Sobre Moon y otras cosas que nunca comprenderé

Sobre cómo parecía ser el único que notaba algo raro en Moon

Hasta aquel preciso instante, cuando pensaba en el episodio de la chica de la terraza del hospital, tenía muchas dudas de si había sido un sueño o algún tipo de alucinación.

Para empezar, yo no estaba en un estado mental idóneo. Habían estado pasando muchas cosas últimamente, mi abuela había fallecido y en mi familia todo pareció congelarse. A eso hay que sumarle que todo lo que ocurrió en esa terraza fue de lo más surrealista. Está bien, podía ser que sí que hubiera ocurrido, pero lo último que ella me dijo antes de irse, estaba seguro de que fue cosa de mi cabeza. No era posible que ella supiera eso.

Apenas pensaba en lo que ocurrió. Probablemente mi mente lo etiquetó como un sueño y lo descarté de mis pensamientos.

Pero cuando la vi allí, delante de toda la clase, al lado del director, en vez de comprender que nada de aquello había sido un sueño, creí estar soñando otra vez.

—Holloway, al menos dile algo. No seas maleducado —me dijo el director, y salgo de mi abstracción para volver a mirarlos.

—Lo siento —contesté, y me dirigí por primera vez a Moon—. Hola, bienvenida.

Ella me dió una media sonrisa; una que, aunque no la conociera de casi nada, pude asegurar que era característica de ella. Le pegaba a la perfección.

Fui a sentarme a mi sitio con más prisa de la normal, haciendo que algunos de mis compañeros sonrieran al notarlo. Probablemente se pensaban que me había enamorado de la nueva alumna a primera vista o alguna tontería así, pero tampoco habría podido explicarles por qué, ya que ni yo mismo lo entendía. Estaba completamente descolocado.

El director dijo algunas cosas más que no llegué a procesar, y Moon fue a sentarse en la segunda fila, al lado de Sammie.

En cuanto el director se fue, la profesora Collins tomó su lugar y empezó la lección de Historia donde la dejamos la última vez. Pero mi cabeza ya estaba en otro lado. Poco me importaba la realeza y sus hazañas de hacía más de doscientos años, mi mente seguía tratando de comprender qué hacía Moon en el Reino Unido, en Wolverhampton, en mi instituto. De los cientos de miles de lugares a los que podría haber ido en el mundo, Moon Chadwick tenía que aparecer justo donde yo estaba, por segunda vez.

Eso no podía ser una coincidencia.


 

Pasaron dos días, y no hablé con Moon en ningún momento. Debía parecer un conejito asustado, vigilando cada paso que daba y sintiéndome bastante amenazado. ¿Cómo no iba a sentirme extraño con respecto a ella? Nada de lo que estaba ocurriendo tenía sentido.

—Elijah. —Hayden se sentó a mi lado cuando terminó la clase de Francés.— Estás raro últimamente, tío, y dudo que sea por lo de tu abuela.

Hayden era un chico directo, pero me gustaba que fuera así. Cualquier otra persona se habría andado con rodeos, sin querer mencionar a mi abuela para no herirme o lo que fuera —incluso mi madre se comportaba así—, pero Hayden iba siempre directo al grano.

—No me pasa nada —aseguré, aunque aún hoy sigo estando seguro de que no se creyó nada.

Era y sigo siendo un horrible mentiroso. Mucha gente me decía que era una persona muy expresiva, y era algo completamente involuntario. Mi cara lo decía todo, así que lo de mentir quedaba descartado para mí.

—¿Estás seguro que no tiene nada que ver con Moon? —preguntó, como si me estuviera leyendo la mente—. Cuando vino el primer día y la viste parecía que hubieras visto un fantasma.

Al menos no creía que Moon me gustaba, como yo había supuesto que todos harían.

—¿No notas algo raro en ella? —cuestioné.

—¿Algo raro? —Hayden levantó una ceja.

—No lo sé, simplemente tiene algo raro, como un aura, qué se yo —intenté explicarme pero vi que no lo conseguía así que decidí dejarlo correr—. Da igual.

—Has estado hablando con la profesora Millington otra vez, ¿verdad? —preguntó, y rodé los ojos.

La profesora Millington nos daba clases de Ética, y estaba muy metida en temas espirituales y todas esas cosas.

Iba a mandar a Hayden a tomar viento, pero se me iluminó la bombilla. A lo mejor, hablar con la profesora Millington era precisamente lo que necesitaba. No por nada en especial, todo el mundo creía que esa mujer estaba algo demente, pero siempre ayudaba a ver las cosas de otra manera.

Llamé a la puerta de la sala de profesores, y me abrió la profesora Collins.

—Holloway —pronunció mi apellido—. ¿Vienes a justificar que hoy también has llegado tarde?

Tuve que reprimir el impulso de soltar una carcajada. Mis notas no eran malas en absoluto, me comportaba perfectamente en clase, pero esa mujer estaba obsesionada con que yo llegaba tarde. Y no era mentira, pero tampoco era para tanto.

—En realidad vengo a hablar con la profesora Millington —contesté.

—¿Con Sue? —Levantó una ceja, y asentí con la cabeza.

Llamó a la profesora Millington, y esta salió de la sala para recibirme con una sonrisa.



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En el texto hay: fantasia, amor y magia, amor

Editado: 25.07.2018

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