Sobre tus alas [ Jason Todd]

V Compañeros

Vuelvo a mi puesto sin querer creerlo al momento que él se pone de pie para el sorteo de los temas. Espero que al menos nos toque uno bueno.

—Bien. Iremos a la biblioteca para que comiencen a trabajar —dice el profesor.

El chico nuevo sale rápidamente y no alcanzo a hablarle. En la biblioteca ya están todos con sus parejas y veo a Brenda sentada con Kyle. Cuando paso junto a ellos les oigo hablar sobre el efecto de drogas alucinógenas en el sistema nervioso.

¡Kyle era mi pareja y ese mi tema! Brenda me los robó.

Encuentro al chico nuevo en una mesa al fondo, en el rincón más apartado del lugar. Está solo y parece no querer dejar de estarlo. De seguro y se enfadará si me acerco. Siento que mi absurda presencia irrumpirá en su hábitat antisocial y querrá deshacerse de mí.

¡Y todo por culpa de Brenda! Es ella la que debería estar pasando por esta incomodidad, no yo. Yo debería estar hablando de alucinaciones con el simpático de Kyle y no temiendo acercarme a mi espeluznante compañero de trabajo que parece estar a punto de querer matar a alguien y...

—¿Estás esperando una invitación? —me espeta, sin mirarme, pero plenamente consciente de que estoy allí por él.

Es evidente que se daría cuenta. Mientras todos ya están trabajando, yo soy la única idiota que sigue de pie, viéndolo a la distancia, como si fuera una acosadora.

Me siento junto a él en silencio, tras mover la silla para no estar tan cerca. Realmente me asusta.

—¿Cu-cuál es nuestro te... tema?

—El miedo.

Tardo un momento en descubrir si bromea o habla en serio. Su expresión malhumorada no cambia, habla en serio.

Que oportuno. Se me ponen los pelos de punta.

—Mecanismo bioquímico que permite su percepción y respuestas fisiológicas asociadas.

Eso es algo que me gustaría saber para poder controlar lo que siento en este momento. Quiero salir arrancando igual que cuando estaba en el gimnasio, sólo que el motivo era completamente diferente. Dick me gusta y verlo me hace feliz, pero este chico... me produce todo lo contrario y creo que yo tampoco le agrado.

—Iré a buscar un libro.

Necesito un respiro.

—¿Qué tal si me disfrazo de perro? —le oigo decir a Gar mientras me paseo por entre los estantes.

—Creo que todos entenderán perfectamente los experimentos de Pavlov sin necesidad de eso —dice Tara, divertida.

Él responde con ladridos.

Todos parecen estar pasándosela genial excepto nosotros.

Encuentro un libro sobre sistema nervioso y me resigno a mi destino. Si quiero tener una buena calificación tendré que esforzarme y trabajar con ese chico como si fuéramos los mejores amigos.

Vuelvo a la mesa y ya no está solo. La chica que lo acompaña es nada más y nada menos que Kory. A los pocos segundos soy consciente de que miro en todas direcciones por si Dick también ha venido con ella. No se ve por ninguna parte.

Dudo en acercarme y sólo lo hago cuando ella se levanta y pasa por mi lado.

—Hola, carbono —se burla y la bilis se me agita.

Nunca lo olvidará. Aquel error será usado en mi contra hasta que alguien haga algo peor.

Me siento nuevamente en silencio, ignorando el comentario burlesco y tragándome mi orgullo.

—¿Carbono?

No quiero contarle, pero es la primera vez que intenta dialogar conmigo. De hecho, la dura expresión de hace un rato parece haberse suavizado y sospecho que puede tener que ver con Kory.

—Es una historia larga y vergonzosa, es lo único que diré.

—Bien, no estoy interesado en tus penurias.

Tan directo y pesado.

Nos concentramos en la lectura, cada uno por su cuenta, sin intercambiar palabra hasta que suena el timbre.

—Quiero acabar con esto lo más pronto posible ¿puedes quedarte después de clases?

—Emm... No puedo, estoy en el equipo de gimnasia y tengo práctica.

—Ah, eres de esas —escupe, tomando sus cosas y yéndose.

¿Qué es lo que quiso decir?

~🦇~

—¡Bien, todos a trabajar! —ordena el profesor de gimnasia y voy con Donna, que me enseñará a hacer unos ejercicios en el piso.

—Debes fortalecer tus brazos para que puedan sostener el peso de tu cuerpo.

Dicho esto, se inclina hacia atrás hasta apoyar las manos en el piso y luego levanta una pierna, pasándola sobre su cuerpo, seguida de la otra para volver a estar en pie.

—¿Lo ves? No es tan difícil como parece —sonríe con amabilidad.

¿No es tan difícil? Si lo intento mi espalda se partirá en dos y no creo que a Dick le gusten las inválidas.

Lo veo a lo lejos y no me atrevo a hablarle. Decido concentrarme en mi práctica y hacer los ejercicios que me indicó Donna. El maestro me supervisa de vez en cuando y no parece muy conforme con mi avance. Tengo que trabajar más duro para que no se arrepienta de haberme aceptado.




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