Sobre tus alas [ Jason Todd]

XXXI Rumores

Tras el fin de semana, me siento lo suficientemente mejor como para regresar a clases.  

Como era de esperarse, el director me espera en su oficina.

Eres una estudiante ejemplar, me dice.

Te pedí que me avisaras si algo ocurría con él.

Si él te amenazó para que lo ayudaras, debes decírmelo.

No temas, él no te hará daño.

¿Sabes si consume drogas?

Esas son algunas de las cosas que me dice.

Intento hacerle entender que Jason tiene problemas serios, que necesita ayuda urgente, pero no parece muy convencido.

Al salir de su oficina, las miradas curiosas no se hacen esperar, al igual que los murmullos. Voy rápido al salón, pero el mismo panorama se repite.

Es Gar el primero que me habla.

—¿Es cierto que Jason se peleó por ti? Dicen que lo engañaste con el otro chico.

—No, Gar. Jason y yo somos amigos y él no se peleó por mí. Tampoco consume drogas. Harías bien en dejar de ser tan chismoso.

Se aleja, ofendido, viéndome con desconfianza. La misma mirada veo en los demás y parezco haberme transportado al primer día de clases.

Miro el asiento vacío de Jason y no puedo evitar sentirme muy sola.

~🦇~

En el recreo, de camino a la biblioteca, veo a Dick a lo lejos. Tengo el impulso de ir con él y saludarlo, pero Kory lo acompaña.

Parece tan tranquilo y feliz como siempre, como si la desaparición de Jason no le afectara.

O tal vez, oculta su dolor bajo una sonrisa deslumbrante. Desearía conocerlo más para saberlo.

Me pongo a estudiar, en un vano intento por despejar mi mente. La somatización me tiene con insomnio y unas ronchas han comenzado a aparecer en mis brazos. Pican bastante y debo usar un ungüento especial.

Sólo espero que no se me empiece a caer el pelo.

—Isabel.

Brenda me habla, después de varios días sin siquiera mirarme.

Se sienta junto a mí.

—Yo... He sido muy idiota —admite con dificultad.

Tiene un ego enorme que no tolera errores.

—No quiero seguir peleada contigo. No sabes lo mucho que me preocupé cuando ese chico te secuestró. ¡Te dije que era peligroso!

No puedo evitar alegrarme. Ella todavía me quiere.

—Yo también he sido una idiota, Brenda. Soy una sabelotodo y probablemente siempre quiero tener la razón, como dijiste, pero no sé cómo ser de otro modo. Esa es la Isabel que siempre he sido.

Y así ella me conoció y no parecía molestarle, hasta ahora.

—¿Crees que podamos dar vuelta la página y comenzar de nuevo?

Asiento, emocionada y se lanza a mis brazos. Por fin las cosas empiezan a mejorar.

—Hay algo que quiero saber —dice, con una seriedad bastante inusual en ella—. ¿Es cierto que cuando te fuiste con el nuevo, él te tocó el trasero?

~🦇~

Fue un día agotador, sobre todo desmentir los rumores que llegaban a mis oídos, cada uno más descabellado que el anterior.

Lo bueno es que me reconcilié con Brenda. La satisfacción por aquello ha disminuido la picazón de las ronchas. Y probablemente impedirá que se expandan más allá.

Bajo del autobús y camino la cuadra y media que falta para llegar a casa, necesito descansar con urgencia. Doblo la esquina y me quedo estática con lo que veo frente a mí. 




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