Sobre tus alas [ Jason Todd]

IX ¿Innato o aprendido?

¿Por qué él sigue aquí?

Han pasado cerca de ocho horas desde el incidente en la clase del profesor Crane. Supuse que ya no estaría en la academia.

Pero está aquí y no quiero hablar con él, ni verlo, ni nada que lo involucre.

Estoy atrapada y no puedo esperar a que se vaya. Caminaré rápido por el pasillo, aprovechando que se mantiene cabizbajo.

Si tengo suerte ni siquiera notará mi presencia.

Sin embargo, olvido un importante detalle. Para mí, la suerte es escasa y prácticamente nula.

—Espera —me llama al verme.

Me paro en seco, pensando en si será mejor salir corriendo sin mirar atrás. Mi instinto de supervivencia me dice que lo haga.

—Quería... disculparme... por lo de esta mañana.

No me lo creo. Volteo a verlo para asegurarme de que es realmente él quien se está disculpando. Incluso tallo mis ojos, para convencerme de que no estoy soñando.

—Arruiné la presentación y... lo lamento.

Ya no quiero salir corriendo, por el contrario. Al verlo allí, cabizbajo, huyendo de mi mirada, pero con la valentía suficiente para disculparse, no puedo evitar sentir empatía por él.

—No te preocupes, el profesor dijo que mi calificación no se vería afectada —digo, sentándome junto a él, que sigue sin mirarme.

Asiente y parece menos afligido, pero se mantiene en silencio y yo también. Creo que fue un error sentarme junto a él, ahora no sé cómo irme.

—Ya es tarde... tengo que irme...

Él vuelve a asentir y me quedo unos segundos esperando que me mire para despedirse. No lo hace.

Avanzo hasta tocar la manilla de la puerta y me detengo. Mi maldita curiosidad no me deja avanzar.

—¿Puedo preguntarte por qué sigues aquí?

Sé que los castigos no se cumplen en los pasillos, así que no es eso.

—El director dijo que esperara hasta que llegara mi apoderado.

Su voz monótona y glacial me causa escalofríos.

Él ha estado esperando todo este tiempo. Bien pudo cruzar la puerta, tomar su motocicleta e irse a donde se le diera la gana, pero no lo hizo. Quizás los rumores sobre él no son tan ciertos después de todo.

Quisiera saber más, pero no seguiré tentando a mi suerte hoy. Ya he tenido suficiente.

—¿Qué ibas a responder? —me pregunta cuando estoy por cruzar la puerta.

Lo miro sin comprender.

—La pregunta del... profesor. Ibas a responderla antes de que me señalara a mí.

Entonces era eso.

¿El miedo es innato o aprendido?

—Creo que el miedo es aprendido. Lo innato sería la capacidad de asociar ciertos estímulos a un peligro, como un grito, la forma en que se mueven las patas de las arañas o los colores en el rostro de un payaso.

Por unos segundos, parece sobresaltarse, como si recordara algo desagradable.

—Pero lo que nos dará miedo después, a lo largo de nuestra vida, quedará definido por la experiencia y las asociaciones que hagamos con los estímulos.

Exactamente como me ocurre con él. Me asusta porque lo conocí de manera brusca y fue desagradable, luego oí que tenía fama de ser violento y aquello sólo reforzó la sensación de temor.

Y ahora también pienso que está un poco loco, pero quizás no sea tan malo después de todo.

Permanece meditando mi respuesta y como siempre, sé que ya no me oye.

—Espero que tu apoderado llegue pronto.

Por fin salgo de la academia y en cuanto el chico nuevo deja mis pensamientos, aparece Dick, sabiendo que me sonrojo en su presencia.

Quiero llegar a casa y no salir en un año.

Tras unos cuantos minutos de esperar el autobús, oigo el sonido de una motocicleta y me oculto rápidamente tras el paradero, viendo al chico nuevo alejarse a toda velocidad.

Probablemente se aburrió de esperar o quizás...

No, Ardila, eso es imposible. Creer que el chico nuevo te estaba esperando para disculparse sería como creer que existen personas que pueden volar. 
 




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