Sobre Hielo

Capítulo 38

CAPÍTULO 38

Prepararse para las regionales de patinaje artístico y hockey en definitiva era una pésima idea. Estaba exhausta. Por un lado, Elena mantenía su exigencia, mientras que Charles intentaba explotarnos.

No había podido hablar con Logan, y me daba la sensación de que me estaba ignorando. Puede haber sido lo mejor, sin embargo, debo hablar con él.

La relación con Aiden había cambiado. No éramos los mejores amigos, pero hablamos sin pelear. Era un gran avance. Con respecto a su padre, parecía que las cosas estaban tranquilas a simple vista, Aiden vigilaba a su madre y a Nicole. Poco a poco había vuelto a sí mismo.

La competencia de patinaje sería dentro de una semana, y la de hockey, dos días después. Al menos me daba tiempo de recuperar algo de energía.

Todo parecía ir de maravilla, hasta que mi teléfono vibró. Una notificación iluminó la pantalla.

Número desconocido.

Al principio pensé que sería algún spam. Pero cuando abrí el mensaje, el mundo se detuvo.

"La pequeña noviecita de Aiden, espera noticias mías. Att: M."

¿Qué demonios significaba esto? ¿Quién era M? ¿Y por qué mencionaba a Aiden? Mi corazón latía con fuerza mientras leía el mensaje una y otra vez. El baño estaba encendido; Aiden se estaba duchando. Sin pensarlo, corrí hacia la puerta y golpeé con insistencia.

—¡Aiden! ¡Aiden, abre! ¡Es importante!

El sonido del agua cesó de repente.

—¿Qué pasa? Estoy ocupado.

—¡Es urgente! ¡Abre ya!

Escuché gruñidos desde el otro lado y un momento después, Aiden apareció en la puerta envuelto en una toalla, con el cabello chorreando agua. Su expresión oscilaba entre molestia y preocupación.

—¿Qué demonios quieres, Alex? —bufó—. Tienes la maldita costumbre de interrumpir mis baños por alguna tontería.

Sin decir nada, le mostré la pantalla de mi teléfono. Sus ojos se clavaron en el mensaje y su mandíbula se tensó al instante.

—¿Quién es? —pregunté, pero él no respondió de inmediato.

Aiden pasó una mano por su cabello mojado, apartando el agua que goteaba, y apretó los labios en una línea delgada.

—Debo irme.

—¿¡Qué!? —Mi voz salió más alta de lo que esperaba. —¿Eso es todo? ¿Ves un mensaje amenazante sobre ti y te vas como si nada?

—No es asunto tuyo, Alex.

—¡Claro que lo es! ¡Vivo contigo! ¡Y ahora alguien me está enviando mensajes raros por tu culpa!

Se giró hacia mí con una expresión severa, como si intentara mantener la calma.

—No te metas en esto, Alex. Solo... quédate aquí y no hagas nada.

—¿Y si "M" aparece aquí? ¿O peor, si le hacen algo a Nicole o a tu mamá? ¿Vas a ignorarlo también?

Mi voz temblaba, más por la frustración que por miedo. Pero Aiden no dijo nada.

—Voy a hablar con Sullivan —soltó Aiden, serio.

—¿Qué? —pregunté, incrédula—. ¿Qué demonios le vas a decir?

—Que te destituya del equipo de hockey —respondió, como si fuera lo más lógico del mundo.

—¡Estás loco!

—No puedo dejar que estés involucrada en esto, Alex. Y menos con ese mensaje —dijo mientras tiraba la toalla al suelo y se ponía unos pantalones de mezclilla apresuradamente.

—¡Ni siquiera sabes quién es "M"! —grité, gesticulando con el teléfono en mano—. ¿Cómo llegamos de un mensaje raro a que quieras sacarme del equipo?

—Porque si algo te pasa, será mi culpa. —su tono era cortante, casi desesperado, pero no me importó.

—¡No eres mi dueño, Aiden! —respondí con furia—. ¡Ni mi padre, ni mi jefe! ¡No tienes derecho a decidir nada sobre mí!

Aiden buscó una camiseta negra y se la puso con movimientos rápidos, sin molestarse en evitar mi mirada. Me quedé paralizada un segundo al ver lo natural que le resultaba ignorarme, como si yo no estuviera explotando frente a él.

—¡Aiden! ¡Esto es ridículo! —corrí hacia la puerta cuando vi que la abría con intenciones de irse.

—Ridículo es que sigas aquí como si nada pasara, Alex. ¿No entiendes que esto podría ser peligroso? —respondió mientras avanzaba por el pasillo con pasos largos.

—¡Dios! ¡Eres un imbécil controlador! —grité mientras lo seguía—. ¡Deja de intentar resolver todo a golpes o amenazando con Sullivan!

Él se detuvo de golpe, y casi me estampé contra su espalda. Se giró, con los ojos llenos de rabia contenida.

—¿Controlador? ¿De verdad? —dijo, su voz baja pero tensa—. ¿Quieres saber qué es controlador? Fingir ser alguien que no eres y jugar con todos los que te rodean.

Sentí que la sangre se me congelaba.

—¿Qué estás diciendo?

—Sabes perfectamente de lo que hablo. Y no te preocupes, no voy a decírselo a nadie. Pero Logan... —Su mirada se endureció aún más—. Si no hablas con él, lo haré yo.

Mi corazón latió con fuerza, y mi furia explotó.

—¡No puedes hacer eso! ¡Esto no tiene nada que ver contigo!

—Tiene todo que ver si afecta al equipo —espetó, dándome la espalda y volviendo a caminar.

—¡Eres un idiota! ¡Un completo idiota!

—Haz lo que quieras, Alex. —Su voz sonó fría, distante.

—¡Aiden, espera! —corrí detrás de él mientras atravesaba el campus como un tren fuera de control.

—Vete, Alex —gruñó sin siquiera mirarme, su paso rápido y decidido.

—¡No hasta que me escuches! —le grité, acelerando para ponerme a su altura.

Cuando llegó frente a la oficina de Sullivan, intentó abrir la puerta, pero yo me interpuse, bloqueándole el camino.

—¡No puedes hacer esto! —dije, con el pecho subiendo y bajando por la falta de aire—. ¡Esto no es asunto tuyo!

—¡Claro que lo es! —espetó, y su tono era tan grave que casi me hizo retroceder—. ¿No lo entiendes? Ese mensaje no es cualquier cosa, Alex.

—¡No puedes decidir por mí! —grité, mis manos empujándolo hacia atrás para evitar que tocara la puerta.

—¡No estoy decidiendo por ti! ¡Estoy protegiéndote! —respondió, y su voz retumbó en el pasillo como un trueno.



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En el texto hay: amorodio, romance, hielo

Editado: 14.01.2025

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