Sobre tus alas [ Jason Todd]

LXVIII ¿Una más?

La persona cuyas manos tapan mis ojos se mantiene en silencio, esperando que adivine de quien se trata. 

—¿Brenda?

—¡Que manera de ofender, sabelotodo!

Es Jason y se sienta frente a mí con expresión de hastío.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto sorprendida.

—Perdí una apuesta con Wally y tuve que comprarle estos —me enseña una bolsa con historietas.

—¿Qué clase de apuesta era?

—No quieres saberlo —asegura, con esa sonrisita pícara que me conozco de memoria.

Este chico no tiene remedio.

—¿Y la insoportable? ¿Ya se fue?

—Sí... ¡No le digas así!

Él ríe burlonamente y frunzo el ceño, siguiendo con mi helado. Jason también pide uno y nos quedamos conversando en la terraza del centro comercial.

—Brenda me habló de las ex de Dick —le comento.

—¡Esa tipa es imbécil! ¿Por qué hizo eso? —se exalta, apretando su cucharita con furia.

—Tenías razón cuando dijiste que yo no encajo en el perfil de las chicas que le gustan.

—Isabel, no le des vueltas al asunto.

Eso suena simple, pero es extremadamente difícil. La distancia entre esas chicas y yo es como la que hay de la Tierra a la Luna, de ida y vuelta y varias veces. Y con apenas unos cuantos días para nuestra cita, no puedo evitar preocuparme.

Antes estaba un poco nerviosa y ansiosa también, pero ahora esos sentimientos han cambiado y se parecen bastante al miedo.

—¿Crees que él sólo esté jugando conmigo?

En cuanto pronuncio aquel temor, se me hace un nudo en la garganta, que intento diluir llevándome una gran cucharada de helado a la boca.

Jason se jala el cabello, con frustración.

—Eso sólo él lo sabe.

—Brenda dice que si quiero ser la novia de Dick, tengo que convertirme en una chica popular, tal y como ocurre en esas películas clichés para adolescentes. La nerd que se vuelve cool, es peor que la cenicienta —intento sonreír, pero no me resulta mucho.

—¿Y qué vas a hacer?

—Nada. Yo no voy a dejar de ser quien soy, aunque termine siendo una vieja solterona.

Al menos tendré la satisfacción de haber sido fiel a mí misma hasta el final.

—¡No seas dramática! Grayson no es el único chico que existe. Si lo tuyo con él no resulta, ya conocerás a alguien más.

Es difícil imaginar que alguien pueda gustarme tanto como me gusta él.

—Necesito conocerlo más, pero nuestra cita será recién el domingo.

Faltan seis días.

—Podrías ir a mi casa mañana —sugiere—. Así interactuarás con Grayson y yo podré intentar descubrir qué intenciones tiene el cabrón contigo.

Definitivamente Jason es un genio.

—Ahora necesitas sacarte a ese idiota de la cabeza, podríamos ir a divertirnos a otro lado.

—Me encantaría, pero sigo adolorida. Sólo quiero regresar a casa.

Él ofrece llevarme en su motocicleta y salimos del centro comercial.

—¿Crees que con esta falda parezco una monja?

—¿Te tomaste a pecho lo de la santa Isabel? —se burla.

—¡Hablo en serio!

—Un poco. Tu falda es bastante larga, creo que ya te lo había comentado, pero es tu estilo personal.

Nuevamente tiene razón.

—Oye Jason —me pongo el casco que me entrega— ¿Qué tan seguido va Dick a la iglesia? 




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