunque la otra seguía indecisa al respecto. Si nada salía como esperaba mínimo podría provocar un caos y hacer que lo mataran, sería mucho mejor eso antes de que lo regresaran a su hemisferio.
El cabello teñido de aguamarina quedó cubierto por espuma blanca. –Tengo que empezar a recolectar información para capturar a ese idiota. –Chasqueó la lengua e inconscientemente se frotó el dedo índice cerca de su ojo dañado–. Desde la explosión en el distrito residencial sus apariciones se volvieron más esporádicas, más difícil de atrapar.
Tomó aire y se hundió por completo en el jacuzzi unos momentos, cuando el oxígeno se le acabó y se vio obligado a salir la espuma en su pelo se había disipado. –Ah, era tan obvio. Ese idiota quiere hacerse el héroe, será tan predecible como causar un incidente algo llamativo y esperar a que vaya a resolverlo. Ahí podré atraparlo.
Eligió otro jabón, esta vez de color verde azulado y lo hundió bajo el agua para frotarse la entrepierna y las piernas <Si la Alta Mariscal se quiere desquitar de esa forma tengo que estar bien limpio, espero ya no tener más olor a oxido y humo>. Por un momento pensó en masturbarse, eso debería ponerlo de buen humor, solo que la situación que se le avecinaba lo tenía tan preocupado que sabía que no lo disfrutaría en absoluto. Solo se cansaría el brazo en vano, y si su líder quería divertirse con él entonces tendría que estar cargado.
–Le plantearé eso, si, todo saldrá bien. Me dará una segunda oportunidad y los recursos para atraparlo.
Asil se puso de pie y salió del jacuzzi dejando un rastro de agua por detrás, bajó los cinco escalones de la parte superior del baño hasta las baldosas brillantes y se secó. Su ropa elegante y doblada esperaba en una silla así que se acercó, una ligera brisa de aire frio atravesó el cuarto y le dio un escalofrió mientras se secaba el pelo.
–Dicen que en Hibernia además de tener las mejores chimeneas también hacen los mejores baños calientes, me pregunto si será verdad. –Tanta información sobre la cultura de ese planeta que se vio forzado a aprender, ahora toda desperdiciada.
Se detuvo frente a la silla con ropa y tomó el parche que reposaba encima, luego se cambió y perfumó. Desempañó el espejo de la pared con la toalla y vio su reflejo, estaba lo más elegante y hermoso posible para su líder. Tomó otra bocanada de aire e intentando mantener su confianza salió al pasillo del penthouse.
Delante de él se reveló un extenso pasillo con suelo de madera pulida, las luces se encendieron con sus movimientos y los pocos muebles alejados entre sí en las paredes brillaron. Era un desperdició de tanto espacio pero ignoró ese pensamiento, se concentró en la fuerte brisa fría que volvió a saludarlo. Siguió su rastro hasta el balcón al final del pasillo, allí había alguien de pie y fumando.
Blanqueando su ojo Asil fue para la dirección contraria aunque no pudo dar muchos pasos. –¡Ey! ¿Qué ya no saludas, preferido? –La mujer en el balcón apagó su cigarrillo y fue corriendo hasta él ¿tan emocionada estaba? Le parecía muy patética.
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Editado: 26.11.2025