Sobre tus alas [ Jason Todd]

XLVIII Liberación

Abro la llave y me inclino para beber del chorro. Enjuago mi boca y el agua que escupo sale ligeramente teñida de rojo. Reviso mis dientes y todos parecen estar en su lugar, lo que es un alivio. La marca en mi rostro es pequeña, pero pronto se pondrá peor. Mi labio ya se ha hinchado un poco.

Salgo del baño y voy hacia el cuarto de detención. Jason está sentado en el suelo y me siento junto a él.      

Jamás imaginé que nuestra estúpida discusión terminaría así.

******

—¡Hazlo... Jay!

Sus ojos se abren con sorpresa y los veo inyectarse en sangre, como si fuera una bestia a punto de dejar salir su lado más salvaje y brutal, pero no dudo ni retrocedo y menos parpadeo. Estoy lista para recibir lo que tenga para mí.

Creo que nunca había estado tan lista para algo en toda mi vida.

—¡Esto está mejor que la telenovela! —dice alguien y la burbuja llena de furia asesina que nos envolvía, se revienta.

Estamos rodeados de estudiantes que se divertían oyendo nuestra discusión.

—¡Vamos, no se detengan! ¡Queremos ver como termina! —vuelve a agregar el chico.

—¡Yo te voy a mostrar como termina! —le grita Jason, yendo hacia él con el puño listo y sé que los golpes que no puede darme a mí, serán para ese idiota.

—¡Jason, no! —lo detengo, interponiéndome.

Si se mete en problemas podría tener que irse y no quiero que eso pase, aunque sea un imbécil.

Y supongo que él tampoco, porque intenta controlarse, respirando profundamente y exhalando con lentitud.

—¡No seas aguafiestas, chica! ¡Después de todo, es tu culpa por andarte mandando mensajitos con otro mientras estabas con él! —me provoca el idiota y ahora soy yo la que quiere golpearlo.

—¡Métete en tus asuntos y déjanos en paz! —le digo.

—¿Vas a dejar que te defienda una mujer? —vuelve a provocar a Jason y oigo sus dientes rechinar. Antes de que lo mate a golpes, empujo al chico, que cae de espaldas.

Por suerte estamos sobre el pasto.

—¡¿Cómo te atreves a tocarlo?! —Una chica aparece y antes de que pueda reaccionar, me da una fuerte bofetada, que me bota al suelo.

Un profundo silencio se extiende por el patio de la secundaria más prestigiosa de la ciudad, donde parece que hasta las aves contienen el aliento, expectantes. De pronto, el latido estrepitoso de mi corazón se acopla en mis oídos y soy bombardeada con neurotransmisores que preparan mi cuerpo para lo que debo hacer.

Y la bioquímica no falla.

Levantándome de un movimiento, me abalanzo sobre la chica y le doy un puñetazo. Luego cojo su cabello y lo tiro como si quisiera arrancárselo. Ella grita y alguien me jala de la cintura.

—Suficiente, ya te vengaste —dice Jason, apartándome de ella.

Igual alcanzo a darle algunas patadas a la chica mientras él me levanta para llevarme lo más lejos de ella que puede.

******

—¿Cómo te sientes? —me pregunta, con la vista fija al frente.

—Hmmm. Mi boca sabe a sangre, me duele la garganta de tanto gritar y también la mano con que golpeé a esa chica.

—No me refiero a tu cuerpo.

—Eso es difícil de explicar. Debería estar asustada porque esto podría afectar la posesión de mi beca y creo que debería sentirme culpable por golpear a esa chica, sobre todo teniendo en cuenta que me considero una persona pacífica que no aprueba los métodos violentos...

—Hablas mucho y no dices nada, sabelotodo.

—Me siento bien. No quiero decir que esté orgullosa de lo que hice, porque creo que fue horrible y no quisiera repetirlo, pero me sirvió para liberar mucha tensión acumulada y me siento incluso más... liviana.

Él sonríe, sin mirarme todavía.

—Lamento mucho lo que pasó —le digo, apenada.

—Deja de disculparte o harás que me enfade más todavía. —Me mira de reojo, aguantando la risa para parecer molesto.

Tomo su brazo y apoyo la cabeza en su hombro. Estoy tan relajada que creo que podría dormirme.

—Gracias por quedarte conmigo a pesar de no estar castigado.

—Supongo que soy un idiota.

—No eres un idiota, eres mi amigo. Por un momento creí que habíamos terminado —me rio, pensando que nuestra discusión fue como la de una pareja.

—Dicen que la mejor parte de las peleas son las reconciliaciones.

Lo miro y esa sonrisa pícara y traviesa, marca Jason Todd, ha vuelto a su rostro.

¿En qué estará pensando? 




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