Él nos mira con expresión indescifrable, pero creo que está muy enojado.
—Debí suponer que tú estabas metido en todo esto —dice en tono acusatorio, agarrando a Jason de la camisa. —¡¿Qué le hiciste a Isabel?!
Esto no puede estar pasando.
—¡Dick, no! —grito desde la camilla, intentando bajarme.
Jason se suelta y lo empuja. La compresa sale volando y se revienta contra el suelo, liberando un gel solidificado de color azul, que se esparce como arena.
—¡Vete a la mierda, Grayson!
—¡Primero ese mensaje y ahora esto! —Dick me sañala, reclamándole por mi estado—. ¡Deja a Isabel en paz! —vuelve a abalanzarse sobre él y le da un puñetazo.
Jason pierde el equilibrio y se va de lleno contra uno de los estantes, cuyo contenido se agita en su interior. Sus puertas son de vidrio y agradezco que no se rompieran.
Todo pasa en cosa de segundos. Jason se incorpora y arremete contra Dick. Le lanza un golpe, pero Dick lo esquiva y le da un rodillazo.
—¡Paren, por favor! —vuelvo a gritar, pero están tan ofuscados que no me oyen.
Jason sangra y en un descuido de Dick, le da un puñetazo también, lanzándolo sobre un mesón. Se abalanza sobre él y comienza a golpearlo con una furia que me aterra.
—¡Jason, detente! —voy hacia ellos, temblorosa y adolorida, pero me resbalo con el gel y me golpeo la cabeza. Todo comienza a quedar oscuro y silencioso.
~🦇~
Cuando despierto, estoy en una camilla, rodeada por el frente y uno de los costados de cortinas plásticas de color blanco. El aroma a desinfectante es mucho más intenso que en la enfermería.
Estoy en un hospital.
El parche sigue en mi ojo y tengo una venda en la cabeza. Y me duele el trasero de una manera horrorosa.
Una enfermera entra y pregunta cómo me siento. Le digo que me duele todo y sonríe con amabilidad, indicándome que en un momento vendrá el médico a examinarme. Corre la cortina y desaparece.
Aquí tengo para rato, pienso cuando oigo la cortina correrse nuevamente.
Es Jason y luce terrible.
Al chichón que yo le hice se suman las lesiones de su posterior pelea. En su ojo izquierdo, toda la parte blanca está roja y la piel alrededor se ha puesto morada. Tiene el labio hinchado y partido en el costado, que también está amoratado. Me preocupa que haya perdido algún diente.
Dick pega como una bestia.
—Hola —dice con desgano y no, creo que no le falta ningún diente.
Y yo no sé qué decir. Miro ese ojo rojo y los míos pican. No entiendo cómo un inocente comentario de amigos pudo crecer hasta convertirse en el desastre que es ahora, con todos nosotros heridos, porque no creo que Dick esté mucho mejor.
Empiezo a llorar desconsoladamente y me quito el parche o mi ojo se inundará.
Yo no quería que esto acabara así. Ellos son hermanos y se han terminado peleando por mi culpa. Nunca imaginé que algo así pudiera pasar y terminara atrapada en el medio.
—No llores —pide Jason.
Su voz se oye tan apagada que más tristeza me da.
—¡¿Cómo no voy a llorar?! ¡Esto es un desastre!
Tal vez incluso lo expulsen de la secundaria.
—Yo ni siquiera entiendo lo que pasó —se queja y termino contándole todo.
Vuelvo a llorar, cubriéndome la cara con ambas manos y empiezo a oír sus risas.
—¿En serio le enviaste ese mensaje? —pregunta, con una mueca de diversión que, con la cara en su actual estado, lo hace parecer algún criminal demente.
Asiento, hundiéndome en la mortificación y él estalla en risas.
—¡Ay... Me duele...! —Se afirma el vientre, riendo con desesperación.
—¡Y se lo mandé justo cuando me preguntó por la parte de su cuerpo que más me gustaba! —me lamento y las risas de Jason aumentan.
Está llorando y su labio ha vuelto a sangrar levemente. Y se sigue quejando el muy idiota, pero ni aun así sus risas disminuyen.
—¡Ay, Isabel... Me vas a matar!... ¡Es imposible aburrirse estando contigo! Siempre... Siempre sales con algo nuevo.
—No sería tan divertido si estuvieras en mí lugar.
—Y pensar que estábamos tan cerca en ese momento. De haber sabido, habría ido de inmediato a la habitación de Grayson. ¡Debió querer morirse cuando le dijiste que lo tenía chico!
Un nuevo estallido de carcajadas frenéticas. Jason parece gozarlo tanto que me es inevitable empezar a reír también.
Y como si se tratara de un déjà vu, la cortina se abre y entra Dick. Tiene morado el pómulo izquierdo y también el labio roto, pero apenas y se nota. De inmediato nos fulmina con la mirada y nos quedamos en silencio.
No podría soportar volver a verlos haciéndose daño y estoy por empezar a llorar otra vez cuando él le habla a Jason.
—Me alegra saber que se refería al tuyo y no al mío —suelta y lo miro boquiabierta, con el corazón en la mano.
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Editado: 27.10.2020