Soberano de Constelaciones

Estrella Nova 25

Se supone que la luz no tiene masa, entonces Murat no comprendía porque la luz de su cuerpo le pesaba tanto. No sabía porque ocurría, aunque si lo que significaba, desde que sus ojos se abrieron por primera vez en la mañana supo que hoy era una de esas rotaciones.

La cama era tan grande como para cinco personas, tenía el colchón más suave de todos y las sábanas eran de la mejor tela en todo el país. Cuando sus parpados se abrieron liberó un largo suspiro de su nariz, uno pensaría que así liberaría la presión dentro suyo pero no fue el caso. No es que no quisiera, más bien no podía moverse. Sentía como si su cuerpo se desconectara de la mente, se le pusiera en su contra.

Podía sentir el brillo de la súper luz dentro de su cuerpo solo que ante sus ojos azules hoy todo estaba más apagado, traicionado por sí mismo. Le daba la sensación que su ser ya no quería interpretar más este papel, todas las estrellas se apagan incluyendo a las Súper Estrellas. Hoy sentía que el brillo de su interior era demasiado incluso para sí mismo, cegador e hiriente.

A duras penas volteó su cabeza para un costado, toda la cama estaba llena de diferentes peluches. Cada uno de ellos era un regalo diferente de una de sus amores, obsequiados con el propósito de hacerle compañía en rotaciones como esta donde ellas no podían acompañarlo. Había conejos, cabras, cerdos, patos, dragones y peluches de personajes ficticios. Todos de distintos colores y la mayoría con sonrisas solo que ahora se sentían como una marea de felpa que lo ahogaban y le impedían respirar.

<Tengo que salir de la cama> pensó con un volumen bajo incluso para sus pensamientos. Y aunque quisiera no podía, sentía su cuerpo agotado, suplicante de un descanso profundo ¿tal vez definitivo? Murat cerró sus ojos por un momento aunque deseo que fuera para siempre <Ni siquiera puedo morir bien, ya morí una vez pero reviví>. Él no sabía nada sobre ese suceso y tampoco recordaba nada de su vida pasada ¿Cómo había muerto? ¿Cómo fue su otra vida? ¿También tenía días en los que se sentía así? ¿Acaso… su primera muerte fue porque ya no soportaba la vida?

Pero eso solo le dejaba más interrogantes ¿Qué sucedería si intentara apagar su luz ahora que era una Súper Estrella? Tal vez no moriría por vejez pero sabía que podía ser asesinado, solo que arrebatarse la vida no era una idea que lo iluminara mucho, pensaba que tenía tan mala suerte que volvería a revivir una tercera vez. Como en esa serie de ficción que le comentaba Eglence sobre una Súper Estrella que murió y revivió por segunda vez.

<¿Qué se rompió? ¿Qué se me perdió?> Para cuando se dio cuenta su cuerpo le hizo caso, solo para levantar los brazos y taparse la cara. Los dedos se le enredaron en el cabello blanco y tiró de el con fuerza <¿Por qué me siento así? Ya no sé qué me falta que las otras personas tienen>. Se acababa de despertar de una larga siesta en la mejor cama del mundo, y de igual manera se sentía tan cansado.

Entonces un sonido llamó su atención, levantó su cabeza de las almohadas para llevar a su cintura y allí lo vio. La kedien que había adoptado dormía consigo todas las noches, y hoy sentía que su actitud era un poco diferente y menos arisca. Las palabras no hacían falta, el animal y el joven conectaron sus interiores. La kedien estaba bien cómoda a un lado de su cuerpo, sobre las sábanas, le compartía su calor y Murat podía notar un brillo en sus ojos oscuros, una luz de la que carecía cuando la adoptó.

El felino de pelaje blanco frotó su rostro sobre el cuerpo enmantado del adivino, lo hacía para que él no se olvidara que ella estaba ahí. Lo apoyaba, quería ayudarlo. En la parte de su espalda donde debía de haber hermosas alas de mariposas solo quedaban restos desgarrados y pegados a su cuerpo, las rasgaduras parecían como las de una hoja de papel luego de ser arrancadas a la mitad, y aun así esos pedazos azules y verdes se movían como si intentaran darle ánimos.

No era al único al que le pasaba, ni siquiera los humanos o morcamins eran los únicos que sufrían esto. Los animales también podían sentirlo, aquel felino en especial parecía ser un experto en eso. Por algún motivo que desconocía saber eso hizo que Murat pudiera reconciliarse un poco con su cuerpo, el desacuerdo permanecía pero lo sentía más como una tregua temporal. El Joven adivino logró sacar su mano de entre las sábanas y llevarlas hasta la kedien, la dejó a un lado de su cuerpo y esta acercó su cabeza para lamerle la punta de un dedo.

No hicieron falta palabras de apoyo vacías, tampoco que nadie le recordara que otras personas la pasaban peor y que él tenía muchos lujos. Sentir la lengua rasposa del animal fue todo el mensaje de apoyo que necesitaba. –¿Tú también sabes lo que es sentirse así, verdad? –soltó la pregunta con poca luz en sus palabras.

La kedien solo lo miró y Murat tuvo la sensación de tener la respuesta en su mente. –¿Recordaste lo que es sentirse bien? –¿Cómo es que podría lograr eso? Intentar hacer las cosas que lo hacían sentirse bien solo le hacían sentirse peor. Y tampoco es como si pudiera usar sus habilidades, no podía adivinar el futuro y saber cuándo sentirse así, sus compañeros tampoco podían hacerle ese favor. Porque las Súper Estrellas no pueden ver ni el pasado ni el futuro de sus iguales, y no era algún tipo de norma o similar, literalmente no podían.

Aunque ahora tampoco le hacía tanta falta, la compañía de su mascota le ayudaba más.

Unos golpes a la puerta vinieron de por fuera de la habitación, antes de que pudiera preguntarse de quien se trataba escuchó la voz de su community manager. –Mi Lucero ¿Ya se encuentra despierto? Lo mejor sería que se levantara pronto, hoy tenemos una agenda algo larga que cumplir.

Eso no fue nada bueno de oír, solo provocó que la luz de su cuerpo se volviera el doble de pesada <Todos mis fans, todos mis seguidores ¿Por qué me admiran? Solo voy a decepcionarlos con cualquier cosa que haga hoy>. Había otras 8 Súper Estrellas en el país, no entendía cómo podían algunas personas decidir seguirlo a él.




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