Sobre tus alas [ Jason Todd]

CXXVI Sucio 2.0

El zumbido de los motores en las pistas es bastante intenso e intento no pensar en eso, no quiero desconcentrarme. Jason me explica el funcionamiento del auto y memorizo cada una de sus palabras. Le pregunto qué hacer en las curvas para no perder velocidad y todo lo que me causaba problemas en el videojuego. Confío en que no hará trampa dándome información incorrecta.

—Primero daremos unas vueltas en este circuito de práctica y luego iremos a la pista principal —indica, poniéndose su casco.

También me pongo el mío, ajustando el cinturón de seguridad. Apoyo firmemente los pies sobre los frenos y cojo el volante. Que bueno que vine con pantalones.

Empezamos a andar y presiono levemente el acelerador. El auto avanza y muevo el volante, evaluando cuánto gira con cada grado de rotación. Jason se ha adelantado y me espera en la curva.

—¡Más rápido, Isabel! —oigo que dice antes de desaparecer.

Su auto es una estela que surca el espacio. No creo que vaya tan rápido como mi cabeza asustada me hace creer, pero yo no pienso acelerar hasta que me sienta cómoda con la conducción.

Veo cómo lentamente voy dejando atrás los árboles a mi alrededor y se siente genial: avanzo seguro hacia mi destino. Un zumbido acercándose por detrás, cada vez más cerca, me alerta. Me vuelvo y veo a Jason viniendo a toda velocidad y en trayectoria de colisión.

¡El muy desquiciado!

Suelto el acelerador y trato de bajarme para salir corriendo. El cinturón se traba y el zumbido está cada vez más cerca, retumbando en mi cabeza hasta que su auto me choca. Todo mi cuerpo es impulsado hacia delante y siento que se me van a salir los ojos. El cinturón evita que me golpee con el volante o salga eyectada y el casco protege mi cabeza cuando regreso al asiento debido a la inercia.

—¡¿Eres idiota?!

—¡Acelera, estás en mi camino!

El infame retrocede y vuelve a embestirme. Mi cabeza se sacude y quiero estrangularlo.

—¡Para, Jason!

—¡Acelera entonces! —vuelve a retroceder y pongo en marcha mi auto.

Alcanzo a avanzar unos cuantos metros cuando vuelve a golpearme.

—Con esa velocidad no le ganarás ni a una tortuga ¿Tan ansiosa estás por ser mi esclava?

Gruño, aferrando con fuerza el volante y pisando el acelerador. El zumbido de mi auto se intensifica, junto con el ritmo de mi corazón y los árboles se vuelven manchas borrosas mientras rasgo el viento a mi paso. Me golpea la cara con su frescor, quitándome el aliento. Es una sensación angustiante, pero Jason viene tras de mí y no dejo de acelerar.

—¡¿Quién es la tortuga ahora?! —le grito, perdiendo de vista la pista por unos segundos.

Gran error.

—¡Isabel, la curva!

Logro virar a tiempo, pero piso el acelerador, yendo directo contra los neumáticos del perímetro. La negrura se abalanza sobre mí y mi cuerpo no responde. Al zumbido furioso del auto se unen mis gritos y cierro los ojos, esperando el final.

Choco.

Y vuelvo a abrir los ojos, ilesa. Tras el impacto, que no fue tan intenso como cuando Jason me chocó, el auto rebotó en el caucho y nada malo pasó.

—Isabel ¿Estás bien? —pregunta Jason, llegando a mi lado con una mirada de sincera preocupación.

—¡Claro que sí! —afirmo, retrocediendo para reemprender la marcha—. ¡Isabel Ardila es indestructible!

Piso el acelerador y mi auto sale disparado. La pista se rinde ante mi avance y hago mía cada curva, con total precisión. El miedo ya no es mi copiloto y disfruto del frenético latir de mi corazón. Creo que ya me acostumbré a la velocidad, a esto se refería Jason, la sensación de vértigo es alucinante y cegadora. Realmente me siento indestructible y muy competitiva.

La adrenalina es maravillosa.

Nuestro tiempo en la pista de práctica se acaba y caminamos hacia la definitiva. Mis piernas tiemblan, pero ahora es por la emoción.

—¿Lo ves? El miedo sólo estaba en tu mente —dice él, sonriente.

¿En serio? Díselo a tu subconsciente.

—Aprendes muy rápido. Aunque no debería sorprenderme, eres una sabelotodo después de todo —sacude mi cabello como en los viejos tiempos y se siente muy extraño.

Nuestra amistad ha cambiado y no estoy muy segura de cuánto. Él dice que soy su novia, pero no sé si me vea como tal. Lo he visto sacudiendo el cabello de Wally igual que como acaba de hacer conmigo. Eso no puede ser bueno.

Aunque, recordando lo que pasó en el auto, él no fue indiferente a lo que yo le hacía. Por otro lado, él ha admitido calentarse fácilmente...

No, no puedo pensar en eso ahora, necesito concentrarme para ganarle, aunque... podría matar dos pájaros de un tiro.

—Conducir me dio calor —comento, abanicándome la cara.

—Si quieres, podemos ir por unos refrescos.

—No, no es necesario —le digo, levantando mi ancho y desaliñado sweater para quitármelo lentamente ante sus ojos.

Espero que la blusa que llevo debajo realce tan bien mis atractivos como dijo la exagerada de mi tía y logre desconcentrar a Jason. Cuando estoy libre de la prenda, una rápida mirada me basta para saber que algo de éxito he tenido. Sus mejillas están levemente sonrojadas.




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