Sobre tus alas [ Jason Todd]

LXIV Extraño

—¿Qué ocurre? —pregunta Jason, notando lo desanimada que estoy luego de ver el mensaje.      

—Eso me gustaría saber.

Durante este tiempo, me he vuelto más cercana a Dick, pero también mi amistad con Jason se ha vuelto más fuerte.

E íntima.

Además de mi primo Donny, Jason es el único chico que ha entrado a mi dormitorio.

Y el primero en estar en mi cama, aunque sea para ver caricaturas, mientras Dick está lejos y aburrido.

—¿Grayson te dijo alguna pesadez?

Niego. No imagino a Dick haciendo algo así.

—Me dijo que estaba aburrido y yo estoy aquí divirtiéndome contigo. Me siento culpable.

Jason bufa, apoyándose sobre su codo.

—Pudiste haberlo invitado a venir aquí. En el hospital, cuando dieron la cita por suspendida podrías habérselo dicho. No digo que hubiese sido buena idea, pero el imbécil habría venido encantado.

Invitarlo. Ni siquiera se me pasó por la cabeza esa posibilidad.

—Apuesto mi motocicleta a que él ni siquiera sabe dónde vives.

Jason tiene un excelente punto y no sé si quiero permitirle seguir desarrollándolo, pero me mantengo en silencio.

Asiento, como si reconociera haber cometido alguna fechoría.

—¿Te avergüenza que lo sepa?

Y dijo que no era buen detective.

—No lo sé... Tal vez un poco —me encojo de hombros.

—¡¿Por qué?! No tiene nada de malo.

—¡Lo sé! Nunca me he avergonzado de quien soy o lo que tengo, pero me preocupa que él se descepcione de mí. Eso sería muy triste.

Si algo así ocurriera, tendría que arrancármelo de la cabeza y él corazón, porque no se merecería mi amor. No quiero que eso pase. Si logro gustarle lo suficiente, todo lo que nos separe y diferencie ya no importará y no será un impedimento para estar juntos.

—Tienes una idea muy equivocada de él, Isabel. Grayson es un huérfano miserable igual que yo, que tuvo la suerte de que Bruce lo adoptara, nada más.

—No hables así.

No me gusta ese autodesprecio que a veces se le asoma.

—¡Pero es la verdad! Antes de llegar a la mansión Wayne, él vivía en un circo, de ahí le viene lo payaso.

No me lo creo.

—Era trapecista o algo así.

Eso explica sus increíbles habilidades gimnásticas. Así que Dick era un artista circense, debió ser increíble verlo volando por los aires, bajo las luces deslumbrantes de la carpa de un circo, dejando a sus espectadores atónitos, al borde de las butacas cuando sus manos soltaban el trapecio.

Mi corazón se agita de sólo imaginarlo y creo que lo quiero más todavía. Hay tantas cosas que no sé de él. Creo que a eso se debe el no haberlo invitado. No es un asunto superficial de clases sociales, sino que para mí él sigue siendo un extraño y no tengo la confianza como para invitarlo a mi casa y menos a mi dormitorio.

Con Jason todo es más simple porque se invita solo.

—Eres bastante listo a veces —lo felicito y frunce el ceño.

—Ni se te ocurra invitarlo a venir. No sin antes tener citas con él por fuera y en lugares públicos, con mucha gente alrededor.

No puedo evitar reírme por sus recomendaciones. Imagino que así le hablaría un papá celoso a su hija. Y luego con qué cara me trata de vieja.

—He tomado nota de todos tus consejos: sin besos en la primera cita, ir a lugares públicos, invitarlo a venir luego de varias citas ¿Algo más?

Asiente, acercándose a mi oído.

Y lo que me susurra hace que me sonroje hasta las orejas.

¡Jason Todd, eres un pervertido!




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