En un pequeño y prospero pueblo se encontraba una escuela con bonitos acabados. Dentro de una de las aulas se hallaban los alumnos leyendo en voz alta sus pequeños párrafos escritos por ellos mismos sobre que querían hacer de grandes y por qué.
Algunos decían querer ser famosos o ricos pero sin especificar una profesión, Juan era algo distinto, mientras esperaba su turno en el pupitre de más adelante ojeaba las partes del cuerpo en su libro de ciencias naturales, dos bancas atrás un compañero menciono que quería ser mafioso, a lo que todos se rieron. El de la banca siguiente dijo que lo que sea que le de dinero.
Cuando a Juan le toco su turno leyó su párrafo muy convencido, quería ser doctor, igual que su padre, quien en una ocasión le conto tras una larga jornada que a pesar de ser estresante y hay días que desearía renunciar no hay mejor satisfacción que la de saber que hay gente que gracias a él puede tener una vida feliz y eso le motiva a seguir cada día.
Esa frase y buen ejemplo lo marco desde su edad temprana para conseguir cada meta, al terminar la escuela tenía el tercer mejor promedio, todos lo querían porque siempre ayudaba a sus compañeros con sus tareas y era muy sociable.
Al llegar a colegio continuó con su buena actitud, tuvo una novia a la cual ayudaba a estudiar en varias ocasiones. Él una temporada se quedó en casa de su abuela donde siempre le ayudaba en los quehaceres de la casa para luego ir a jugar futbol con sus amigos, que era otra de las actividades en las que se destacaba.
Sus padres como es lógico siempre estaban orgullosos de él, por eso les costó contarles que uno de ellos estaba empezando a enfermar, se lo ocultaron lo que pudieron yendo al hospital solo cuando Juan no se encontraba en casa, pero llego un punto en que fue imposible continuar haciendo como si nada pasara, se lo mencionaron en la merienda, su padre tenía cáncer, y estaba avanzando rápido.
Pocos años después murió, esto fue evidentemente triste para la familia pero Juan en el funeral entendió que su papá hizo lo que pudo y tuvo una vida plena, por lo que el acontecimiento no lo detuvo para cumplir su sueño, los años continuaron pasando y ahora se graduó con el primer lugar en calificaciones en su colegio, cualquier universidad lo querría en sus instalaciones
Entro a la facultad, estudio por 3 años, se desenvolvió de forma magistral, tenía excelentes notas y estaba siempre motivado a investigar un poco más, asistía a las conferencias de alguno de sus profesores y otros profesionales, hacia buenos trabajos de investigación con los cuales ganó 2 premios de la institución.
Un martes en la noche se trasportaba como copiloto en el vehículo de un amigo de las clases, se dirigían a su casa desde una pizzería donde se encontraron con otros 2 amigos, era una de las pocas veces a la semana en que Juan se tomaba un tiempo fuera de los estudios, ambos disfrutaban la música. Tenían los dos puesto el cinturón de seguridad, pero no les sirvió de mucho.
Semáforo en rojo. Cambio de color, el vehículo se mueve hacia adelante y de improvisto un coche que aparece los golpea de un lado.
Todo borroso, y rápidamente se torna oscuro.
Pasan ocho días, Juan adquiere consciencia lentamente en la camilla, mueve el único brazo que no parece lesionado lo mira con detenimiento, al ver que su mano tiembla un poco se pregunta que ocurrió.
En un rato llega una sorprendida enfermera, tras hacer las pruebas de rutina le informa de lo que sucedió: un hombre en estado etílico que salía de una fiesta molesto con algo de su pareja los choco a toda velocidad. Su amigo está bien, se lesiono el brazo y el cuello pero se recupera sin inconvenientes, en cuanto a Juan tuvo suerte también, el coche dio de su lado pero no de frente, sino que la parte de en medio pero el peor golpe lo llevo su cabeza.
Cuando la enfermera le explicaba mejor la naturaleza de sus lesiones y como es que no se rompió el brazo volvió a quedar inconsciente.
Cuatro días después con Juan aun en la cama de hospital pero con mucho mejor aspecto conversa con su madre cuando llega su doctor quien le da una mala noticia.
Le indica que sus brazos y piernas tras la recuperación quedaran como siempre, pero que por desgracia la lesión que recibió en el cerebro le impedirá tener buena coordinación motriz de sus manos, seguirán temblando y sus movimientos serán lentos.
Juan se queda paralizado al oír eso, su madre trata de confortarlo, le menciona que es un alivio que sea solo eso: "son solo las manos" le dice tristemente "aun podrás caminar y correr, disfrutar jugar pelota y muchas cosas"
"Pero no podre operar" menciona Juan.