Sobre Hielo

Capítulo 12

CAPÍTULO 12

Me acerqué al centro de la pista, cada paso resonando en el hielo como un aviso de que esto no era solo una competencia, era mi oportunidad de callar de una vez por todas la arrogancia de Bea.

Mi respiración se aceleró, y la adrenalina comenzó a recorrer mis venas. No había vuelta atrás. Sabía lo que se venía, y aunque mi cuerpo estuviera preparado, una pequeña chispa de duda encendió un nerviosismo que traté de ignorar. Vamos, no puedes fallar ahora, me dije, aunque mi mente ya comenzaba a anticipar la dificultad que venía.

—Te reto a una competencia de triple Axel. —Bea lo dijo con una confianza tan absoluta, tan directa, que los chicos del equipo de hockey en la banca no pudieron evitar reaccionar.

Algunos gritaron "¡Sí!" como si fueran un coro de seguidores listos para la acción, mientras otros soltaron risas nerviosas, como si ya estuvieran apostando sobre cuánto tiempo me tomaría caer.

Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. En un movimiento casi instintivo, le respondí con una sonrisa desafiante que dejaba claro que, aunque Bea creía tenerlo todo controlado, yo estaba lista para demostrarle que no todo se ganaba con arrogancia.

—Que comience el espectáculo, Bea.

La pista era el lugar donde todo se decidiría, y el reto era tan claro como el hielo sobre el que patinábamos. El triple Axel, una maniobra perfecta y brutalmente difícil, estaba en la mesa. Sabía que lo podía hacer, pero... ¿podría hacerlo bien?

El triple Axel no era algo con lo que me sintiera completamente cómoda. Era un salto complicado que requería mucha más confianza de la que yo tenía, y lo había intentado solo un par de veces en mi vida. La primera vez que lo intenté, por supuesto, me caí de una manera tan espectacular que casi sentí que el hielo me estaba burlando. Pero no estaba aquí para recordar mis fracasos, sino para darlo todo, sin pensar en el resultado.

Un triple Axel era una combinación de velocidad, poder y técnica. Se trataba de girar tres veces en el aire antes de aterrizar con gracia. En teoría sonaba bien, pero en la práctica... es un maldito desafío. A veces, el solo hecho de elevarse en el aire y confiar en que aterrizarías sin caer, era más aterrador que cualquier otra cosa. Había que concentrarse en cada detalle: la forma en que te impulsabas, cómo girabas y, lo más importante, cómo mantenías el control en el aterrizaje.

Vi a Bea comenzar su carrera hacia el salto, con una confianza que casi podía sentir desde aquí. La vi prepararse para hacer el suyo, como si estuviera llevando a cabo una simple rutina. Mi concentración se centró en mi respiración, cada músculo de mi cuerpo estaba tenso, listo para saltar.

Me lancé con fuerza, mis patines cortando el hielo en un ritmo rápido y preciso, buscando esa velocidad y altura necesarias. El aire comenzó a volverse denso a medida que me acercaba al punto de no retorno, el momento exacto en el que el impulso me llevaría al aire.

Sentí mi cuerpo elevarse, como si estuviera a punto de desafiar la gravedad misma. Uno, dos... tres giros, pensé, mientras sentía que todo mi ser giraba con fuerza, como una flecha atravesando el aire. Mi concentración estaba a mil, mi cuerpo controlado, mi mente enfocada en lo único que importaba: aterrizar perfectamente.

Todo el mundo en la pista se desvaneció. El tiempo parecía estirarse, y lo único que sentí fue el torbellino de movimiento en el aire. Me preparé para el aterrizaje, con los nervios zumbando en cada fibra de mi ser.

Pero algo en mi técnica estaba fuera de lugar. El ángulo no fue el adecuado. Intente recuperarme, pero justo cuando pensaba que podía lograrlo, algo ocurrió. Algo que ni siquiera esperaba. Un cambio de aire, una presencia.

Vi una sombra moverse en la esquina de mi vista, una figura que no había anticipado. No fue la risa burlona de Bea, ni los murmullos nerviosos de los chicos en la banca lo que me desconcentró. No. Fue una cara, una cara que conocía demasiado bien. Peter.

Mi corazón se detuvo un segundo, como si el hielo mismo hubiera absorbido toda mi energía. Mi mente empezó a nublarse. ¿Qué demonios hacía él aquí?

El chico con el que había terminado hace unos meses, el mismo que me había dejado con mil preguntas sin respuesta. Y ahí estaba, observándome con esa mirada fría y calculadora, tan distante como siempre.

La sensación de sorpresa me golpeó con fuerza, tanto que casi no pude reaccionar a tiempo. Mi cuerpo se desvió un poco en el aire, mi equilibrio tambaleó. Ya no estaba girando con la misma precisión, la misma confianza. En un abrir y cerrar de ojos, el aterrizaje que había planeado en mi cabeza se desmoronó.

¡Maldita sea!

Casi logro aterrizar, pero el último giro me pasó factura. El impacto fue brutal. Mis patines se deslizaron y, esta vez, no hubo gracia en mi caída. El hielo me recibió con toda su frialdad, y mis brazos se estiraron instintivamente para tratar de amortiguar el golpe. El sonido del hielo rompiéndose bajo mi peso me pareció ensordecedor.

Me quedé allí unos segundos, respirando con dificultad, intentando recobrar el control. Los murmullos a mi alrededor me llegaron como una marea distante. El dolor de la caída punzaba en mis caderas, pero lo peor era lo que había provocado esa caída. Mi mente seguía girando, pero ya no era el triple Axel lo que tenía en mis pensamientos. Era Peter. Ese idiota. El único al que no quería ver.

Cuando levanté la vista, Bea ya estaba mirando, con una sonrisa de triunfo dibujada en su rostro. Había ganado, y lo sabía. Su mirada lo decía todo. Era como si hubiera estado esperando que todo fuera tan fácil, como si el simple hecho de que yo perdiera mi concentración fuera todo lo que necesitaba para ganar.

Y no solo Bea lo notó. Los chicos en la banca, incluidos los del equipo de hockey, también vieron todo. Y lo peor, lo peor de todo, es que Peter también lo vio.

—¡Joder! —mascullé, quedándome en el suelo por un par de segundos más de lo que me gustaría admitir. Mi cuerpo temblaba, no por el dolor, sino por la rabia que me estaba comiendo por dentro. ¿Cómo podía él todavía afectarme así?



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En el texto hay: amorodio, romance, hielo

Editado: 03.01.2025

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