Alguien comienza a tocar mi puerta muy fuerte, así que me levanto de ahí y voy a abrir la puerta.
— Iremos a comer—anuncia Froy, el otro chico que escapo con nosotros.
—¿A dónde?—pregunto.
—Hay un comedor, es demasiado grande , Argus y yo lo vimos, y le pedimos a Berth si podíamos comer ahí. Él aceptó.
— ¿Quién irá?
—Todos, obviamente. Nunca habíamos comido en un comedor tan grande.
Era cierto, siempre nos llevaban comida a nuestras habitaciones. Nunca comíamos en conjunto.
—Además, Berth dijo que podíamos comer lo que quisiéramos. —agrega.
—Voy contigo.
Lo último que quiero es perderme por aquí.
—Vamos, Demián y Argus ya están ahí.
—¿Y Danielle? —pregunto.
—Ah, si, ella está durmiendo.
Pasamos por varias puertas, hasta que llegamos a el comedor.
Froy no mintió, el comedor es demasiado grande y varias personas se encuentran comiendo.
Nos dirigimos a la mesa donde se encontraban los demás.
—La comida de aquí es fantástica—dice Demián con comida en la boca.
—Que asco, Demián. Puedo ver toda tu comida siento demolida—arruga la nariz Argus.
Hago una mueva de asco y tomo la silla para sentarme a comer.
— Tienes que ir por tu comida— me dice Demián justo cuando tomo asiento.
—¿Eh?—enarco una ceja.
— Tienes que ir por tu comida. Haces fila y ahí te servirán lo que tú pidas.
— No sabía.
— Yo tampoco— sonríe— estuve diez minutos esperando que alguien me trajera de comer hasta que razoné en que debía de hacer fila.
— No es cierto. Te diste cuenta cuando algunos hicieron fila y se fueron a sentar a comer— lo contradice Argus.
Lo que más me gusta de ellos dos es que a pesar de las circunstancias, siguen teniendo la misma personalidad. Dos fastidiosos a más no poder.
Siguen siendo los mismos chicos que iban a mi habitación para que no estuviera aburrida.
Ellos siguen discutiendo, cuando Froy me habla.
—Vamos por la comida.
Me levanto junto a él y hacemos fila, cuando nos acercamos a él que nos da la comida se nos queda mirando de manera extraña y hace que me sienta incómoda. Se que somos raros, pero no es razón para que nos miren así. No tenemos la mejor de las apariencias, pieles pálidas e incluso nuestros ojos son de un color celeste muy bajo, a causa de las experimentaciones en nuestro cuerpo. Y además de la alteración que hicieron en nuestra vista para que fuera mucho mejor que la de un ser humano normal y bueno también de lo que sale de nuestras manos.
Distintos factores que hacen parecernos a un cuerpo sin vida.
Pero, aún así cuando nosotros parecemos no tener un poco de humanidad, hay otras personas que lo parecen totalmente, pero no tiene nada de ello.
En cuanto nos dan nuestra comida nos volvemos a sentar junto a los demás.
Demián y Argus siguen discutiendo, pero cuando nos sentamos se nos quedan mirando.
—¿A dónde fuiste con Berth?— pregunta Argus.
—Fuimos con el general Hoold.
— ¿De qué hablaron?— cuestiona Demián.
Suelto un suspiro y me acomodo mejor para contarles. Les cuento lo que dijimos en la sala de juntas y lo de que tenemos que entrenar para poder protegernos de alguien, además de que no será una tarea fácil. Ellos ponen toda su atención y cuando termino de contarles todo, sueltan un sonoro suspiro.
— No va a ser fácil,¿Cierto?— dice Demián con tono preocupado.
Y para que mentir, es cierto. No va hacer fácil, pero haremos lo mejor para que no sea imposible.
— Haremos que sea fácil. — contesto. — Llevo toda mi vida esperando por esto, y no me rendiré. Yo voy a continuar hasta el final. Y trataré de hacer que seamos libres.
Me levanto del asiento, ya que desde hace varios unos minutos ya habíamos terminado de comer, y me voy a mi habitación.
Cuando estoy a punto de abrir mi puerta del dormitorio alguien me llama.
Blanqueo lo ojos, pero aún así no entro.
— Oye, tú— cuando le prestó atención continúa— Berth y el general te están esperando en la sala de juntas. Yo te acompañaré.
Enarco una ceja, pero aún así me voy detrás de él, cuando llegamos a la sala me doy cuenta de no solo están ellos, si no que también hay otras seis personas con un uniforme.
— Hayle, toma asiento. — me dice el general Hoold, y me ofrece la silla que está junto a Berth, ya cuando estoy sentada uno de los que estaban ahí se levanta y se dirige a el frente de la sala.— Él es Mayne, nuestro mejor capitán.— nos lo presenta. — Será uno de los que trabajarán junto a nosotros.
Mayne es alto, mucho más alto que yo. E incluso intimidante, y desde lejos se puede notar porque es el mejor.
— No hemos tenido demasiado trabajo— comienza el general— Así que disponemos de mucho tiempo para poder terminar con esto. Mayne ayudará a examinar donde se encuentran las otras centrales. En los archivos que me dieron vienen muchas coordenadas, así que debemos saber cuál es cuál.
— Supongamos que encontramos dónde están— comienzo a decir y lo miro a los ojos— ¿Qué haremos después?
El general se pone a lado de el capitán, y nos mira a todos.
—Lo que tenemos que hacer, Hayle.
Nos quedamos en silencio y pienso.
Berth no me dejará ir, ni a los chicos. No querrán que vaya.
—Yo quiero ayudar.
Todas las miradas caen en mí y Berth comienza a negar con la cabeza.
—No irás.— lo miro
—Por supuesto que iré, tu dijiste que haríamos esto juntos.
—No en este momento, tienes que descansar
—¿Crees que en este momento lo que quiero es descansar?— la molestia comienza a hacer presencia en mi voz.
—Hayle...
—No, Berth. He esperado esto por mucho tiempo y...
—No lo harás— me interrumpe— Al menos no ahora. No irás a un lugar en el que te pueda perder. Si, ayudarás, pero no ahora.
Me mira con expresión de súplica y puedo ver en sus ojos como me ruega en que no vaya a intervenir. Por qué sabe lo tanto que deseo que poder participar.