Sobre tus alas [ Jason Todd]

XXI Límite

En cuanto suena el timbre para el recreo, salgo corriendo del salón. Necesito respirar y tranquilizarme, para que toda la ira que tengo se desvanezca, como si de vapor se tratara.

Soy una tonta. Traicioné a Brenda por mis ideas estúpidas y confié en Jason.

¡Como debe haberse reído de mí el miserable!

—¡Y todo por culpa de la cenicienta! —me lamento camino al patio.

—Veo que no eres fanática de Disney.

El chico pelirrojo que estaba con Kory me ha salido al paso.

—Últimamente me ha traído problemas —intento sonreír.

—Así está mejor, sonriendo te ves mucho más linda.

Me quedo sin aire ¿Este chico me está coqueteando?

No, claro que no, sólo intenta ser amable. Relájate, Isabel, no eres el centro de atención.

—¿Cómo te llamas? —pregunta, acortando la distancia entre nosotros.

—I-Isabel.

—Es un lindo nombre. Yo soy Roy —extiende su mano y me la quedo mirando.

Mi educación puede más y termino estrechándosela, aunque muy brevemente.

—Te-tengo que irme, me-me están esperando.

Avanzo rápido para alejarme, sintiendo aún su mirada sobre mí. Ha sido una situación muy extraña.

Corro al baño buscando un momento a solas. Mojo mi rostro y al levantarme, la imagen de Brenda en el espejo me sobresalta. Parece realmente enfadada.

—¡Eres de lo peor! —me grita, espantando a otras chicas, que salen rápidamente.

—¿Qué te pasa?

—¡¿Qué te pasa a ti?! No te basta con Dick y el nuevo, ahora también vas por Roy ¡Te dije que me gustaba!

No puede ser.

—Brenda, estás confundiendo las cosas. Sólo hablábamos, él no me interesa.

—¡Claro que no! Pero aun así le coqueteas. Quieres a todos los hombres tras de ti ¡Eres una zo...!

—¡Brenda! —la interrumpo antes de que termine, sin comprender cómo nuestra amistad terminó en esto.

—No puedo creer que haya sido amiga de alguien como tú —dice antes de salir.

Me quedo devastada, las cosas se ponen cada vez peor...

—Creo que te subestimé, ratón de biblioteca.

Como si todo no fuera lo suficientemente malo, de uno de los baños sale Kory.

Su sonrisa es el reflejo de lo mucho que disfruta mi situación.

—Aléjate de Dick —me advierte—, o tendré que decirle la clase de mujer que eres.

Ya no aguanto más.

Corro al patio y sentándome a la sombra de un árbol, dejo salir el llanto que había estado conteniendo. Ya van dos veces que lloro esta semana, como si me estuviera volviendo débil y eso me hace llorar con más desesperación.

Siento que de un día para otro he quedado atrapada en un laberinto, que se hace cada vez más pequeño, amenazando con asfixiarme.

—¿A quién mataste ahora?

Es lo único que faltaba, la guinda del pastel en un día de porquería.

—¡Déjame en paz!

Escondo mi rostro, abrazando mis rodillas. Lo oigo sentarse junto a mí.

—¿Tendré que golpear a otro pelirrojo? ¿Qué te hizo ese idiota?

No puede hablar en serio. Esta secundaria es enorme, cómo es posible que él también me haya visto hablando con Roy.

¿Cómo es posible que juegue así conmigo?

—¡¿Cuál es tu problema mental?! Él no me hizo nada, eres tú. Tú eres el que siempre me está fastidiando, desde que llegaste todo está mal ¡Eres un idiota!

Se queda mirándome en completa calma.

—Idiota está mejor que odioso. Te estás superando.

Esto es lo último, ya no puedo más.

—¡Ya me harté! ¡No quiero estar un segundo más en este lugar! —me levanto para salir corriendo y él se levanta conmigo.

—Perfecto, vayámonos ahora. 




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