Era un hecho irrefutable que Evadne Campoamor de las Gracias, nieta de Maia, hija de Lino, era una de las mujeres más hermosas de toda su ciudad. Tenía el pelo largo, voluminoso y perfectamente ondulado hasta la parte baja de la espalda. Era de un color borgoña brillante y las mujeres a su alrededor jamás comprendieron porque siempre parecía estar perfectamente peinado teniendo en cuenta que Evadne parecía una chica incluso descuidada en ese sentido. Nunca le dio gran importancia a esa clase de cosas banales ni se la veía asiduamente acicalándose, como a muchas otras. A pesar de que las Hespérides eran buenas trabajadoras del campo también eran coquetas y el tiempo que no pasaban trabajando lo dedicaban en gran parte a su cuidado personal. Pudiera ser simplemente que su cabello borgoña y combinaba muy bien con su piel verde oliva o con sus preciosos ojos grandes y grises. Sea como fuere Evadne era una mujer preciosa.
En realidad, este hecho no le había traído más que problemas a Evadne. Quizás si hubiera tenido una personalidad más altiva, contundente o presumida, habría sido capaz de lidiar con ellos, pero la verdad es que Evadne era una persona sencilla, pacífica y callada, puede que incluso un poco tímida, por lo que, en su infancia, sus compañeras de clase no la habían tratado, quizá por envidia o por su pasividad, de la mejor manera. Evadne era trabajadora y tenía los pies en la tierra desde bien jovencita, razón por la que los adultos la alabaron más que a sus compañeras, lo que tampoco la ayudó demasiado. Por eso, a medida que fue creciendo, decidió que no dejaría que ningún niño pasase por la soledad que ella había sufrido de pequeña. Por ese motivo, su vocación siempre fue ser profesora. Además, Evadne sentía que los otros adultos eran demasiado complicados para ella, pero los niños, buenos o malos o las dos cosas, eran sinceros. Era fácil verlos venir pues, a pesar de que fueran traviesos, no tenían la picardía suficiente como para hacer daño a los demás sin que su profesora pudiera evitarlo.
Evadne, como todas los demás Hespérides, se había criado en el campo. Porque no importa la profesión que tuvieras. Una Hespéride se cría en el campo, igual que una Ondina se cría en el agua. Y su vida gira en torno a él y está a su merced de sus caprichos. El campo obedece a las lluvias, al Sol y, si lo escuchas atentamente, a veces te obedecerá a ti también. Pero le necesitamos más nosotros a él que al revés, así que, de alguna manera, somos nosotros los que nos tenemos que adaptar. Por eso, en la época de siembra, toda la ciudad tenía su labor. También Evadne iba con sus hermanos, hermanas, padres, sobrinos, tíos y primos a sembrar. Porque no importaba si uno era panadero o curtidor o Herrero o sí trabajaba en el banco y tenía una cantidad ingente de astros. Pudiera ser una tradición simplemente o una forma de vida. Es la cultura la que da personalidad a un pueblo y el campo era la cultura de las Hespérides.
La fecha en la que se encontraban, sin embargo, era un poco más compleja, porque era la noche en la que su ciudad plantaba las semillas de Quies. La planta del Quies sólo crecía correctamente si se plantaba de noche. Por lo tanto, los niños pequeños no podían quedarse solos en sus casas mientras los adultos iban al campo, así que, como indicaba la tradición, y ahora la ley, era deber del profesorado cuidarlos esa noche. Los niños volvían ese día a la escuela justo antes de caer la noche, para que sus familiares pudieran ir al campo. No hacía mucho, cuando Evadne era una niña, esa noche era realmente tediosa para los pequeños quienes cenaban pronto y eran obligados a abrir los libros a horas intempestivas porque, además, se mantenía la tradición de que, en solidaridad con los adultos y para acostumbrarse a una noche casi entera de trabajo, los niños no se fueran a dormir pronto. Así que, en los días de escuela de Evadne, recordaba esa noche como unas largas horas en las que había que luchar por mantener la mirada en el libro sin dormirse. Casi una tortura. Con el paso de los años las cosas habían cambiado y ya no pasaban la noche estudiando. Ahora los niños estaban encantados con la llegada de este día porque podían pasar la noche jugando con sus amigos y trasnochar, cosa que sus padres no les dejaban hacer. Había, además, quienes se habían aprovechado de toda esta tradición. Normalmente, la única otra especie con la que interactúan las Hespérides es con los Augures ya que ambas especies comparten cubierta, pero esa noche otra especie venía a visitarlos. Hasta tal punto que los niños ya llamaban a esa noche, la noche de los Jinn. Los Jinn, originarios de Fulgor, eran pura luz condensada y se decía de ellos que eran muy aburridos puesto que no paraban de hablar de leyes, política y otras cosas a las que la mayoría de las Hespérides no ponían interés. Pero esa noche, un grupo de feriantes Jinn venía para dar luz a los niños de esa ciudad. La feria de los Jinn de la noche de Quies estaba exclusivamente creada para niños. Sus padres les daban un astro a cada uno y con esa pequeña pieza triangular de metal rojizo podían comprar golosinas o juguetes.
Evadne, debido a su juventud, no llevaba demasiado tiempo siendo profesora, pero incluso así, era bien valorada y sus alumnos la adoraban. Aquella era la primera vez que Evadne era la encargada de la odisea de cuidar a más de cincuenta niños ella sola y sin que se le perdiera ninguno en la feria. Era una tarea harto complicada. Hizo a los niños formar una fila, todos dados de la mano. Los organizó por edades y colocó a los más mayores y responsables al final con el objetivo de que cuidarán de los demás. Los más pequeñines iba a su lado, por supuesto. Cantando para no perder el ritmo, salieron de la puerta de la escuela y se dirigieron a un campo en barbecho, donde se había indicado que se instalara la feria. Era un camino no demasiado largo, pero los más pequeños empezaban a quejarse cuando faltaba poco para llegar. Por eso, distraerles con canciones era una necesidad. Sin embargo, todo se les olvidaba cuando empezaban a ver las luces de la feria y muchos querían echar a correr. A Evadne le costó mucho impedírselo, pero supo mantener el orden. Antes de entrar a la feria, Evadne les detuvo, les reunión a todos y les recordó las normas.