Sobre tus alas [ Jason Todd]

CXV Energúmeno 2.0

Me despierto rebosante de energía como casi nunca antes. Tal vez en mi primer día de clases. Dormí profundamente sabiendo que Jason ya estaba en su casa, con su familia y que al fin todo irá bien.

Pese a la prisa que tengo por llegar a clases, me tardo más de veinte minutos en peinar mi cabello. Quiero que se vea perfecto y diferente a como habitualmente lo uso. Opto por hacer dos pequeñas trenzas a los costados que uno en la parte de atrás y el resto del cabello suelto bajo ellas. Eso deja al descubierto mis orejas, que siempre están tapadas por mi melena.

¿Se verían mejor si usara aretes?

Nunca me las perforé, pero quizás debería hacerlo.

—Isabel, querida. Te ves muy linda hoy —comenta mi tía.

Claramente exagera, sólo me peiné diferente.

Y encrespé mis pestañas.

Y me puse un poco de brillo en los labios.

Y unas gotitas de perfume.

Nada del otro mundo.

—Debe ser porque estoy feliz.

La belleza tiene mucho que ver con la actitud más que con atributos físicos, siempre he pensado eso y yo me siento radiante. Espero verme así también.

Camino a paso rápido por el estacionamiento de la secundaria hasta que veo la motocicleta de Jason. Intento no correr por los pasillos, pero me cuesta. Me detengo en la puerta de la sala, inhalando profundamente para serenarme. Mis mejillas arden y no sé por qué estoy tan nerviosa, lo he visto decenas de veces y hemos hablado muchas más, pero ahora se siente diferente.

Me emociona.

—¡Hola Jason, buenos días! —digo con un exceso de entusiasmo y alegría al llegar a su lado.  

Todo se derrumba cuando me da una mirada glacial, acompañada de una expresión de mal humor que me causa escalofríos. Lo peor es el crujido seco del lápiz de madera que aferraba. Lo ha partido por la mitad.

—¿Qué ocurre? —Mi voz ya no es ni la sombra de la de antes.

No contesta y se levanta con fastidio, yendo hacia la ventana. Allí se queda, dándome la espalda. Me dejo caer en mi silla, como si todas las fuerzas me hubieran abandonado.

¿Qué ha cambiado de ayer a hoy?

En el recreo busco a Dick. Tal vez tuvo problemas en casa. Lo encuentro en el patio, conversando con Roy. Dudo en acercarme, pero termino haciéndolo de todos modos.

—Hola, buenos días.

Ambos me saludan con una radiante sonrisa y, a menos que se hallan peleado entre ellos, cosa que dudo, el misterio con Jason pareciera estar dejando de serlo.

Dick tiene el labio partido y Roy un ojo morado.

Cruzo los dedos para que no haya sido Jason, pero obviamente cruzar los dedos no sirve de nada, no hay que ser una genio para saberlo.

—La tranquilidad en casa fue buena mientras duró —comenta, Dick, riendo—. Ya me lo esperaba cuando se enterara de que nos habíamos besado.

Ahora todo es mi culpa, me siento terrible, pero sigue siendo confuso. Lo primero que le dije cuando nos reencontramos fue lo del beso con Dick y si no se enfadó conmigo entonces ¿Por qué ahora sí?

—Anímate —me dice, levantando mi mentón—. Que esté celoso es una buena señal —me guiña un ojo e intento sonreírle, pero me cuesta.

Roy igual me da un poco de pena, pero muy poca, casi nada.

—A mí fue a buscarme a mi casa, fue aterrador —comenta el pelirrojo—. Ten cuidado con él, está loco —agrega, levantándose para ir a botar su caja de jugo al basurero.

Lo aterrador es que sea Roy quien se preocupe por mí.

—Tranquila, Isabel —me consuela Dick—. Jason es un imbécil, pero eso tú ya lo sabes. Aunque supongo que tener un amigo imbécil es muy diferente de tener un novio imbécil.

Trago saliva. Todo se siente más y más turbio.

—Por cierto, ese peinado te queda muy bien, me gustan tus orejas. Y el perfume que estás usando es muy agradable, pero prefiero tu aroma natural.

Dick es tan atento, y yo tan ilusa por esperar que todas esas cosas me las dijera Jason.

Que decepción.

—Y ese labial... te lo quitaría a besos en la biblioteca —agrega, con esa mirada seductora que me hacía temblar.

Suspiro, armándome de valor. Todo sería más fácil si siguiera enamorada de Dick.

~🦇~

Jason no volvió a clases tras el recreo. Creo que se escapó.

Algo sigue estando muy mal con él y temo que el Jason que conozco se haya ido para siempre. Esa angustia me acompaña toda la tarde en mi turno en el Iceberg, que se me hace eterno.

Cada vez que miro a mi jefe, recuerdo la hoja dedicada a él en el cuaderno de Jason. ¿Por qué creería que lo conoce? Ni siquiera recuerdo que alguna vez lo haya visto. Cuando vino como cliente, estaba el administrador.

Es mejor no pensar más en eso, o sólo lograré tener dolor de cabeza.

~🦇~

Al salir, Jason me está esperando apoyado en su motocicleta. Ya no se ve molesto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.