Sobre tus alas [ Jason Todd]

C Recuerdos que se desvanecen

Por recomendación del médico debo guardar reposo por unos días, pero en cuanto me dan el alta, el primer lugar al que voy es a la casa abandonada. El teléfono de Jason está apagado y espero volver a encontrarlo allí.

Al llegar, me quedo inmóvil por la sorpresa. La casa ha sido puesta a la venta y hay un hombre regando el jardín.

—Disculpe, estoy buscando a alguien.

Le doy las características de Jason y le digo que vivió en esa casa hace tiempo.

—Debes estar en un error. Esta casa es herencia de mi abuela. Yo viví aquí hasta que mis padres se separaron y ahora volví para ponerla a la venta. No conozco al chico que mencionas, pero te aseguro que nunca vivió aquí, lo siento.

No puedo hablar, sólo me esfuerzo por arrastrar mis pies por el suelo y alejarme de allí cuanto antes. El dolor de cabeza que siento no se compara con el agujero que se me forma en el pecho. Una a una las historias de Jason se desvanecen y caen como las hojas secas de un árbol, uno a uno sus recuerdos se desnudan, revelándose como lo que realmente son: desvaríos, alucinaciones, puede que incluso mentiras.

Y no sé dónde está.

~🦇~

Vine a clases. No debía, pero lo hice. La secundaria se había convertido en un lugar no grato y mi desesperación por estar aquí no tiene nada que ver con mi preparación intelectual.

—¡Wally, tú debes saber algo, eres su mejor amigo!

Él me mira con temor. Lo abordé junto a los casilleros, acorralándolo contra la pared. Vamos a una de las mesas del patio, para hablar con más calma.

No sabe nada o eso dice él. Tal vez está en su casa y lo está encubriendo.

—Escucha, Wally, Jason tiene problemas y necesita ayuda. A veces confunde la realidad y dice cosas extrañas... ¡Debes haberlo notado si pasas tanto tiempo con él!

Sus ojos se ven llenos de confusión, perdidos en un debate interno, indeciso de hablar o callar porque ni él mismo confía en sus palabras.

—Me dijo que corriera —cuenta por fin—. La primera vez que fue a mi casa hicimos una apuesta y yo perdí. Conociéndolo, pensé que mi penitencia sería terrible, pero él sólo me dijo que corriera, lo más rápido que pudiera y se puso a medir el tiempo con un cronómetro. Era una petición muy rara, incluso me hizo repetir varias veces y al final, se enfadó y se fue. Supongo que fui muy lento para él.

Es una historia extraña, pero las ha habido peores. Y sigo sin ninguna pista para encontrarlo.

—Escucha, Isabel. Yo no me preocuparía tanto por él. Jason sabe cuidarse y cuando quiera regresar, regresará.

Puede ser, pero sigo intranquila. Necesito verlo y hablar con él.

Debo saber si está bien. Imaginar que ha sufrido uno de sus episodios y se siente perdido y asustado vuelve más intenso el dolor en mi pecho.

Además, tengo que decirle lo que creo que estoy empezando a sentir.

Tras una jornada agotadora, guardo mis cosas para irme. Se siente raro estar aquí sin Brenda. La vi en el recreo, pero ella ni siquiera me miró. Supongo que su indiferencia es preferible a su odio. 

—¡Isabel!

Me detengo en seco cuando estoy por salir.

Esa voz

¿Es la que quería escuchar? 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.