Y allí estaba él. El chico más guapo que he visto en toda mi vida, como siempre, rodeado de chicas tan guapas como él.
Probablemente ni siquiera sabe que existo, a pesar de que llevamos medio año en la misma secundaria. Quizás si estuviéramos en la misma clase me conocería. Incluso podríamos haber intercambiado algunas palabras, pero estoy dos cursos por debajo de él.
¡¿Por qué no pude nacer antes?!
Sigo avanzando sin despegar la mirada de él, tan lindo, tan alegre y simpático, tan...
Choco con un chico y caigo, dándome un fuerte golpe en el trasero. Él también cae y se ve furioso. No recuerdo haberlo visto antes.
—¡¿Qué no miras por donde vas?!
—Lo siento, estaba distraída —me disculpo, apenada.
—Sí, ya me di cuenta —se levanta y tras sacudirse, se va, sin siquiera ayudarme a levantar.
De seguro Dick me habría ayudado, él es un caballero. Incluso habría hecho alguna broma para que no me sintiera apenada.
¡¿Por qué no puedo chocar con Dick?!
El timbre suena y voy rápido al salón. Dick hace lo mismo, acompañado de esa chica pelirroja y de piernas largas que no se le despega. Es tan linda como una modelo.
—Jóvenes, hoy se incorpora un nuevo estudiante al salón. Espero que sean buenos compañeros y lo ayuden a integrarse —anuncia el maestro.
—Oí que lo echaron de su antiguo colegio porque le pegó a un estudiante y le quebró un brazo —murmura Gar, causándome escalofríos.
—Pasa Jason, siéntate detrás de Isabel.
Para mi sorpresa, el chico nuevo era nada más y nada menos que a quien había chocado en el pasillo. Tragué saliva cuando empezó a caminar hacia mí. Su mirada era intensa y casi echaba chispas.
Supongo que tuve suerte de que no me quebrara un brazo por botarlo.
Se sentó tras de mí y al instante sentí como su aura siniestra enfriaba el aire a mi alrededor. Era espeluznante, apenas y quería moverme.
—Escogeré a alguien para que más tarde te haga un recorrido por el establecimiento —el maestro paseó su mirada por nosotros y yo me hundí lentamente en mi silla.
¡Que no sea yo por favor, por favor, por favor!
—Quien mejor que la estudiante más sobresaliente del salón. Isabel, tú lo guiarás.
¡Maldición! Definitivamente hoy no es mi día de suerte.
—No es necesario, ya lo conoceré por mi cuenta.
El nuevo quería evadir el tema tanto como yo.
—Es parte de nuestra bienvenida, queremos que te sientas acogido. Ahora, saquen sus textos para comenzar la lección...
Oí al chico bufar e intenté concentrarme en la clase, deseando que el día no acabara.
~🦇~
—No es necesario que hagamos esto. Si el profesor nos pregunta, le mentimos y ya —dice el chico, con desparpajo.
Me quedé esperándolo fuera del salón para iniciar el recorrido.
—Eso es imposible, mira —le apunto hacia la esquina del pasillo, donde está el maestro conversando y nos saluda al vernos—. De seguro nos estará espiando.
—Bien, qué más da. Hagámoslo rápido.
Empiezo el recorrido por el pabellón en el que estamos, enseñándole los distintos salones. Luego vamos al pabellón central donde está el auditorio y el comedor. Finalmente vamos al gimnasio y al patio.
Mira todo con desinterés y siento como si estuviera hablándole a una pared.
—Y este es el mural. Aquí se publica información importante para la comunidad escolar.
—¡Oh, vaya! ¡El mural donde se publica información! Te faltó decirme que el baño es donde se va a orinar.
Fijo mi atención en uno de los anuncios publicados y me quedo viéndolo embobada. Una idea ha comenzado a gestarse en mi cabeza. Tomo una de las pestañas de papel con información de contacto.
Cuando miro a mi alrededor, el chico nuevo no está por ninguna parte.
Ni siquiera se despidió.
A la salida, me detengo al ver a Dick conversando. La cálida brisa de la tarde agita su cabello. Me pregunto si será suave. Está con la chica de siempre y otros muchachos, hablando alegremente.
Siempre parece estar tan feliz, esa es una de las cosas que más me gusta de él.
—¿Puedes salir? Estás en el camino.
Pareciera que nada lo afectara. Debe ser una persona muy positiva. He leído que las personas alegres y positivas viven más.
—¡Te estoy hablando! ¡Quítate de en medio!
Seguramente tendrá una vida larga y feliz.
Aprieto con fuerza el pequeño papel en mis manos. Es una llave que me abrirá una puerta directa hacia él, para que por fin sepa que existo.
—¡Auch! ¡¿Qué... —el chico nuevo me sujeta del brazo y me jala hacia un costado.
—¡¿Aparte de ciega estás sorda?! ¡¿Dónde tienes tu maldita cabeza?! ¡Te estoy pidiendo que salgas y estás en las nubes!
Me quedo paralizada con sus gritos, sobando el brazo que me apretó, mientras lo veo alejarse en su motocicleta.
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Editado: 27.10.2020