Sobre tus alas [ Jason Todd]

CXXXI Límite 2.0

—Cariño, te ves fatal.

Jason se fue luego de nuestra conversación y poco antes de que mi tía llegara. Por fin él me confió sus secretos, en los que anidan sus miedos más profundos y retorcidos.

Otro mundo.

Un mundo donde todos somos alguien más, pero sólo él lo sabe, eso es lo que cree que ocurre.

—No he dormido bien, tía. Es sólo eso.

Ella acaricia mi cabeza, como tantas personas hoy. También debe pensar que estoy estudiando demasiado.

—Tía, ¿Qué fue de la amiga de tu amiga, esa que creía recordar sus vidas pasadas?

Podría ser una opción.

—Lo último que supe de ella es que ahora es él —cuenta con cara de espanto, mientras me prepara un té de hierbas—. Ahora sólo le falta tener un castillo y una fortuna para ser el príncipe que creía que había sido —ríe jocosamente y yo no lo veo la gracia.

Jason ya intentó matar a un hombre ¿Y si le da por andar persiguiendo delincuentes?

Robin, ese es su "otro yo", la mitad que cree perdida, el estado cuántico superpuesto a quien es aquí; un héroe.

—Vidas pasadas, eso es absurdo. ¿Por qué no decir que era homosexual y ya? —me da con gentileza el humeante té.

El agradable aroma a hierbas me revuelve el estómago. Rodeo la taza con mis manos, esperando que la molesta sensación se desvanezca.

—Tal vez no era tan simple, tal vez, estaba tan abrumada por su realidad, que prefirió inventar otra —supongo, consciente de que es una explicación completamente válida para Jason también.

Por lo que sé, él no tuvo una vida agradable antes de ser adoptado por el señor Wayne y suele sentirse inferior a Dick. Por ello, anhela compensar todas esas carencias, siendo un héroe, por ejemplo.

¿Por qué no se me había ocurrido antes?

Debe ser que estoy demasiado involucrada sentimentalmente y eso nubla mi juicio. Lo mejor sería tomar distancia para poder analizar la situación a cabalidad.

En cuanto bebo un sorbo del té, las náuseas me hacen correr al baño. Y allí me vuelvo a encontrar con mi almuerzo.

—Querida, esto es más que sólo cansancio.

Ella me ayuda a regresar a la mesa. Estoy un poco mareada también.

—¿No estarás embarazada?

Ni siquiera puedo reírme de su conalusión. Quizás, si se pudiera quedar embarazada con un beso y una lamida en el cuello, ella sería una gran detective.

—Claro que no, tía. Qué cosas dices. Con Jason ni siquiera nos hemos besado todavía.

La decepción en mi voz es evidente y ella se sienta frente a mí, dispuesta a que le cuente más.

Y no estoy segura por dónde empezar.

—Él me dio un beso en el cuello —le cuento—. No fue agradable ¿Por qué escogería un lugar así? Es mucho más íntimo que un beso en la boca, pero él ni siquiera ha intentado acercarse a mis labios. De hecho, yo quise tomar la iniciativa y él se alejó ¿Creerá que tengo mal aliento o algo así?

Ella sonríe, acariciando mi cabeza.

—Tal vez sea tímido para ciertas cosas.

Ja. Todavía recuerdo cómo se besuqueó con Kory en frente de Dick y de mí y las cosas que me contó que había hecho con ella en su cita. Jason Todd no conoce la vergüenza, aunque se ha sonrojado conmigo un par de veces, eso da para pensar...

¡Maldición! ¿Cómo se supone que lidie con nuestra relación y con su "otro mundo"? Mi cabeza se va a partir por la mitad en cualquier momento.

~🦇~

Tardé un montón en dormirme anoche y cuando por fin lo logré, sonó la alarma. Corro a la sala, sabiendo que voy con diez minutos de retraso.

Me disculpo con la profesora Pamela y voy rápido a mi puesto.

—Bien, ahora que ya resolvimos todas las dudas, dejen sólo un lápiz sobre la mesa para comenzar el examen.

¿Examen? ¿Qué examen? ¿Había examen y lo olvidé? Esto no puede estar pasando.

Acabo de llegar a mi límite, ya no puedo seguir así.

En cuanto la clase termina, salgo al patio en busca de aire. Casi por inercia llego a sentarme bajo el árbol de siempre. Podría haber ido a la biblioteca para estudiar, pero de sólo imaginar estar allí me empieza a doler la cabeza.

Es el fin, el ocaso de Isabel Ardila.

Hundo la cabeza en mis rodillas, deseando estar muy lejos de todo, olvidar los problemas y recuperar la vida tranquila y aburrida que llevaba hasta hace unos meses.

Fallo cuando algo me hace cosquillas en la oreja y me sobresalto, alarmada, sólo para encontrarme con Jason y su risa burlona, sosteniendo una ramita entre sus dedos. Me froto la oreja, todavía con la incómoda sensación y vuelvo a la posición en la que estaba.

—Ves por qué no quería hablar de eso. Mis problemas no tenían que convertirse en tus problemas.

—Olvidé el examen —le indico.

Lo que menos necesita es sentirse culpable.

Oigo que ríe y vuelvo a mirarlo.




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