Sobre tus alas [ Jason Todd]

LXXXVI Inesperado

—¿Qué haces aquí? Brenda no te invitó —pregunto yendo con él.

Miro para todos lados, por si alguien más lo ha visto.

—Me autoinvité ¿Algún problema? ¿Me vas a acusar con tu amiguita?

Está enfadado y siento olor a alcohol en él.

—Ella no te agrada ¿Para qué viniste?

Tengo un mal presentimiento.

—¿No es obvio? Vine a tomarme todo su puto alcohol y tal vez luego me orine en su piscina.

No puede hablar en serio, eso sería repugnante. ¿Qué rayos le pasa?

—Jason, ella ha trabajado mucho para esta fiesta, por favor no la arruines.

—Esa chica estúpida no me importa. —Toma un trago de la cerveza que tiene en la mano y veo varias latas más en el borde de la estatua junto a él.

—¡Entonces hazlo por mí! Si ella lo pasa mal, yo lo pasaré mal.

—¡¿Por ti?! —se ríe con desenfado—. ¡Tú sólo me traes problemas! —me señala con el dedo, empujándome.

No entiendo por qué me habla así. Y me duele donde clavó su dedo.

—¡¿Qué te hice?!

Ahora me mira con admiración, como si fuera lo más evidente del mundo.

—Grayson y yo nos peleamos. El puto está celoso y me fastidia. Como si tú pudieras gustarme ¡Es ridículo!

Lo mismo pienso yo, sin embargo, no entiendo por qué me duele que él lo diga.

—Yo no hice nada —me defiendo, con un nudo en la garganta.

Esta discusión no se parece en nada a las que hemos tenido anteriormente. No tengo ganas de gritar, sólo de llorar.

—¡Por supuesto! La santa Isabel nunca hace nada... ¡Le dijiste a Grayson lo del circo!

Definitivamente esta discusión es mala y siento que sólo se pondrá peor. Agradezco que estemos lejos del resto y que la música impida que nos oigan.

—Jason, yo...

—¡Él dijo que era mentira! ¡Que era una estúpida broma! ¡Una broma!

Mis lágrimas empiezan a caer y tengo un poco de miedo. Él está muy enojado. Intento alejarme, pero me sujeta del brazo.

—Estoy loco ¿No? Soy un puto trastornado ¿Es lo que crees? —me sacude con fuerza.

—No lo sé... Pero me estás asustando... Jason, para... Por favor —le suplico, temblando entre sus manos.

Él me suelta, empujándome.

—Da igual... Me importa una mierda lo que pienses... —dice más calmado, volviendo a tomar la lata de cerveza que había dejado a un costado—. Si le dices a tu puta amiguita que estoy aquí... Sabrás qué tan loco estoy... —amenaza, yéndose por el jardín.

Sigo temblando en mi lugar, frotando la zona de los brazos donde Jason me sujetó. Nunca había visto tanto desprecio y odio en sus ojos... Sentí que de verdad iba a lastimarme.

No sé que hacer, sólo quiero irme, pero no puedo dejarlo solo, él está muy mal y tengo que ayudarlo. Tal vez llamar a Alfred para que venga por él, pero no tengo su número. Tendría que decirle a Dick.

¿Y si se enfada de nuevo conmigo?

No, eso no importa ahora, lo importante es que Jason no vaya a hacer alguna estupidez. Debo ir por mi teléfono. El bolso está colgado en el perchero de la entrada. Inhalo profundamente, limpio mis lágrimas y paso entre la multitud.

Un chico se me interpone, sonriendo socarronamente y me agarra de la cintura.

—Te vistes igual que Karen ¿Eres tan fácil como ella? —susurra cerca de mi oído y lo empujo con todas mis fuerzas, asqueada hasta las náuseas.

¿Cómo se atreve a tocarme?

Corro hasta la casa, desesperada por salir cuanto antes de este lugar. Ha sido la peor fiesta de mi vida.

—Isabel ¿Qué pasa? —pregunta Brenda, deteniéndome en la puerta trasera.

—No me siento bien... voy a irme.

Ya no aguanto un minuto más aquí.

—No puedes irte ahora, hay alguien esperándote muy ansioso y de seguro te quitará esa cara triste que tienes —guiña un ojo y mi corazón, a punto de colapsar, late ahora con alivio.

Dick me ayudará, él no dejará que Jason haga nada malo y lo resolverá todo. Él hará que deje de temblar como lo hago y voy a decirle lo mucho que lo quiero... Y lo mucho que Jason me asusta.

—Dick te espera en la sala.

Entro a la casa a toda velocidad, corriendo por sus enormes pasillos. La sala está a oscuras y sus brazos me sostienen justo cuando mis fuerzas estaban por flaquear.

Agradezco tanto que esté aquí.

Voy a contarle lo que pasa cuando me atrae firmemente de la nuca y sus labios por fin encuentran a los míos. 




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