Sobreviviendo a Alen Bradford

Todas aman al lobo.

 

No es que no me importara, o que era indiferente al maltrato, es solo que aveces me paralizo, pienso las cosas antes de hablarlas o hacerlas, la verdad me sorprendió la forma en la que me trataron estas tres, creí que en Mirland las cosas serian diferentes, pero creo que los acosadores están en todos lados, no son tan diferentes que en mi antigua escuela, el odio de mis compañeras era más soportable que el maltrato de las monjas, ellas realmente me hacían sentir miserable, recuerdo la vez que no podía dormir a causa de una travesura infantil, me desperté abruptamente a causa de las cucarachas que me caminaban por todo el cuerpo, se les hizo gracioso vaciarme a esas alimañas encima, no pude dejar escapar unos gritos de horror que se opacaron con las risas de mis compañeras, estaba temblando, había incluso tarántulas y cien pies caminándome en los brazos y las piernas, recuerdo que la madre superiora me agarró del brazo con tanta fuerza que trono, me jaloneó hasta que me saco al patio.

—¡Quítate la ropa! —me ordeno furiosa.

Me quede únicamente con una bata, hacía mucho frio, el patio lucia aterrador a las tres de la mañana... me hizo arrodillarme para recibir una cubetada de agua fría, rápidamente me tense y aprete los dientes, aún recuerdo el ruido que hacia mi barbilla cuando temblaba, la madre superiora era malvada, me odiaba y se desquitaba conmigo, me tomó por el cuello y me obligó a meterme a la pileta, ahí me tubo por una hora, me siento rota cuando pienso en todo lo que me hicieron, lo sola que me sentía y lo fácil que caigo en la trampa de los que buscan lastimarme, y es que al fin y al cabo si me defiendo...¿No sería igual que ellos? Lastimarlos de regreso...solo me haría ser alguien que no soy, y me odio por ser así.

Bien pudiera alcanzar a esas tres y enfrentarlas, golpearlas quizás, pero Oliver confía en mí y me dijo que siempre tuviera la frente en alto porque soy una Tesland y nosotros nos vengamos de maneras inesperadas pero letales.

Mi madre tenía un dicho muy oscuro "Todos le temen al lobo porque es aterrador, pero bajan la guardia con la oveja porque nadie se espera que muerda" se una oveja hija, así les dolerá más cuando les arranques la carne.

—Algún día los cazare a todos. —dijo Armin quién caminaba erguida hacia el gimnasio donde se encontraban sus amigos.

El lugar donde Alen y sus amigos se ejercitaban era increíble, la iluminación, la energía, el aroma masculino era simplemente embriagante, ahora entendía por qué las chicas se volvían locas cuando entraban ahí.

—¿Por qué tardaste tanto? —le preguntó Cecilia quien rápidamente desvió la mirada hacia la charola y añadió. — ¿Y eso? ¿te quedaste con hambre?

 

—No es para mí, dijiste que él no había comido...

Armin ni siquiera la veía a los ojos, su mirada ya estaba ocupada por las imágenes de Alen golpeando el saco de box.

—Cuánta energía... —susurró ella impresionada.

—¿Verdad? Imagínate recibir uno de sus golpes, pobre del que compita contra él. —exclamo Cecilia al escuchar como ese saco estaba a punto de romperse.

—¿El ambiente esta raro no? Como...un sueño. —murmuró Armin de forma inconsciente, Cecilia la miró con tristeza, los ojos de su nueva amiga tenían los síntomas de la perdición, brillantes, enfocados y llenos de ilusión.

—Supongo que era inevitable... —se dijo Cecilia en sus adentros, en su empatía solo tenía un deseo para Armin, que Alen no le rompiera el corazón como a ella.

—Jajaja ¿No les parece que es como ver a un toro dar una embestida? —externó Levy impresionado.

—Si, jajaja, nuestro amigo tiene puños de acero, añadió Yeral emocionado.

Mientras Alen daba su ultimo golpe, le clavó la mirada a Armin, quién rápidamente agachó el rostro avergonzada, su energía masculina era muy fuerte, además de que tenía un efecto intimidante, al ver su timidez, él rio de lado, ella estaba justo donde el quería, en sus manos.

Las gotas de sudor corrían por el rostro de Alen, acariciando su piel como si lo desearan, presumidas y descaradas se resbalaban de su frente a su pecho.

—Por dios mírate la cara, pareces un tomate. —Cecilia le tocó la frente y Armin estaba muy caliente y añadió. —toma agua, no te vayas a desmayar.

—Lo siento... es que hace mucho calor aquí... —dijo casi tartamudeando.

—¡Buen entrenamiento amigo! Creo que me enamore de ti, jajaja. — le dijo Jack quien le apretaba los bíceps.

—¿Tienes hambre? —le pregunto Arner y añadió. —Nil se dio cuenta de que no comías desde la mañana y te trajimos algo de comer.

—¿Enserio mi amigo se acordó de mí? Que suerte tengo —exclamo Alen de forma burlona.

—Vas a representarnos en la competencia de mañana, tienes que ganar. —le respondió Nil malhumorado.

—Que hostil ¿No me vas a regalar una sonrisa a mí también?

Nil lo miró con enojo, los dos se sostenían la mirada, eran tan orgullosos que ninguno estaba dispuesto a bajarla, era evidente que había tención entre ellos, Nil era el único que lo exasperaba y viceversa.

—Vamos chicos relájense. — les dijo Ezra tratando de aliviar la tensión pues sus miradas eran afiladas.

—Solo digo que sería genial si nos sonriera a todos ¿o es de familia que no sonríen tanto? —le preguntó Alen de manera retadora.

—Nil se puso de pie y caminó sin dudar hacia él.

Armin miraba de lejos, preocupada por lo que pudiera desatarse entre ellos, Cecilia corrió y se puso en medio de ellos, era evidente que estaba nerviosa y asustada.

—¡Ya basta! Están estresados por las competencias de mañana, todos lo estamos, no dejen que eso nos separe ¿de acuerdo?

—Vamos amigo, vamos a descansar. —Levy se llevó a Nil, sus recamaras estaban en el mismo pasillo, el rostro de Nil tenía una expresión de rabia.

El comentario de Alen no había sido inocente o desatinado, ellos eran familia, primos hermanos, los Bradford y los Brenon son de hecho la misma sangre, solo que su abuelo le dio su apellido al padre de Alen y a su segundo hijo no, a él le dio el apellido de su esposa, ese había sido el arreglo de ambas familias, los dos apellidos tendrían el mismo poder, pues la alianza seria eterna, la abuela paterna de ambos era una mujer importante y muy inteligente, era ambiciosa y no quería que su imponente apellido se perdiera con el de su esposo, pero este acto solo causo repudio para los Brenon, cuando Alen le dijo a Nil que si el no sonreír era de familia fue porque el padre de Nil tiene parálisis facial lo cual le impedía gesticular bien.




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