Sobre tus alas [ Jason Todd]

XXXIII Soledad

Me despierto con un intenso dolor de cabeza. Siento un gran chichón en la zona que me golpeé y al darme cuenta donde estoy, me incorporo rápidamente.

Alguien me ha dejado en el viejo sofá, probablemente la silueta que vi en la cocina. De pronto, alzo la vista y lo encuentro de pie frente a mí, observándome desde un rincón.

Lo que más me asusta es tener la certeza de que no se trata de ningún fantasma y no veo el palo que me dio el niño por ninguna parte.

Estoy por pedirle disculpas por la intromisión a su hogar cuando él habla primero.  

—¿Qué mierda haces aquí, Isabel?

Me quedo en shock.

—¿Jason?

No creo lo que oigo hasta que se acerca, saliendo de las sombras. Es él, de eso no hay duda. Sigue vistiendo el uniforme escolar, pese a que no ha ido a clases en tres días.

—¿Cómo me encontraste?

—Yo no te estaba buscando a ti, sino al fantasma, que claramente resultaste ser tú.

—¿Fantasma?

Le narro los acontecimientos que me llevaron hasta allí, justo cuando recuerdo que los niños me deben estar esperando fuera. Salgo un momento para tranquilizarlos.

—Entonces ¿Conoces al fantasma?

El líder parece incrédulo.

—Sí, pero no es un fantasma, así que no tienen por qué estar asustados, todo está bien.

—¡¿Quién está asustado?! —reclama el niño de la olla en la cabeza.

—Y... ¿Vas a ayudarlo? Porque se oía como que estaba en problemas —pregunta el líder, con cierta angustia en su mirada.

Antes quería dar caza a un fantasma y ahora quiere salvarlo. Le guiño un ojo y me devuelve una bella sonrisa.

—Ya pueden retirarse, soldados. La situación está bajo control.

Llevo la mano a mi cabeza y ellos replican el saludo, alejándose.

—Lo ves, Tim. No había ningún fantasma —le dice el niño de la cruz al líder.

—Era yo el que lo decía en primer lugar —responde éste, perdiéndose al doblar la calle.

Ahora, a lidiar con el "fantasma".

—Vete —dice en cuanto regreso.

Se ha sentado en el viejo sillón donde yo estaba recostada hasta hace unos momentos.

—Estaba muy preocupada por ti, todos lo están.

—¿Todos? —pregunta con diversión.

—Los profesores, algunos de nuestros compañeros, Dick...

—Grayson debe estar feliz de no tener que soportarme en la mansión.

—¿Y el señor Wayne?

—Bruce debe estar en algún importante viaje de negocios. Es lo único que le importa, él es un completo extraño para mí. No voy a regresar a la mansión y menos a la escuela.

—¿Por qué?

—¡Porque todos me hartaron! Quiero estar solo, así que vete de una vez.

—¡No! No me iré a ninguna parte.

Él me ve con algo de sorpresa.

—¿Cuál es tu plan, Jason? ¿Vivir en este lugar? ¡Está en ruinas!

—¡Pero es mi casa!

Eso no me lo esperaba ¿Él vivió aquí? Hay tantas historias sobre este lugar, la principal es la que mencionaron los niños. Una familia asesinada, será posible que haya sido su familia.

Dick me comentó que llevaba poco tiempo con ellos, pero esta casa ha estado vacía por años, desde que logro recordar. Qué pasó con él desde que salió de aquí hasta que llegó hasta la mansión Wayne.

Hay tanto que quiero saber, pero aún no es el momento. No puedo ni imaginar lo que debe estar sintiendo él ahora, pero sí sé que es imposible permitir que siga aquí solo, rodeado de sus fantasmas.

—Jason, en este lugar ni siquiera hay agua potable. No puedes quedarte aquí o enfermarás. Yo vivo cerca ¿Por qué no vienes a mi casa? 




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