Sobre tus alas [ Jason Todd]

LVII Isabel y Jason: Detectives I

—¿Quién se beneficia? Esa es la clave para resolver el misterio —concluyo.

Y Jason ríe.      

—Hablas como Ba... —se interrumpe de pronto, con cara de mortificación y su mirada se pierde.

—¡Jason! —lo sobresalto, trayéndolo de regreso al aquí y al ahora.

Después de clases, nos vinimos a un rincón del patio, bajo la sombra de un árbol, para comenzar la investigación. En la biblioteca hay demasiados testigos, demasiados oídos y ojos... Y manos. Manos que pudieron provocar un incendio.

—Necesito que te concentres, dos cabezas piensan más que una. Si descubrimos quién se beneficia, llegaremos al o la culpable. —Saco mi libreta para tomar notas.

—Te estás tomando muy en serio esto de la investigación. Ya te crees detective —se burla y eso me alegra.

Está aquí y es el Jason de siempre.

—Pues sí, además, me gustan las novelas de misterio. —Le confío una de mis pasiones y sé que guardará el secreto. Es mi mano derecha.

Mi Watson.

Suspira y pone su mente a trabajar. Yo también lo hago, jugueteando con mi lápiz, mirando a los estudiantes que caminan y conversan inocentemente en el patio. Uno o una de ellos atentó contra mi amada secundaria, con Dick y yo en el medio, uno o una es un lobo con piel de oveja.

Pero ¿Por qué?

—¿Se te ocurrió algo? —interrogo a Jason, que está boquiabierto, con expresión de haber visto algo que lo impresionó profundamente.

Quizás, su genio incomprendido es tal, que ya llegó al meollo del asunto.

—¡¿Ya sabes quién lo hizo?!

Despierta de su trance meditativo y lo miro en ascuas.

—¿Qué?... Ah... Yo no, no... —sacude la cabeza y supongo que mi conclusión fue muy apresurada.

Tomo nota mental del asunto para que no se repita.

—Entonces ¿Por qué tenías esa cara de impresión?

—Ah... Yo... Yo me desconcentré porque tú... tú estabas mordiendo el lápiz... —balbucea, desviando la mirada.

Ignoro el interesante sonrojo en sus mejillas y miro mi lápiz. Tal como él, sagazmente señaló, hay evidencias de mordidas en el extremo distal. Considerando que el lápiz estaba intacto cuando fue sacado del estuche y dado que no ha dejado mi mano desde entonces, no serían necesarias mayores pericias para confirmar que esas marcas coinciden con mi registro dental, lo que sólo significa una cosa.

—Me declaro culpable —admito, tocando las marcas que dejé en el cuerpo de mi víctima.

Quién diría que el investigador se convertiría en el investigado. Lo que me asombra es que haya sido mi compañero quien captó tal suceso y que se haya impresionado tanto. No creo que sea debido a algún aprecio secreto por mi lápiz, que no tiene nada de especial. Debió ser más bien... ¿la acción de morderlo?... ¿el lápiz en mi boca?... ¡Maldición! De seguro se trata de cosas de hombres.

De hombres que admiten juntarse a ver porno con sus amigos.

El asunto me incomoda y dejo de jugar con el artilugio, recomponiéndome y enfocándome en el crimen que nos atañe.

Jason también parece incómodo y evita mirarme. Sus mejillas siguen algo sonrojadas.

¿Qué se le va a hacer? Mi fiel compañero es hombre, después de todo.

Le doy algo de espacio y empiezo a escribir la lista de personas que podemos descartar como sospechosos.

«Dick e Isabel».

Escribo en primer lugar, reprimiendo el impulso de encerrar ambos nombres en un corazón, una conducta muy común en los enamorados.

Enamorados, pienso con ensoñación ¿Él estará enamorado de mí? Analizo con rapidez las evidencias a mi disposición...

Sí. Definitivamente.

Vuelvo a mi libreta.

«Dick e Isabel».

La pareja de enamorados es descartada como sospechosa porque a la hora del incidente, estaban en el escenario del auditorio a punto de besarse.

Rio internamente, feliz.

Siguiente pareja:

«Jason y Wally».

Luego de que el primero golpeara al segundo en dudosas circunstancias, se los ha visto juntos en los recreos y durante el almuerzo. Al parecer, hay entre ellos una extraña amistad, que incluye actividades como ver porno juntos.

¿Será porno gay?

Ese será tema para mi siguiente investigación.

Vuelvo a reír. Esto de ser detective es muy divertido.

—¿Qué tanto escribes?

Mi compañero se ha recuperado de su reciente estado de embelesamiento y vuelve a la acción.

—Hago una lista de los no sospechosos.

Estoy por escribir el siguiente nombre cuando él detiene mi mano.

—Espera, Isabel. Ya sé quien lo hizo. 
 




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