Sobre el amor y otros accidentes

Prólogo

Carter

1994

La noche en que mi vida se fue completamente al infierno, la casa de mis padres olía a cordero con vino blanco y a whisky caro. Mis padres habían organizado una de esas cenas donde el único objetivo era que todos recordaran lo importante que era ser un Langford. Aunque yo estaba convencido de que sería mi gran noche: apostaba mil a uno que haría el anuncio oficial de que tomaría las riendas de Lagford Media Network.

Todos los suponían de hecho y no paraban de dorarme la píldora.

Nadie trabajaba más que yo. Nadie conseguía más auspiciantes, más ratings, más horas de sueño robadas. ¿Quién, sino yo?

Mi hermano menor, Nicholas, estaba sentado dos sillas más allá, entretenido con un tenedor como si fuera un juguete nuevo. Ese era mi “competidor”.

Y a pesar de que lo adoraba, debíamos ser realistas. Él no era un cuarto de lo competente que yo era, ni un décimo de lo constante.

Para ponerlo de alguna manera: si la empresa era un barco, yo era el capitán y él… bueno, él sería la boya.

Sonreí ante la idea justo cuando el jefe de contenidos me dijo algo sobre la nueva grilla.

Mi prometida, Victoria, hizo un mohín al ver que alguien más acaparaba mi atención. Llevaba toda la noche intentando decirme algo. Cada vez que abría la boca, alguien brindaba, servía vino o empezaba una acalorada discusión sobre trabajo. Y yo, que hasta ese momento estaba convencido de que nuestra relación iba sobre ruedas, pensaba que sería alguna bobería de los arreglos florales de la boda u otra cita con la organizadora de bodas.

—Llevo toda la noche intentando hablar contigo, Carter, es algo importante —masculló, en mi oído disimuladamente, justo cuando alcé la copa para brindar con el director de programación, que era quien había conseguido sonsacarle a papá que estaba a punto de anunciar su retiro.

—Lo sé cielo, pero esta noche es importante —frunció el ceño y bufó —. Alex, dice que hoy me nombrarán CEO —sus ojos se llenaron de lágrimas y tomé su mano por debajo de la mesa —. Sé que he estado muy ocupado y no he podido darte toda la atención que mereces, por eso me comprometo a que tomarnos unos días, antes de la boda, en cuanto consiga que papá reconozca mi valía.

—No cuento con ello —repuso con amargura —, porque en cuanto consigas el bendito asenso, estoy segura de que encontraras una nueva meta que alcanzar, Carter —dijo en un tono de reproche que no me gusto nada —. Ser la prometida de un témpano sería más sencillo —. Lanzó con amargura.

—Todo lo hago por nosotros cielo… —Me justifiqué, cuando mi padre se levantó con solemnidad y carraspeó.

—Gracias por acompañarme esta noche —alzó la copa y todos lo imitaron —, como imagino, ya han escuchado entre pasillos, que he decidido dar por terminada una exitosa gestión en Langford Medios luego de más de cinco décadas. No ha sido una decisión fácil de tomar. Porque como dice mi esposa: no sé estar sin trabajar un solo día de mi vida y me pregunto si voy a conseguirlo…

—Pues tendrás que averiguarlo —bromeo mamá —. Porque desde que compramos esa preciosa casa en la campiña inglesa, no hemos vuelto a visitarla y planeo pasar una larga temporada allí.

Todos rieron y él tomó su mano con ternura.

—Ya la escucharon, señores. Así que, lo mejor es que terminemos lo más pronto posible con esto —. Alex alzó una ceja en mi dirección, mientras yo repasaba mentalmente mi discurso de agradecimiento —. Sé que muchos estarán sorprendidos por mi resolución y quiero que sepan que es algo que he meditado largamente —me miró directamente a los ojos —. Amo a mis hijos y durante toda mi vida, procuré apoyarlos e impulsarlos a ser la mejor versión de ellos mismos. Y con eso en mente, elegí cuidadosamente a quién me reemplazará en mi retiro —. El salón entero contuvo la respiración. Yo enderecé los hombros, preparado para la ovación —. El nuevo CEO de la compañía será… mi hijo menor, Nicholas.

El silencio fue tan espeso que juraría haber escuchado cómo se quebraba mi mandíbula al caer. Nicholas sonrió como si le hubieran regalado un Ferrari con moño rojo, en tanto yo intentaba descubrir si había caído en una dimensión paralela.

Me levanté, indignado. Incapaz de contenerme, ante la mirada horrorizada de Victoria.

—¿Perdón? ¿Cómo que Nicholas?

—Carter, hijo… —Comenzó mamá, pero la detuve.

—No mamá, no intentes que esta vez, me muerda la lengua y continué fingiendo que Nicholas no es su niño de oro.

—Te aseguro, que no es así —se justificó papá.

—¿No? —Repliqué —. Yo me dejo el lomo por esta empresa. Traigo auspiciantes, programas, resultados. Sin mí, Langford Medios no es nada. Y él… él colecciona mujeres y fiestas.

—Mi trabajo son las relaciones públicas, te lo recuerdo —dijo Nicholas con diversión en la voz —. Así que, las fiestas, son parte de mi trabajo.

Ignoré su idiotez y me concentré en papá, que tenía una calma irritante, propia de quien cree tener siempre la razón.
—Quiero que tu hermano aprenda a tener más responsabilidades y tú a relajarte. Necesitas vivir un poco, hijo.

—¿Responsabilidades? —Reí fríamente con incredulidad—. A duras penas recuerda regar la planta de su oficina.

La discusión subió de tono hasta que Victoria, gritó:

—¡Basta ya! —Apretó los puños —. ¡Necesito que me escuches de una vez!

El salón se congeló. Victoria respiró hondo, me miró con ojos vidriosos y soltó la bomba.

—Carter, basta —gimió y todos en la mesa la miraron desconcertados al darse cuenta de que estaba llorando a mares. Bueno, ciertamente estábamos discutiendo y ella era sensible, aunque no estaba seguro de que esa fuese la razón por la que lloraba —. A esto es exactamente a lo que me refiero… Nunca vas a estar satisfecho…

—¿Qué? —Sacudí la cabeza sin llegar a comprender —. No sé de qué estás hablando.

—Necesito que escuches lo que he intentado decirte toda la noche. Mira, intenté durante mucho tiempo que funcione sin conseguirlo, nunca tienes tiempo, jamás podemos tener una cita sin que te llamen y tengas que salir pitando —la miré con impaciencia, no era tiempo de reproches —. Lo que quiero decir, es que —cerró los ojos —conocí a alguien más —hice un gran esfuerzo para no caer de espaldas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.