Giré sobre mis pasos y caminé entre la multitud para ir hacia ellos. Los latidos de mi corazón se intensificaban con cada paso; no podía permitir que ella se aprovechara de él. Los vi entre la multitud de jugadores y porristas, Lisa parecía discutir algo con Danz y él estaba callado escuchando como un niño cuando es sermoneado. Me acerqué a ellos y tomé la mano de Danz que me vio sorprendido y lo aparté de Lisa.
—Disculpa, pero no puedo seguir esperando a MI cita. Se nos hace tarde para irnos —interpuse.
—¿Tú cita?; pero ¿Qué locura dices? —los ojos de Lisa me recorrieron de pie a cabeza, como si viera a alguien indigno algo que acostumbra hacer.
—No es ninguna locura. Ella vino conmigo, como mí cita, por eso te djie que no podía irme contigo; pero no me estabas escuchando —agregó Danz.
—Pero…
—Nos vamos —interrumpí a Lisa, no la dejé entrar en reclamos, después de todo Danz no es de su propiedad. Di la vuelta y me llevé a Danz fuera de ahí.
—Buen juego Guido, felicidades —dije a Guido cuando pasé a su lado, él no dijo una sola palabra.
Salimos del lugar. Cuando llegamos afuera, entre en razón sobre lo que había hecho. Mis mejillas se sintieron más calidad de lo normal y solté su mano.
—Te veías muy incómodo. Disculpa si hice o dije algo que no debía —traté de justificarme; pero al parecer no era necesario porque Danz me veía como un niño emocionado, cuando acaba de obtener el dulce que tanto había anhelado.
—No te preocupes. Me salvaste. No la vi venir y me preocupé cuando te vi salir molesta, quería ir tras de ti; pero no pude dejarla, en serio me alegra que regresaras por mí.
Vimos a Frank acercarse a nosotros —Joven Danz, ya estamos listos para irnos —dijo.
—Perfecto ¿Hiciste lo que te pedí? —respondió Danz.
—Sí, su reservación está lista, además, le darán un lugar en el restaurante para que se cambie.
—¿Podrían llevarme a casa antes? Por favor —interrumpí— me hiría sola; pero mi casa queda un poco lejos.
—¿De qué hablas? Tú vas conmigo —dijo Danz.
—Pensé que tenías algún compromiso o algo —aclaré.
—Mi prioridad eres tú Sep, siempre eres tú —no pude evitar sonreír como tonta.
—¿Y a dónde vamos?
—Te llevaré a cenar.
—Pero, no estoy vestida para la ocasión, espero que no sea un lugar muy… elegante.
—Estás perfecta. ¿Qué opinas tú Frank?
—Que la Señorita Sep, encaja en cualquier lugar.
—¿Ves? no tienes de que preocuparte.
Nos dirigimos al restaurante y en el camino no pude evitar preguntarle a Danz sobre lo que le había dicho a Guido durante el partido, para que cooperara con él.
—Le dije, que no se portara como un idiota y que tú no estabas ahí para vernos perder. Supongo que eso fue suficiente para él.
—Así que fue eso, tienes razón, no quería verlos perder.
Entramos a un restaurante, bastante elegante, con grandes candelabros colgados del techo y gente de muy buen vestir por doquier. El mesero me llevó a la mesa, mientras Danz se fue con otro mesero a cambiar su ropa en una habitación privada. Estaba distraída leyendo el menú, tratando de adivinar que era cada platillo, cuando vi a Danz caminar lentamente hacia mí, poco a poco los latidos de mi corazón se iban intensificando y lo observé a detalle, en sus jeans color azul; camisa de botones negra, con una rosa blanca bordada en el lado izquierdo de su pecho; las mangas recogidas, que permitían ver las venas resaltadas que le recorrían sus fuertes antebrazos. Se sentó frente a mí, me sonrió y tomó su menú, yo lo observaba por arriba del menú, registrando cada una de sus facciones, jamás la anatomía de un hombre me había llamado tanto la atención. Vi su largo y esculpido cuello, su cabello perfecto, su delicada y definida mandíbula, sus labios rojos y carnosos, al tragar veía su manzana de adán subir y bajar, sus ojos almendrados observaban detenidamente el menú, Danz sí que era atractivo y contemplarlo era totalmente hipnotizante. Me descubrió observándolo y pareció divertirle, me puse nerviosa y metí mi cara en el menú. No conocía casi nada de lo que había en la carta del restaurante.
“Cálmate corazón, no te esté acelerando tanto, que no vamos a sobrevivir si nos da un infarto”
—¿Están listos? —preguntó el mesero.
—Por favor, elige tú. Papá y yo no visitamos lugares así a menudo —dije a Danz.
—Dos filetes mignon con salsa de brandy por favor ——dijo Danz al mesero entregándoles el menú.
—¿Algo de tomar?
—Dos sodas —dijo Danz y me sonrió nuevamente— te encantará, es de mis platillos favoritos, quizás invitemos un día a tu Papá.
—Mejor no hagamos eso —respondí.
—¿Por qué lo dices? ¿Crees que no acepte mi invitación?
—No es por ti, digamos que… no es de visitar este tipo de lugares.