Sobreviviendo a Alen Bradford

Rival

 

Nayeon y Erika estaban extrañadas de la expresión de enfado que tenía Irene, sus amigas creían que ella y Alen irían a pasar el rato como de costumbre, ellos eran los reyes de la escuela, pero por alguna extraña razón Irene no era la pareja oficial del chico más codiciado del instituto, todos creían que eran novios, pero aquella pregunta jamás había salido de los labios de Alen.

—Irene ¿Qué haces aquí? —le preguntaron sus amigas extrañadas.

—Creímos que estabas con Alen. —le dijeron temerosas de hacerla enojar.

—Ya saben como es él, se toma muy enserio la competencia de mañana. —exclamó Irene poniendo los ojos en blanco para después clavarle la mirada a Armin como si de una daga se tratara.

—¿Qué podría ser mejor para Alen que pasar el rato contigo? —preguntó Erika con una sonrisa nerviosa.

—¿Y yo que voy a saber idiota? —le respondió Irene mal humorada y añadió con molestia. —¿Qué tanto le ven a esa mosca muerta? —preguntó refiriéndose a Armin de forma despectiva.

—¡No lo sabemos! lo mismo nos preguntamos nosotras, es como la novedad o algo así, es realmente ridículo, estoy segura de que la fascinación por ese adefesio se esfumará con los días. —dijo Nayeon mientras se cruzaba de brazos.

—Es verdad, no te preocupes por eso, nosotras somos la belleza de este internado, nadie va a cambiarnos por esa chica insulsa. —añadió Erika con una sonrisa de superioridad.

—No digas estupideces, no me preocupa en lo más mínimo, es como un juguete nuevo, pronto se aburrirán de ella, lo que no soporto es que ninguna de ustedes me haya dicho nada del ingreso de esa mocosa. —rugió Irene con su tono de voz amenazante.

—¿Teníamos que avisarte?... bueno... la verdad es que... —Nayeon traga saliva y Erika la interrumpe.

—Es que nosotras tampoco asistimos a clases jeje... mentimos un poquito y dijimos que te acompañaríamos en el velorio...

—¿Qué?

—¡No te enojes con nosotras! Si teníamos la intención de acompañarte, pero fuimos débiles y no pudimos resistirnos a la idea de ir a la playa ¡perdónanos! —Nayon le hace una reverencia y junta las manos suplicando perdón.

 

—Ash, no tienen remedio. —Irene volteo los ojos y suspiro cansada.

—Te trajimos esta pulsera jeje, es de perlas, el chico que nos la vendió las cultiva en una especie de granja, suena un poco raro, pero era guapo, así que debe darnos algo de suerte. —le dijo Erika mientras le ponía la pulsera a su amiga.

—Al menos me combina. —exclamo Irene estirando su hermosa mano blanca y delgada.

Mientras ellas hablaban Armin y sus compañeros se preparaban para retirarse de la cafetería.

—Jajaja. —Cecilia soltó una risita burlona la ver a Irene de mal humor.

—¿Qué es tan gracioso enana? —le preguntó Yeral alborotando el cabello y haciéndola enojar.

—No es nada, solo que me alegra ver que Alen haga a un lado a esa tarántula, aunque solo sea por un rato.

—¿He? Bue no si, debe estar muy enojada. —dijo Yeral rascándose la cabeza.

—Esa princesa está acostumbrada a ser el centro de atención, ojalá y no te odie por robarle el lugar. —exclamo Levy mirando fijamente a Armin mientras le lanzaba una sonrisa.

—¿Ella es su novia? —pregunto Armin con valentía.

—Para ella quizás sea así. —manifestó Jack algo apenado.

—Nuestro Alen no es el chico convencional al que todas están acostumbradas, la forma en la que se relaciona es algo peculiar. —Explicó Ezra con su voz intimidante.

—Es como el diablo jaja. —añadió Levy carcajeándose.

—Ignora a este imprudente, como puedes ver es un poco rarito. —le dijo Cecilia tomándola del brazo mientras caminaban.

Armin notó que Nil caminaba tranquilo junto a Arnen, Platicaban sobre algo muy serio, ella lo deducía por el tono bajo de su voz, Nil era todo lo contrario al caótico y oscuro Alen, era como el príncipe antiguo de algún cuento, un chico honorable y con etiqueta, sus manos están dentro de los bolsillos de su pantalón y caminaba derecho, seguía afirmando su primera impresión sobre él, Nil era un chico mágico y encantador.

¿A dónde vamos? —les pregunto Armin al ver que se dirigían al lugar donde Alen entrenaba.

 

—Iremos a llevarle la cena a míster músculos, es tan apasionado que es probable que no haya comido nada en todo el día. —le dijo Cecilia resignada y añadió. — y con esa garrapata aristócrata saltándole encima, menos.

—Ah, los veo haya, se me olvidó algo en la cafetería. —titubeo Armin quien corrió con todas sus fuerzas para encontrar algo azucarado.

—Ok, no te pierdas, te vemos haya. —le dijo Cecilia mientras la veía alejarse.

No sabía por qué estaba haciendo esto, era un hecho que Alen me ponía los pelos de punta, también me sentía herida, de alguna manera creí que tal vez le gustaba, aunque por lo visto yo fui la que confundió sus palabras, pues esa linda chica parecía ser su prioridad, pero un impulso de acercarme a él me obligaba actuar, quería servirle, agradarle, no sabía explicar el sentimiento que su superioridad hacía en mí, era como un deseo inconsciente de estar a sus pies.

—Disculpe ¿Puedo tomar otra bandeja de comida por favor? —le peguntó Armin a la cocinera que media casi dos metros, era enorme y parecía estar muy enojada.

—¿Acaso no comiste ya? —gruñó casi sacando humo de la nariz.

—Bueno... es que me quedé con hambre jeje. —exclamó Armin mientras le temblaban las rodillas.

La mujer la escaneó de pies a cabeza y refunfuñó en un idioma que Armin más o menos entendía, era ruso para ser exacta.

—¿Disculpe? —chillo Armin tartamudeando.

—¿Hablas mi idioma? —le preguntó la mujer que casi chocaba con su nariz y añadió ¿Escuchaste los insultos que te dije?

—See.....—le respondió Armin entre lágrimas.

—Jajaja, ya me caíste bien flacucha, toma la bandeja y lárgate de aquí, estas en los huesos, en mi pueblo las mujeres gordas y robustas son la sensación, tu serias horrible, así que ve y aliméntate, es más, llévate esta leche de fresa para que te pases los pastelillos y no le digas a nadie que te insulte jaja, tengo nueve hijos a los que debo alimentar jaja.




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