Hoy no fui a clases y el tiempo se detuvo. Si hubiera sabido que esto pasaría, habría preferido ir. En la secundaria hay mucha gente. Allí están Dick y Jason también.
Aquí estoy sola... O lo estaba.
Después que mi tía salió al trabajo, cerré bien las puertas y ventanas. Las revisé dos veces y me metí a mi habitación. Allí me quedé pensando en el pasado y el futuro, y en como mi mundo se volvió tan pequeño en menos de un día.
Pensé en cómo la mente retorcida de una persona puede retorcer la de muchas otras y acabar con tantos sueños y esperanzas.
Y todo porque algo funciona mal en un cerebro. Alguna estructura anómala o un desbalance químico que por pequeño que parezca, produce efectos catastróficos.
En eso estaba pensando cuando oí algo romperse en la cocina. Cogiendo mi teléfono salí de la habitación. El tono de espera seguía sonando en mi oído cuando la vi sentada a la mesa.
Tenía un cuchillo en la mano con el que pelaba una manzana.
La policía no contestó mi llamada y el teléfono se me resbaló de la mano.
—¿Alicia? Estás tan grande y linda. Siéntate, no te quedes allí parada.
Lo que menos quiero es hacerla enfadar, así que obedezco, sentándome frente a ella.
Se ve igual que en mis recuerdos, casi como si se hubiera saltado el paso del tiempo.
En cuanto termina de pelar la manzana, la corta en pequeños trozos, que va dejando en un plato. Sólo entonces noto que de su mano escurren gotas de sangre, las mismas que manchan lo que queda del cristal de la puerta, junto a la manija.
—Encontrarte fue muy difícil —dice, llevándose un trozo de manzana ensangrentada a la boca—. Te he buscado por muchas vidas.
Se me revuelve el estómago viéndola masticar tan plácidamente.
—¿Te comieron la lengua los ratones? ¿Por qué estás tan asustada? Hoy es un día muy importante, deberías estar feliz.
Pese a que ya ha terminado de picar la manzana, no suelta el cuchillo.
Y yo no puedo moverme, ni siquiera siento las piernas o las manos. Soy un cerebro que palpita al compás de un corazón tan enloquecido como la mujer frente a mí.
—¿No preguntarás por qué es tan importante? Te recordaba más curiosa. Hoy es un día importante porque iremos a visitar a tu padre.
—¿Sa-sabes dónde está?
Oírla pronunciar aquella palabra añade una boca a mi cerebro.
—Por supuesto que lo sé, siempre lo he sabido. Tu padre estará feliz de verte y te dará un sombrero hermoso, tan hermoso como el mío ¿Te gusta?
Ella no lleva ningún sombrero.
—S-sí... Es muy lindo.
Se ríe a carcajadas, que resuenan por la cocina y me ponen los pelos de punta.
—¡No tienes que mentir, Alicia! Perdí mi sombrero en tu escuela, pero pronto tendré muchos más. Después de todo, tu padre fabrica sombreros.
Siento ganas de llorar.
—Vamos, relájate y come un trozo de manzana. Está deliciosa.
Miro el trozo de manzana entre sus dedos ensangrentados y las lágrimas empiezan a caer.
—Siempre fuiste una niña mañosa ¿Tendré que obligarte a comerlo como antes? ¡Cómelo ya! —grita, clavando el cuchillo en la mesa, que tiembla por el golpe.
Yo también tiemblo y el tiempo permanece sin avanzar, atrapándonos en un instante eterno en esa pequeña cocina, que es todo nuestro mundo, de principio a fin; el plato de manzana que se va vaciando, ella y yo hasta que suena el timbre.
Y el tiempo vuelve a avanzar, arrastrándonos de regreso al presente.
—Vamos a abrir la puerta, Alicia. Debe ser el conejo.
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Editado: 27.10.2020