Sobre Hielo

Capítulo 26

CAPITULO 26

Aiden había llegado al dormitorio al día siguiente, y no era el Aiden tranquilo y controlado que estaba acostumbrada a ver. No, este Aiden estaba más como un lobo enojado, y yo no era más que una presa en su camino. La puerta se abrió de golpe y entró, con ese aire de autoridad que podía congelar el aire de la habitación.

Aiden irrumpió en el dormitorio como un huracán con patas. Su mirada era tan intensa que parecía que iba a lanzarme un rayo láser en cualquier momento. Su rostro tenía esa expresión de "estoy enojado por razones que no tienen sentido pero tú vas a pagar las consecuencias". Fantástico. Mi paz matutina ya estaba oficialmente muerta.

—¿Qué pasa ahora? —pregunté sin levantar la vista del teléfono. Estaba revisando un video de patinaje para inspirarme antes de mi empezar mi gran día.

—Necesitas ir a un lugar —dijo con esa autoridad que siempre me sacaba de mis casillas.

¿Ah? Esto tenía que ser una broma. Me enderecé lentamente, todavía procesando el descaro.

—¿Hoy? No puedo. Tengo algo importante.

—Cancela lo que sea que tengas planeado. —Se cruzó de brazos, como si eso fuera a convencerme de que el mundo giraba a su alrededor.

Solté el teléfono sobre la cama con tal fuerza que rebotó. Levanté la cabeza y lo fulminé con la mirada.

—Abre bien las orejas, Aiden, porque esto no lo voy a repetir. Hoy es el día en que voy a dar un paso más hacia mi sueño. ¿Sabes lo que es un sueño, verdad? Algo que se trabaja, se lucha y no se cancela porque tú te despiertas con ganas de ser un mandón.

Lo tenía. Lo estaba destruyendo con mi discurso. Pero, como siempre, Aiden decidió que mis palabras eran decoraciones que podía ignorar. Con una indiferencia digna de un sociópata, sacó un papel arrugado de su bolsillo y me lo lanzó a la cara.

—¿Qué diablos es esto? —pregunté mientras lo desenrollaba.

Era una dirección escrita a toda prisa y un número de teléfono. En la parte superior, unas palabras garabateadas con desgano: Paciente N° 7.

—¿Un paciente? —Lo miré con una mezcla de incredulidad y furia. Mi tono se elevó como un violín desafinado. —¿Qué soy yo, tu secretaria personal?

—Solo saluda y vete. —Se encogió de hombros como si me estuviera pidiendo que le alcanzara el control remoto. —Y dile que Aiden te mandó.

Me quedé ahí, boquiabierta, sosteniendo el papel como si fuera una bomba. Estaba segura de que en algún lugar del mundo, los derechos humanos estaban siendo violados, y esto era la prueba.

—Aiden... —empecé con voz peligrosa, poniéndome de pie. Mi paciencia estaba colgando de un hilo. —¿Sabes lo que puedes hacer con tu papelito?

Mi tono salió más amenazante de lo que había planeado, pero no me importó. Estaba harta, completamente harta de que Aiden tratara de controlar cada parte de mi vida.

Aiden no reaccionó, se quedó allí, mirando como si no tuviera ni el más mínimo interés en mi amenaza. De hecho, parecía hasta divertido, como si estuviera observando a una niña molesta dar su último berrinche.

—¿Sabes en qué posición te encuentras tú, Alex? —dijo, su voz completamente calmada, incluso con un toque de desdén.

Me quedé helada.

—¿Perdón?

Aiden dio un paso hacia mí, lo suficientemente cerca como para que su presencia me aplastara. Su mirada no era de ira, sino de una fría certeza.

—Estás completamente a mi merced, Alex —dijo, sin titubear. —Podría hacer que todo lo que has estado construyendo se viniera abajo en un abrir y cerrar de ojos.

Mis ojos se abrieron de par en par, y sentí un escalofrío recorrerme.

—Tienes un secreto. —Aiden continuó, ahora con una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus ojos. —Un secreto que, si yo quisiera, podría compartir con el mundo entero. ¿Te gustaría que todos supieran lo que estás ocultando, eh?

No podía moverme, mi corazón latía con fuerza, y mi mente estaba a punto de estallar.

—¿Ahora me estas amenazando? —le respondí, tratando de mantener la compostura, pero mi voz temblaba.

Aiden se acercó aún más, y con una calma espeluznante, susurró cerca de mi oído.

—Solo ten en cuenta, Alex, que si no haces lo que te digo... las consecuencias serán tuyas. Y no me refiero solo a tus sueños. Me refiero a todo lo que eres.

Me quedé helada, sin poder articular palabra, mientras Aiden se apartaba lentamente. Su mirada era peligrosa, pero también tan convincente que no pude evitar sentir que había algo más detrás de sus palabras. Algo que, si lo dejaba ir, me haría perder todo.

—¿Escuchaste lo que te dije antes, maldito?

—Te dará tiempo.

Este hijo de su madre no tenía ni una pizca de corazón. Eran las 7 en punto y la presentación ante las personas clave que me darían la oportunidad que tanto esperaba era a las 9. Pero no podía darme el lujo de andar de aquí para allá, especialmente con ese maldito caos que acababa de desatar Aiden.

—¿Qué voy a hacer allá? ¿Voy a encontrarme con alguien y decirle "vengo de parte de Aiden"? —me burlé, sabiendo lo ridícula que sonaba solo de pensarlo.

Aiden no se inmutó. Asintió con su maldita cara de indiferencia. Cerré los ojos, respiré hondo, y traté de no soltarle un buen insulto entre los dientes.

—¿Voy como Alexandre o Alexandra? —pregunté, ya cansada de su actitud.

—Como te dé la gana. Pero ve —respondió con un encogimiento de hombros que solo incrementaba mi rabia.

—Pero... —empecé a protestar, pero Aiden ya estaba dando la vuelta, sin darle la mínima importancia a mis quejas.

—Y no te estoy preguntando —sentenció con ese tono que me daba ganas de arrojárselo todo en la cara.

Antes de que pudiera mandarlo a la mierda, giró sobre sus talones y salió de la habitación como si acabara de darme un consejo sabio. Solté los brazos al aire, exasperada, pero entonces algo hizo clic en mi cabeza.

Hoy era 6. ¿Qué diablos significaba eso? ¿Qué iba a hacer en esa dirección? ¿Qué mierda hacía el 6 Aiden? Mi mente empezó a desbordarse con mil ideas.



#1625 en Novela romántica
#571 en Chick lit

En el texto hay: amorodio, romance, hielo

Editado: 03.01.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.