CAPÍTULO 9
—¿Hermano mayor? —repetí, mi voz sonó más tensa que la cuerda de un violín desafinado.
¿Esto es real o mi vida acaba de convertirse en un webtoon?
Nicole, por supuesto, asintió como si nada, sin sospechar siquiera el tsunami mental que se estaba desatando en mi cabeza.
—¿Por qué traes a desconocidos a casa?
Hijo de...
Respira...
Por favor, respira... Mantén la compostura, no es el fin del mundo...
—Hermano, ella se metió en problemas por mi culpa y quería ayudarla. —dijo ella con la misma calma con la que uno le habla a un perro cuando le enseña trucos nuevos.
—No vuelvas a hacer eso, Nicole. Es peligroso. —advirtió él.
Mis tangas son las peligrosas, de verdad. ¡¿Por qué?! ¿Por qué él está aquí, mirándome como si fuera una amenaza mundial y yo solo quiero... bueno, no sé, tal vez un café o un chocolate caliente?
Al mirar mejor al "desconocido", que claramente no es tan desconocido porque estoy aquí, dentro de su casa...
Aiden me mira con una expresión tan peligrosa que me pregunté si debería estar buscando una salida de emergencia o una máscara de gas.
Pero, claro, en lugar de hacer eso, me encontraba mirando... su pecho descubierto. No, en serio. ¿Por qué, cerebro? ¡¿Qué esperas encontrar?! ¿Una carta secreta? ¿Un mapa del tesoro?
Digo, lo había visto semidesnudo, pero nunca era suficiente para mí mente perversa.
¡Sube los malditos ojos al frente, que para eso los tienes!
Daría mil dólares por un toque casual.
No, ¿100 mil? No, espera... mejor no me meto en este terreno.
¡Mi mente está completamente fuera de control! ¿Por qué no puedo tener pensamientos de gente normal, como "qué bonito día"? No, ¡tengo que pensar en... esto!
¿Por qué tengo que escuchar tus babosadas?
Porque eres parte de mí, perri.
Lo sé, lo sé, soy un desastre. Lo estoy aceptando.
Nicole trató de salvar el momento como si fuera una heroína en una película barata, pero la verdad es que esto ya se había convertido en una comedia de terror.
—Ella es... —comenzó, pero Aiden la interrumpió antes de que pudiera terminar.
—La reina del hielo. —dijo con una sonrisa torcida que me dio miedo, y no en el buen sentido.
Mejor me callo, no quiero que me miren como si fuera un personaje salido de una película de terror de bajo presupuesto. Aunque, pensándolo bien, ¿realmente soy tan rara? Sí, sí lo soy.
—Más que tú, no creo. —respondí, como si realmente tuviera algo inteligente que decir, cuando en el fondo solo me moría de la vergüenza por estar pensando tanto en su pecho.
Aiden me miraba como si quisiera aniquilarme de un solo vistazo, y sinceramente, lo estaba logrando. No podía apartar la vista de su cuerpo, pero no porque me impresionara, sino porque mi cerebro estaba demasiado ocupado tratando de no morir bajo esa mirada gélida.
Me dio miedo, ¿ok? No era una sensación agradable, más bien como si de un momento a otro se fuera a levantar y a hacer un "fatality" tipo Mortal Kombat, pero con menos palabras y más violencia.
Nicole no parecía notar la tensión espesa entre Aiden y yo. O tal vez ya estaba acostumbrada a ver a su hermano con cara de "no quiero estar en este planeta sobre todo con tu fea cara".
—¿Qué haces aquí, Nicole? Deberías estar en la residencia —le preguntó Aiden, con una voz tan fría que el aire alrededor se volvió instantáneamente más denso.
O sea, por favor, que alguien le pase una manta térmica, porque parecía que se estaba congelando todo a su alrededor. La expresión de su rostro era de pura molestia. No "molesto" en el sentido humano, sino como si alguien le hubiera obligado a comer sopa fría a la fuerza.
Y entonces se me ocurrió algo completamente absurdo.
¿Y si es gay?
Es que, ¿quién actúa así con una chica que acaba de conocer? ¿Es gay o simplemente tiene una reputación de chico duro?
¿Me está mirando así porque no le caigo bien o... tal vez está celoso? Mi cerebro intentó crear toda una teoría conspirativa de 3 capítulos, pero rápidamente la abandoné. ¡Esto no es una maldita telenovela!
Me mordí la lengua, sabiendo que la mirada de Aiden me traspasaba como una daga. Lo malo es que no lo conocía, apenas habíamos coincidido una vez en la vida, y de repente, el tipo me trataba como si yo fuera un mosquito a punto de arruinarle el día.
—No seas un idiota, hermano. Yo la invité. —Nicole le contestó con esa seguridad de quien está acostumbrada a pelear batallas a diario.
Aiden solo la fulminó con la mirada, pero su actitud no cambió. ¿Es que nunca sonríe este tipo o qué? La atmósfera se hacía tan tensa que por un segundo pensé que íbamos a tener una pelea de "quién tiene el alma más fría".
La incomodidad comenzó a apoderarse de mí, como una capa de plomo que me iba hundiendo cada vez más. Ya no quería estar allí. Mi instinto de supervivencia me decía que lo mejor era desaparecer de la escena antes de que Aiden me lanzara una mirada capaz de congelarme en el tiempo.
—Yo... —comencé, pero los dos pares de ojos brillantes me taladraron, como si quisieran exprimir toda la información secreta de mi ser.
—Quizás debería irme, tengo algo que hacer. —murmuré, deseando que esas palabras fueran lo suficientemente convincentes para escapar.
Lo cierto es que no tenía nada que hacer, solo quería desaparecer de esa situación tan incómoda que me estaba dejando sin aire.
Me di la vuelta tan rápido como un chicle pegado en la suela de un zapato. En el momento en que mi mano tocó la manilla de la puerta...
¡ZAS! La mano de Nicole, que en ese momento parecía tener la fuerza de mil universos, me agarró con firmeza.
—No. No te irás. Yo te invité. El idiota de mi hermano no debe meter sus narices en esto —dijo, y aunque intentaba sonar firme, sentí que su mano era la única cosa cálida en toda esa habitación.