Soy Giselle Fischer, hija de padres Suizos que se mudaron a New York hace casi dieciséis años.
Recuerdo muy poco de Suiza, realmente no recuerdo casi nada aparte de ciertas imágenes que vienen a mi mente de vez en cuando.
Por alguna razón cuando escucho Suiza, me trae un sentimiento nostálgico y triste.
No sé con exactitud la razón del porqué me siento así ante mi país natal.
Mis padres me contaron que fue en Suiza en donde murieron mis abuelos y que por eso quizás me sentía triste, además yo era muy pequeña para recordar lo que vivimos allá.
Cada vez que preguntaba sobre el tema, mis padres ponían una expresión extraña como si trataran de ocultarme algo.
Mamá -Llamé la atención de mis padres mientras me sentaba en el mueble que estaba al frente de ellos- ¿No creen que ya es hora de que me digan la verdad? -Pregunté mirándolos intercaladamente-
¿La verdad sobre qué cariño? -Preguntó mi padre tratando de sonreírme levemente-
Sobre lo que pasó en Suiza -Dije decisivamente, hoy me tengo que enterar la verdad de todo- No creo que esas expresiones en sus rostros sean por la muerte de mis abuelos -hice una pequeña pausa- además he tenido algunas imágenes confusas en mi cabeza y no le encuentro explicación
Mis padres intercambiaron miradas antes de mirarme.
Ven aquí cariño -Habló mi madre con tono dulce mientras dejaba un espacio entre mi padre y ella-
Te lo diremos todo, ya estás lo suficientemente grande como para entender la verdad -Esta vez habló mi padre con cautela mientras miraba el suelo-
Un leve escalofrío se hizo presente en mi columna vertebral mientras me acomodaba en medio de ellos.
Por alguna razón me siento ansiosa.
Hace casi dieciséis años -Empezó mi madre mientras me acariciaba el torso de mi mano- tu padre y yo tuvimos que venir acá a New York para atender unos asuntos del trabajo -hizo una pausa sin mirarme- no pudimos traerte, así que te dejamos en casa de tus abuelos...
Después de un par de días, nos llegó la noticia de que un virus había invadido casi todo Suiza, por lo que los militares se apresuraron a las fronteras para evitar que ese virus se esparciera a nivel mundial -Continuó mi padre, pude ver algunas lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos-
Nosotros intentamos volar lo antes posible a casa para ir a verte -Continuó mi madre mientras algunas lágrimas rodaban por sus mejillas- pero se nos hizo imposible, no habían vuelos y lo único que nos quedó era ir hasta Suiza ilegalmente -Pude ver una leve sonrisa amarga en su rostro-
Estábamos desesperados y llegamos después de un par de meses a la frontera, los militares no nos dejaron pasar al otro lado y no éramos la única familia afectada en el campamento -Continuó mi padre mientras se limpiaba las lágrimas- Los refugiados llegaban casi a diario en grupos, nosotros te buscamos incansablemente y le preguntamos a los refugiados si te habían visto o a tus abuelos
Los militares del lugar insistían en regresarnos a New York pero nosotros nos negamos y te seguimos buscando entre los grupos de refugiados que llegaban -Mi madre me brindó una caricia en la cabeza- Casi perdimos la esperanza -Escuché el susurro de mi madre-
Pero una chica llegó contigo en brazos unas semanas después -Habló mi padre soltando un leve suspiro- esa chica fue un ángel para ti y para nosotros -prosiguió con una sonrisa nostálgica-
Mientras estábamos comiendo, nos dimos cuenta que en tu ropa tenías escondida una carta que ella había escrito mientras se refugiaba en algún lugar, lejos de las fronteras -Mi madre me agarró ambas manos mientras mi padre se paró y sacó una carta que parecía estar guardada por mucho tiempo en uno de los cajones del escritorio-
Nosotros leímos la carta mientras ella se iba en avión a su casa -Dijo mi padre entregándome la carta- aquel día solo pudo entregarte a ti, deseándonos lo mejor antes de despedirse...
Miré la carta mientras sentía que un nudo se me formaba en la garganta, impidiéndome hablar, un leve dolor en el pecho se hizo presente mientras recordaba aquella voz que había escuchado varias veces en mis sueños.
Ella te cuidó y alimentó en esos meses de desastre -dijo mi madre haciendo una pausa- como si fueras parte de su familia...
Abrí la carta mientras la ansiedad crecía dentro de mí.
Aquella hoja estaba un poco manchada por lo que parecía ser gotas de agua... o quizás lágrimas.
Mi querida Giselle.
Espero que cuando leas esta carta estés junto a tus padres disfrutando de tu vida, yo me llamo Aurora (como la princesa jeje, aunque de princesa no tengo nada), quizás no me recuerdes y tal vez ni siquiera leas esta carta.
Si es así, estaré feliz si tú estás a salvo, los meses que hemos pasado en el refugio han sido un caos total, Andrew se la pasa peleando con Charlotte casi todo el día y por cosas muy tontas (no aprendas eso de ellos) por otro lado, Fréderic y yo hacemos lo posible por detenerlos aunque no sirva de mucho.
Todos los que estamos aquí te adoramos, sobre todo Tomi, que no deja de cuidarte cuando no estamos o cuando estoy entrenando. Gracias a ti, Charlotte se comporta un poco mejor de lo usual y te cuida como si fueras su hija (aunque lo niegue).
Hoy tuvimos una pequeña pelea sobre ti y tus padres, espero que tu familia te quiera tanto como nosotros te queremos. Si Charlotte se entera de esta carta seguramente se burlará de mí por el resto de mis días.
Mi pequeña, te pediré un pequeño favor...
Olvídame y olvida todo lo que pasó aquí (si te llegas a acordar), lo que vivimos en este lugar no es un recuerdo bonito. Quiero que sigas adelante sin mirar atrás, no importa lo que pase, no importa el pasado.