Sobre Hielo

Capítulo 49

CAPÍTULO 49

La casa de Aiden se sentía extraña sin su habitual ambiente tranquilo. Hoy, Matty, el pequeño chihuahua de Aiden, había decidido que iba a cambiar eso.

Estaba corriendo como si el mundo se fuera a acabar, dando vueltas por toda la sala, mientras yo intentaba atraparlo para quitarle el calcetín que había decidido robar. Matty, en su eterno intento de destruir todas las cosas importantes, se había adueñado de mi calcetín izquierdo.

—¡Matty, suelta eso! —grité mientras trataba de saltar sobre el sofá para alcanzarlo.

Matty me miró con una mezcla de desafío y diversión, como si supiera exactamente lo que hacía.

Aiden estaba parado en la puerta, con los brazos cruzados y una sonrisa que claramente decía "esto es lo que pasa cuando invitas a Matty a la casa".

—Te lo dije, Alex, Matty nunca ha sido fan de los desconocidos —comentó, como si estuviera viendo un espectáculo muy entretenido.

—¡No soy un desconocido! ¡Te conozco desde hace meses! —respondí entre risas, mientras Matty seguía esquivándome con movimientos de ninja.

Aiden se encogió de hombros. —Él tiene sus propios criterios.

—¿En serio? ¿Me va a odiar el perro? —pregunté, ahora con el brazo estirado, tratando de evitar que Matty se metiera debajo del sofá con el calcetín.

—No es que te odie —dijo Aiden, acercándose con una sonrisa traviesa—. Solo que no le gusta que invadan su espacio personal.

De repente, Matty dejó caer el calcetín, como si se diera cuenta de que ya había hecho suficiente daño, y trotó hacia Aiden. Mi calcetín estaba perdido para siempre, pero al menos había recuperado algo de dignidad.

Aiden se agachó y levantó a Matty, acariciándole la cabeza con una sonrisa de complicidad.

—¿Ves? Solo necesita un poco de tiempo para acostumbrarse.

Matty, en un giro inesperado, comenzó a lamerle la cara a Aiden. Yo no sabía si reírme o sentirme celosa. ¿Cómo podía ese perro hacerle esto a Aiden y no a mí? No era justo.

En ese momento, Aiden levantó la mirada y, con una sonrisa tonta, dijo:

—Nunca pensé que necesitaría a alguien en mi vida, Alex... hasta que apareciste tú.

Me quedé ahí, observándolo, sin saber cómo responder. Era tan... Aiden... pero también tan inesperado. Y justo cuando pensé que la situación no podía ser más embarazosa, Matty decidió hacer su aparición estelar. Saltó sobre mis piernas y me empujó al suelo con todo el peso de su diminuto cuerpo, ladrando como si hubiera ganado una gran batalla.

—¡Este perro es un maníaco! —exclamé mientras me levantaba y corría tras él, mientras Aiden reía a carcajadas.

Matty, con su calcetín en la boca, comenzó a dar vueltas alrededor del sofá, como si estuviera en una pista de carreras. Yo corría detrás de él, chocando contra muebles y tropezando con mis propios pies. ¡Era una carrera de obstáculos y yo era el obstáculo!

—¡Aiden, ayúdame! ¡Matty está poseído! —grité entre risas, mientras Matty, por alguna razón inexplicable, decidió saltar sobre mi cabeza.

—Lo siento, no puedo hacer nada. Matty tiene el control total de la situación —dijo Aiden entre carcajadas, cruzado de brazos.

Matty se detuvo finalmente, cansado de jugar, y se sentó sobre mis pies, mirando hacia arriba con la expresión más inocente del mundo. ¡¿En serio?! ¡Después de todo eso?!

Aiden se acercó, levantando al perro, y me miró con una sonrisa divertida.

—¿Ves? Matty solo quería ver si podías mantenerte al día con su energía.

Yo me dejé caer en el sofá, exhausta y riendo sin control.

—Esto es un desastre total. Si el perro es así, no quiero ni imaginarme cómo serás tú en una competencia.

Aiden se sentó a mi lado, aún sosteniendo a Matty, y me miró con esa mirada traviesa que siempre me hacía perder el hilo de mis pensamientos.

—Lo que pasa es que a Matty le caes bien, pero es muy selectivo. —dijo, mientras Matty le lamía la mano, como si le estuviera dando su aprobación.

—Yo no estoy tan segura de eso, pero está bien... —respondí entre risas.

Y así, en medio de un caos de perros, calcetines robados y risas, me di cuenta de que, aunque el día no había sido nada ordinario, había algo increíblemente perfecto en este tipo de caos compartido.

Aunque Matty tuviera la costumbre de armar desastres y Aiden tuviera una risa contagiosa, estaba empezando a darme cuenta de que todo eso, incluso los momentos más locos, valían la pena cuando estaba con ellos.

(...)

La tensión en el camerino era palpable. Frente al espejo, me observé con detenimiento, ajustando los últimos detalles de mi uniforme. Este era el momento. La semifinal de las regionales en patinaje artístico. Un paso más hacia las nacionales, hacia mi sueño. Todo lo que había hecho, todo lo que había sacrificado, me había llevado hasta aquí.

Mis compañeros sabían la verdad. Sabían que "Alexandre" era una fachada, pero no dudaron en apoyarme. Ahora dependía de mí demostrar que ese apoyo no había sido en vano.

Respiré hondo, intentando calmar el latido frenético de mi corazón.

—¿Te llamas Alex? —preguntó una voz detrás de mí.

Me giré para encontrarme con una chica bajita, de cabello rizado y ojos curiosos, que se balanceaba sobre los talones como si estuviera apurada.

—Sí. ¿Por qué? —respondí, frunciendo ligeramente el ceño.

—Hay alguien que quiere hablar contigo en la pista —dijo, señalando hacia la puerta.

Mi ceño se frunció aún más. ¿Quién podría querer hablar conmigo justo ahora?

—¿Quién?

—Creo que se llama... Aiden —dijo con una sonrisa rápida antes de darse la vuelta y desaparecer por la puerta.

—Oh, entiendo. Gracias por avisarme —murmuré, aunque estaba más confundida que agradecida.

La chica se fue, dejándome con un revoltijo de pensamientos. Estaba a punto de salir cuando una voz irritante y perfectamente reconocible cortó el aire.

—¿Preparada para caer?



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En el texto hay: amorodio, romance, hielo

Editado: 14.01.2025

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